Criticar a la Guía Michelin, nuevo deporte nacional

Guía Michelin 2022.

Javier Suárez

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La Guía Michelin es la que sigue marcando el ritmo y el paso en el mundo gastronómico de todas las de todo tipo que se publican a escala regional, nacional e internacional. Y eso hace que absolutamente todo el sector esté pendiente de ella a la hora de ver si cumple sus expectativas, tanto si eres un cocinero o cocinera que trabaja duramente aspirando a que se fije en ti, pero también dándote igual si es así o no, que de todo hay. 

Este año ha sido muy comentada la decisión de la guía concediéndole 2 Estrellas Michelin a Smoked Room, restaurante propiedad del Grupo Dani García, quien recordemos decidió cerrar su restaurante Dani García justo un año después de conseguir tan ansiado reconocimiento de la tercera estrella, y de eso hace ya dos años. 

No me gustó en absoluto la reacción de muchos cocineros en la gala regateando y negando el aplauso al joven cocinero que se enfundó la chaquetilla bordada con las dos estrellas, Massimiliano Delle Vedove, única y exclusivamente por esa manía que tenemos de meternos con las decisiones de aquellas personas con las que no compartimos opinión. Yo lo dije en su día y lo digo hoy: me parece perfecta la decisión que tomó Dani García en su momento, porque ¿quiénes somos los demás para obligar a nadie a vivir una vida que no quiere? Si los inspectores hoy han decidido reconocer su nueva casa con dos Estrellas eso me indica dos cosas: una es que lo han tenido muy claro (imagino las discusiones a puerta cerrada), y la otra es que han hecho lo más difícil, reconocer el trabajo de alguien que cerró una puerta hace muy poco tiempo. Desde aquí mis respetos a los inspectores de la guía y mis reconocimientos y felicitaciones al equipo de Smoked Room, desde Dani García hasta el último que haya tenido que ver en este trabajo. 

Pero eso no es todo. Hay muchos periodistas gastronómicos que admiro en nuestro país, unos cuantos presentes en la gala y otros que no, pero entendiendo que todos tengamos nuestro corazoncito y que tiremos más por una casa o por otra, muchas veces por desconocimiento. No comparto la cantidad de menosprecios e insultos que he visto verter hacia la Guía Michelin, porque si no crees en ella, ¿para qué cogerte tantos nervios? 

Y no me vale eso de que “tenemos que opinar de lo que nos parece mal”, porque te pregunto a ti, ¿has visitado a esos restaurantes premiados antes de decir que no te parece justo? Ya te digo yo que no, porque salvando a unos muy muy pocos elegidos que se pegan el año entero viajando y a los que considero referentes en el periodismo como son José Carlos Capel, Julia Pérez Lozano o Carlos Maribona, la gran mayoría de nosotros nos limitamos en gran parte a nuestro círculo más cercano de residencia, saltando a determinados puntos repartidos por diversas partes de nuestro país con motivos muy concretos. 

Y si tú estás criticando a la guía porque no te gusta su criterio, no crees que esté siendo justa o te parece que alguno compra la estrella (si dices eso último o siquiera lo insinúas, es que no tienes ni puñetera idea de lo que hablas) estás faltándole el respeto a todos y cada uno de los restaurantes que este año consiguieron estar reconocidos por la misma con Estrella, BIB Gourmand o Recomendado. Y no me vengas ahora con el “pero esta casa sí se lo merece”, porque me suena igual a todo aquel racista u homófobo que utiliza el “pero” para justificarse de su opinión. 

Hay otro melón que me apetece abrir, el de los haters oficiales a los que todo, absolutamente todo, les parece mal y siempre tendrán la palabra preparada y afilada para criticar a golpe de tuit. Si le dan la estrella a fulanito, “mal”; si mengano se queda sin estrella, “mal”; si alguien quiere aprovechar para subir de precio su menú, “mal”; si alguien decide hacer lo que le dé la gana, “mal”. En definitiva, la posición divertida es la de criticar todo y a todos, disparar sin tino como si tuvieran una metralleta en la mano y lo peor es que se creen en posesión de la verdad absoluta. Los que no opinamos igual, o somos unos coleguitas de los cocineros o estamos comprados por la Guía. En fin, la cara oscura de las redes sociales de los tiempos que vivimos.

Desde aquí quiero felicitar a la Guía Michelin por la celebración de la gala de este año, en el día de su presentación. Quique Dacosta dijo que “queremos hacer la mejor gala de la historia” y a nivel gastronómico sin duda alguna así fue. El despliegue que todos y cada uno de los restaurantes presentes de la Comunidad Valenciana con sus equipos de sala y cocina al pie del cañón fue de tal magnitud que uno sintió que pudo viajar por casas maravillosas al alcance de la mano. Así que mis agradecimientos a Alberto Ferruz (Bonamb), Miguel Barrera (Cal Paradis), Luis Valls (El Poblet), Susi Díaz (La Finca), Begoña Rodrigo (La Salita), Kiko Moya (L’Escaleta), Quique Dacosta (Quique Dacosta Rte), Raúl Resino (Raúl Resino Rte) y Ricard Camarena (Ricard Camarena Restaurante), con mención especial al puesto de Balfegó y a los aceites de Jaén, como diría un gran cocinero gaditano que todos conocemos, “gloria bendita”. 

También quiero dar las gracias a la ciudad de Valencia por cómo nos acogió a todos en unos días memorables y sentidos en el antes, durante y después de la gala, donde daba gusto ver que por cada esquina veías a alguien probando y disfrutando de las propuestas de los sitios locales. Hay gente que critica el coste económico que para una ciudad tiene organizar una gala como esta, yo les diría que creo que se amortiza hasta el último céntimo por medio de las visitas, difusión y también gasto per cápita que cada visitante se deja en cada establecimiento que visita

Y por último, lo más importante y sin ningún pero, felicidades a todos y cada uno de los restaurantes que han conseguido mantener sus tres estrellas, ganar la segunda, obtener la primera, enfundarse un BIB Gourmand y aparecer como Recomendado en la Guía Michelin 2022. 

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