Broad City
Dos chicas, Ilana Glazer y Abbi Jacobson, se conocen durante unas clases de improvisación del Upright Citizens Brigade de Nueva York; tienen 19 y 22 años, y la química es inmediata. De este encuentro fortuito surgirá una amistad destinada a revolucionar el mundo de la comedia.
Jacobson y Glazer tenían claro su objetivo: estaban dispuestas a trasgredir, y tuvieron la suerte de tener la tecnología de su lado. Internet, una vez más, hizo las veces de salvoconducto para aquellos que no parecen, ni quieren, encajar en lo establecido. La red, en su espíritu democrático, dio vía libre a sus ideas y les sirvió de lanzadera. En Youtube encontraron el espacio ideal para compartir una serie web donde experimentarían con vídeos cortos −no más de tres minutos de duración− que serían un primer esbozo, más casero y destartalado, de su posterior éxito, Broad City.
A los vídeos les faltaba pulido, pero tenían potencial. Al menos eso fue lo que pensó Amy Poehler, actriz y antiguo miembro del Saturday Night Live, quien empezó a ejercer como mentora para las chicas. Su apoyo incondicional la llevaría a producir la serie tras conseguir un contrato con Comedy Central. La cadena firmaría por una primera temporada en 2014 y a cambio obtuvo un producto totalmente fresco, irreverente y ante todo, personal. No había nada igual: una serie creada y protagonizada por mujeres que huía de cualquier estereotipo. De hecho, cuando se les pregunta sobre esto, ambas niegan que el hecho de ser mujeres sea una parte especialmente importante de su proceso creativo. “Los personajes definitivamente tienen vaginas, pero no pensamos en eso cuando escribimos”, explica Glazer.
Sin etiquetas, simplemente humor
Broad City es un salto sin red, una escandalosa y surrealista radiografía de la vida en Nueva York pero con una vuelta más de ingenio. De hecho, su punto de partida no es nuevo: dos amigas abriéndose paso en la gran ciudad. El tema puede resultar manido, pero la óptica de sus creadoras es tan original que no se encuentran paralelismos en otras series, y menos, con protagonistas femeninas.
Aunque para ellas no se trata de una cuestión de género. Hacen humor sin distinciones: puede ser absurdo, inteligente o una completa payasada pero no piensan en atraer un público determinado, más allá de la risa. Si hay algo estrictamente femenino en sus historias, aparece por el simple hecho de ser tabú, como la vergüenza que acompaña a la menstruación o la negación de la masturbación. Y aprovechan estas circunstancias para arrebatarles cualquier mística u obscurantismo, encontrando siempre un revés cómico inesperado.
Broad City aporta una versión alternativa de otras historias que retratan la vida neoyorkina. No es el Manhattan de Seinfeld o el Brooklyn de Girls, ni mucho menos, la realidad paralela del Upper East Side de Gossip Girl. Abbi e Ilana no representan nada de esto. Ellas van en metro, hacen números para comer en un restaurante y pasan gran parte de su tiempo en parques públicos sólo para descansar un momento de sus compañeros de piso. Sus vidas, pese al surrealismo que caracteriza muchas de las escenas, tienen uno de los telones de fondo más realistas de la televisión. Porque aquí la imaginación tiene otro propósito.
Tanto Glazer como Jacobson interpretan una versión exagerada de ellas mismas donde prima la cotidianidad llevada al absurdo. Sus personajes se permiten hacer de todo, no hay cautela ni moraleja, porque lo importante es conseguir la carcajada. Así nos encontramos con Abbi, una ilustradora que sobrevive trabajando como personal de limpieza en un gimnasio. Fantasea con la idea de ser monitora de spinning, una ensoñación de la que suele despertar, sobresaltada, al caerle encima la toalla usada de algún cliente. Se siente atraída por su vecino pero no es capaz de superar las frases de rigor que ofrecen los encuentros en el ascensor. Por su parte, Ilana hace el vago sin remordimientos en una empresa que lanza ofertas por internet, Deals Deals Deals; al tiempo que mantiene relación abierta y consume marihuana como deporte. La despreocupación de una choca con la sensatez de la otra, una combinación que no les impide ser las mejores amigas, de un modo genuino y falto de toda la toxicidad que otras ficciones representan. Y aunque sus personajes fracasen, se respira un permanente aire de optimismo, como una invitación a poner en pausa las preocupaciones existenciales.
Trump las ha vuelto políticas
Un toque fresco y provocativo marca cada episodio, sin embargo, lo que empezó siendo una oda a la diversión más pura, se ha visto superada por la realidad. Ya en la anterior temporada, Abbi e Ilana demostraron su apoyo de Hillary Clinton, incluyendo un cameo de ésta en la serie (con guiños a cámara lenta incluidos).
Su compromiso con la candidata demócrata fue algo público desde el principio y ambas estaban convencidas de que Estados Unidos tendría, por fin, su primera mujer presidenta. Una predicción que se derrumbó de golpe con el anuncio de la victoria de Donald Trump. La noticia las llevaría a reescribir algunos pasajes de su cuarta temporada con el fin de reflejar su descontento.
“Esta temporada está basada en lo que estamos sintiendo, las distintas etapas de la pena: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación”, explicó Glazer en una entrevista para Nylon. Una serie de fases que han querido amortiguar ofreciendo en la web de Comedy Central varios carteles anti- Trump como medida de desahogo.
La decisión de mostrarse más políticas radica en una mayor seguridad en sí mismas, en el convencimiento de que la serie tiene algo importante que decir. “Siempre me había sentido incómoda hablando de política”, contó Jacobson en la misma entrevista. “Pensaba: ¿estoy lo suficientemente informada? ¿Lo conozco todo? También he sido consciente de que somos dos chicas blancas de los suburbios, gente afortunada. Pero ahora pienso: Somos graciosas. Tenemos una voz y una plataforma. Hay que usarlo”.
Esta cuarta temporada se estrena el 13 de septiembre y, eso sí, aunque se anticipa más política que nunca, el nombre de Trump aparecerá censurado con un pitido. “No hay tiempo en el aire para esta persona naranja”, dijo Glazer, a raíz de la temática de uno de los nuevos capítulos donde Ilana encontrará difícil llegar al orgasmo al saber que hay tanta gente en peligro por las políticas del actual presidente. Una temporada que, sin duda, promete.