Imagínese que es usted un ciudadano europeo que decide pasar sus próximas vacaciones en Canarias y empieza a bucear en la Red buscando información sobre los atractivos turísticos del destino. Y descubre que además de sol, playa y variada oferta gastronómica, deportiva, lúdica y de naturaleza, existe una propuesta cultural que no esperaba y le sorprende. Resulta que ese Archipiélago atesora, sin que sus gobernantes lo sepan, una riqueza en pintura flamenca de la que no son conscientes tampoco sus propios habitantes. Y usted, ciudadano europeo al fin, siente una gran curiosidad por descubrir y ver de cerca alguno de esos cuadros que estudió de joven en su libro de Arte sin imaginarse que podría tenerlo un día a centímetros de distancia. Pues bien, esto es lo que le propone el proyecto La ruta de la pintura flamenca en Canarias. Descubrir in situ, con smartphone y sin él, un patrimonio riquísimo, hasta ahora ignorado, que podría competir en pintura flamenca con muchos museos de importantes ciudades.
Ahora imagine que vive habitualmente en Canarias y algún amigo le cuenta que además del famoso tríptico de las Nieves, en Agaete, hay todo un mundo por descubrir si le gustan los pintores de Flandes de los siglos XVI y XVII. ¿Se anima a saltar de isla en isla para catarlo de cerca? Porque eso, y no otra cosa, es lo que le sugiere el promotor del proyecto. Que se dé un paseo por Gran Canaria, La Palma, Tenerife; que compare el contenido de la sala de pintura flamenca del Prado con lo que vive oculto e ignorado en sus iglesias, museos y casas señoriales. Expertos como el herreño Matías Díaz Padrón -su magisterio en la materia es uno de los puntales del proyecto- pueden ayudarle en la tarea.
Por último, cierre los ojos, vuelva a su infancia e imagine que es usted un niño de 5, 7, 10; un adolescente de 13, de 17. Y que su seño cuenta en clase que la salida del mes próximo es a Vegueta, a San Telmo, a la Catedral, que quien tenga smartphone lo lleve, porque lo van a necesitar para que puedan ver el interior de la ermita donde oró Colón si se la encuentran cerrada. Con una foto al QR de la placa informativa se abrirá un recorrido virtual que les mostrará y explicará su contenido. De igual modo que si el QR es de un cuadro, conocerá sus peculiaridades, la historia de cómo llegó a ese lugar, quién lo encargó, cómo era el pintor, dónde vivía… Podrá viajar en tiempo y espacio desde su móvil y, sin duda, regresará ese día al cole o al instituto sabiendo un poco más de los tesoros que encierran los templos de la isla.
Pues bien, todo eso y más forma parte del sueño de Manuel López, un auténtico forofo del arte flamenco que descubrió este legado casi sin proponérselo. Pues, ¿quién iba a decirle a este militar del Aire afincado en las Islas, retirado hace un tiempo y amante de la obra de Brueghel el Viejo, que escribir una novela sobre La Torre de Babel, su cuadro más conocido, le iba a deparar tantas emociones? El tercer cuadro, un recorrido entre la historia del siglo XVI y nuestros días aliñado con intriga, sexo, intereses políticos y religiosos y aventuras, ya ha sido reeditada y se ha convertido en el punto de partida de esta iniciativa que pretende sacar a la luz y divulgar el valor incuestionable del patrimonio artístico que las Islas atesoran. Un material que podría convertirse en un nuevo atractivo turístico que sumar a los que ya posee el Archipiélago. El novelista, además, quiere empezar poniendo en valor este patrimonio para los propios canarios. En ello lleva trabajando meses, buscando la colaboración y el respaldo económico de instituciones públicas y empresas privadas, hablando y presentando el proyecto a unas y otras. “Cuando empecé a investigar y documentarme para escribir la novela, nunca supuse que encontraría tanto material y, sobre todo, nunca esperé toparme de bruces con tantísima riqueza artística olvidada”, explica López. A su pasión por los pintores de Flandes se unió pronto la convicción de la necesidad moral de darla a conocer, de sacar del injusto anonimato en que están sumidas las muchas piezas desperdigadas por este Archipiélago inconexo y fragmentado, cuyos lazos históricos con los Países Bajos hace varios siglos han dejado una huella que ahora ve la luz.
El proyecto cuenta en estos instantes con un valedor de lujo, el experto Matías Díaz Padrón, máximo responsable durante décadas del Departamento de Pintura Flamenca y Holandesa del Renacimiento y Barroco del Museo del Prado. También el actual Diputado del Común, Jerónimo Saavedra, Agustín Guimerá y Tomás van de Valle coinciden en el impacto que podría suponer esta oferta como atractivo cultural gourmet, a la altura de la propia sala de pintura flamenca del Prado. O más. Porque ésta acoge una decena de obras de autores de primer orden, mientras que lo catalogado por López Ramírez en las Islas no solo duplica esa cifra sino que la amplía con muchas más obras de otros artistas que aunque de segundo nivel son también magníficos. Pero es que además hay obras únicas. “El retablo de Van Balen, maestro de Van Dyck, es una de ellas. Lo tenemos aquí, en la catedral de La Laguna. Y muy pocos lo saben”, sigue explicando López. “Y eso por no hablar de la gran cantidad de pinturas anónimas. En una segunda fase del proyecto valdría la pena averiguar su autoría. Igual descubrimos hallazgos importantes”.
