Son las playas más salvajes y menos transitadas de la isla de Fuerteventura, que de playas, mar y arena sabe mucho. Y también son las playas que más soportan la amenaza leve del viento alisio. Son las conocidas como playas de Barlovento, situadas en un espacio protegido de la isla más extensa del archipiélago canario y en una zona, en la vertiente norte de la península de Jandía, con acceso complicado y algo incómodo.
Para conocer y pisar las playas de Barlovento no basta con bajar la ventanilla del coche. No, por fortuna. Para recalar en El Cofete, el camino es más largo, ofrece más complicaciones (casi ninguna insalvable) y hay que dedicar a la aventura unas cinco horas, como mínimo. Esto si se quiere hacer bien.
El punto de partida de la excursión debe ser el pueblo de Morro Jable, el lugar con mayor población de los situados más al sur en Fuerteventura, al que se llega por carretera desde la capital de la isla, Puerto del Rosario, en poco más de una hora.
Poner rumbo al faro de Jandía desde Morro Jable no ofrece dificultad alguna, y basta con elegir el trayecto que conduce al puerto local desde el centro del pueblo para, antes de llegar a la explanada de la instalación portuaria y justo en una curva, girar a la derecha y tomar la vía que conduce al citado faro. Cogida esta ruta, que es la única, lo ideal es ir despacio y disfrutar de la calma marina que suele dominar el paisaje de litoral en la vertiente de sotavento, de manera que se pueda apreciar el contraste entre este paisaje y el habitual en la vertiente de barlovento, que es el destino de la excursión, siempre con dirección al caserío de El Cofete, donde se puede aparcar el vehículo e iniciar un paseo a pie por las laderas de la cadena montañosa y por la plataforma arenosa de las playas de Jandía.
Con el paseo por este pequeño tramo basta para empaparse de la naturaleza virgen; para disfrutar de un medio salvaje en toda regla (con fauna autóctona de costa) y de las arenas de origen orgánico existentes en sus playas, como hay en otros tantos puntos de la costa de Fuerteventura, y para verse las caras con el moderado y omnipresente alisio, que lo domina todo y que impone en su recorrido el modelo de organización de la vida vegetal.
De Morro Jable a El Cofete se llega en algo más de una hora, sin ir deprisa y sin desviarse para hacer una parada en el faro de Jandía, cuya visita es recomendable y se puede hacer en el camino de vuelta. El faro está situado en la punta más meridional de Fuerteventura, donde se abrazan las dos partes de océano: el mar bravo del norte y el más tranquilo del sur.
Antes de llegar al punto de inflexión localizado en la montaña, a la degollada de Agua Oveja (o en este mismo collado), lugar que da paso al descenso y desde el que se enfoca la senda hacia El Cofete, se recomienda una parada breve para divisar las dos vertientes, los dos paisajes y los dos mares, visiones distintas a un lado y a otro de la montaña que tienen mucho que ver con la huella que deja el alisio.
Desde la degollada de Agua Oveja hasta El Cofete se llega en menos de una hora, y ya el camino transcurre por la parte más salvaje del parque natural, justo a mitad de ladera de la montaña de Jandía, cuya cumbre se denomina de la misma manera y tiene una altitud de 807 metros. El recorrido por la vertiente de la montaña, ya en el lado expuesto a los vientos del norte, conduce a El Cofete, desde cuyo lugar se impone una parada larga, los preparativos necesarios para iniciar la excursión a pie y una bajada lenta y precisa a las arenas limpias y frescas de las playas de Barlovento, donde el zumbido del mar, el cosquilleo de la arena en los pies descalzos y la presencia inalterable de un viento suave y fresco indican que se está en la plataforma costera más virgen, natural y menos antropizada de toda Canarias: en las playas de Barlovento.
Este lugar, que está protegido por el Gobierno de Canarias con la calificación de parque natural, se puede convertir en algo más importante si prospera la iniciativa del Cabildo de Fuerteventura y de colectivos ecologistas de la isla de convertir a casi la mitad septentrional de Fuerteventura en parque nacional, desde Dunas de Corralejo a la península de Jandía, incluyendo toda la vertiente costera y central de la isla situada del norte-noroeste al sur-sudoeste.
La excursión de Morro Jable, en el sur de la isla de Fuerteventura, al Cofete, en la vertiente de barlovento de la península de Jandía, con visita y paseo por las arenas de las playas de Barlovento, da para mucho, pero basta para disfrutarla a tope con observar la maravillosa cadena montañosa de Jandía, modelada por el paso del tiempo; con darse un baño en las playas vírgenes de Barlovento, y con disfrutar de un paseo liviano y maravillosa por la plataforma costera, que tiene kilómetros de longitud y que es el paisaje de litoral más inmenso y natural que se puede pisar en Fuerteventura (junto a parte de Dunas de Corralero), casi siempre con la compañía del viento alisio. El paseo obliga a hacer una parada en la degollada de la montaña, justo antes de tomar la vertiente norte, para divisar la calma marina de un lado y la agitación del otro, el expuesto a los vientos dominantes. Además, se recomienda contemplar con calma el paisaje árido de las laderas y la vegetación natural que puebla el tramo bajo de la montaña. No hay que olvidar el color del cielo y las nubes, otras de las características de este paisaje.
La excursión de Morro Jable, en el sur de la isla de Fuerteventura, al Cofete, en la vertiente de barlovento de la península de Jandía, con visita y paseo por las arenas de las playas de Barlovento, da para mucho, pero basta para disfrutarla a tope con observar la maravillosa cadena montañosa de Jandía, modelada por el paso del tiempo; con darse un baño en las playas vírgenes de Barlovento, y con disfrutar de un paseo liviano y maravillosa por la plataforma costera, que tiene kilómetros de longitud y que es el paisaje de litoral más inmenso y natural que se puede pisar en Fuerteventura (junto a parte de Dunas de Corralero), casi siempre con la compañía del viento alisio. El paseo obliga a hacer una parada en la degollada de la montaña, justo antes de tomar la vertiente norte, para divisar la calma marina de un lado y la agitación del otro, el expuesto a los vientos dominantes. Además, se recomienda contemplar con calma el paisaje árido de las laderas y la vegetación natural que puebla el tramo bajo de la montaña. No hay que olvidar el color del cielo y las nubes, otras de las características de este paisaje.