Un paseo por Arucas, primera novela de la colección
La primera etapa de esta ruta la centra una colección de novelitas -el diminutivo es por su extensión, de pocas páginas- que, a modo de folleto, guían al turista -patrio o foráneo- a través de municipios como Arucas, Agaete, Telde y Las Palmas de Gran Canaria, en la isla redonda; Taganana, La Laguna, Santa Cruz, Los Realejos y La Orotava en Tenerife, o Santa Cruz de La Palma en la Isla Bonita. Junto a los puntos clave de cada sitio, el autor incluye el cuadro flamenco que dicho pueblo custodia, y le cuenta su historia y peculiaridades, de modo que al terminar el recorrido por sus calles y sus páginas, sale el paseante más sabio y con más ganas de recorrer de este modo otros pueblos con cuadros. “Mucha gente conoce el Tríptico de Las Nieves, de Joos van Cleve, y su valor artístico. Y eso está bien. Pero es que además del retablo de Agaete, las Islas cuentan con medio centenar más de obras de importancia. Y muy pocos lo saben. De ahí la necesidad de este proyecto, su pertinencia, su interés”, argumenta.
La primera entrega de la serie nos conduce hasta Arucas, en Gran Canaria. Allí, la iglesia de San Juan acoge La Presentación de la Virgen en el Templo, de Henry Watele, pintor del circulo de Rubens y primera figura en pintura al cobre. De ahí a Agaete, cuyo alcalde ya ha manifestado su interés por respaldar el segundo libro. También hay acuerdos para escribir los de Telde, La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de La Palma. Y no da avío López porque en medio de tanta producción literaria su editorial le reclama se dé prisa con una segunda parte de El Tercer Cuadro, la novela que inició este revuelo.
Entre las acciones que contempla el proyecto hay una especialmente atractiva para milennials y usuarios de dispositivos electrónicos: rutas virtuales a través de bidis. La tecnología se alía con la Historia y el arte para abrir rincones cerrados: recorridos que combinan el paseo real con la visita virtual al lugar donde está el cuadro, al margen de horarios. La iniciativa tiene asimismo un importante componente pedagógico, para descubrir la riqueza pictórica a los más pequeños desde sus años escolares. Para enseñarles a disfrutar una obra de arte. La tecnología, nuevamente, se combina con productos tan clásicos como los puzles o los dibujos para colorear. “Al final, lo importante es integrar el aprendizaje, el conocimiento sobre el valor de lo que tenemos en nuestras islas, con la experiencia de disfrutar con el arte y la cultura. Y lograrlo desde las edades más tempranas, como un hábito que ahí les quedará para toda la vida. Lo de ir a otra ciudad y patearla, conocer sus rincones, su historia, su arte. Y hacerlo con el móvil y sin él, con todos los sentidos”, expone.
Otra parte del proyecto es proceder al lavado de algunos de los cuadros más significativos. “Restaurar las pinturas ya vendría después, pues un proceso así requiere mucho dinero y la implicación total de las administraciones públicas con competencias en el tema”, señala. “Pero, para empezar, ponerlas bonitas, limpiarlas, parece asequible. Y en ello estamos, con los Obispados, con las consejerías… A ver si entre todos lo logramos”. La idea de reunir en una exposición internacional de algunas de las obras más significativas, compartiendo espacio con obras de otros museos, sigue activa en su cabeza. Ahora busca colaboradores que difundan el proyecto en medios de comunicación y redes sociales, para ir generando en cuanta más gente mejor las ganas de apoyar un proyecto que a medio plazo colocaría a las Islas en el mapa internacional del turismo cultural. “Una sociedad que invierte en educación y cultura es una sociedad que avanza. Y esto es labor de todos, no sólo de los gobiernos”, afirma, mientras sueña con el carácter divulgativo del proyecto. “Apenas sabemos cómo era la vida en el siglo XVI en Canarias, había una actividad comercial intensa que movía potentes sectores económicos; había familias con capacidad para comprar grandes obras de arte, precisamente pintura flamenca. Pero esta es un parte de nuestra historia que no conocemos. ¿Cómo apreciar algo que ignoras? No podemos sentir como nuestra esta riqueza artística porque no la conocemos. Así que entre nuestras tareas pendientes está contar esta historia, darla a conocer, poner en valor el riquísimo patrimonio pictórico que tienen las islas. Y de ahí, a sentir el sano orgullo de saberse poseedor de algo muy valioso, y contarlo. Porque ahora mismo, con internet y las redes sociales, todos podemos hacerlo”, concluye.