Hasta hace apenas veinte años, las mujeres tenían el primer hijo entre los 18 y 23 años, una realidad que ha ido cambiando con el paso del tiempo, pues en la actualidad el planteamiento de ser madres aparece entre los 29 y los 35 años. Diversos son los factores que han dado lugar a mencionado cambio, entre ellos, una situación laboral compleja y el difícil acceso a una vivienda. Estos son algunos de los motivos por los que la maternidad llega a una edad más avanzada en España.
Del mismo modo, el mercado laboral tan competitivo ha dado lugar a que aumenten los años de formación para obtener un mejor nivel académico. Así es que, aunque tener hijos suponga un instinto vital, la sociedad actual no siempre ayuda a ello.
Junto a todo lo citado con anterioridad, se suma el tomar la decisión correcta en el momento oportuno, debido a que la llegada de un hijo no sólo genera un cambio en la rutina, sino en la mentalidad y la forma de pensar.
Natalidad en España
Desde hace unos años, España ha experimentado un claro y profundo cambio demográfico, debido principalmente al descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población. Dicha caída, no es una novedad, pues viene marcada por las transformaciones sociales que se han producido en el país.
Como así ha adelantado Naciones Unidas, en el 2025 se prevé un aumento superior al 60% de personas con edad avanzada, lo que a su vez supone una disminución lógica de jóvenes y un crecimiento de adultos, cuyas consecuencias no son fáciles de prever.
Actualmente, se ha producido un retraso en la edad de la maternidad, debido entre otros factores, a la extensión de los anticonceptivos, la disminución de matrimonios y la dificultad para obtener una estabilidad laboral. Por tanto, el primer niño se tiene alrededor de los 32 años, lo que sitúa a España como el segundo país de Europa en el que se tienen más tarde a los hijos.
Según un estudio de Eurostat, la media de la Unión Europea para tener el primer hijo se encuentra en los 28,8 años, siendo Bulgaria, Rumanía y Letonia, los países en los que se opta por ser padres a una edad más temprana, entre los 25 y 26 años. Del mismo modo, conviene destacar que las mujeres comienzan a experimentar una disminución en la fertilidad a partir de los 30 años, un dato que muchas veces resulta desconocido a la hora de tener un hijo, pues la edad es un factor que puede resultar decisivo (tanto en la mujer como en el hombre) en el momento de ser padres.
Fecundidad y edad
En los últimos años se ha generado una idea errónea sobre la efectividad de los tratamientos para concebir y los avances técnicos de la medicina reproductiva, al ser considerados como tratamientos milagrosos capaces de resolver cualquier problema vinculado al embarazo. Según los especialistas, la edad idónea para ser madre está en los 25 años, debido a que los óvulos, al igual que el resto de células que conforman el cuerpo humano, también envejecen, lo que provoca que las probabilidades de embarazo vayan disminuyendo con el paso de los años.
Por ejemplo, a los 40 años existe una probabilidad del 5% de quedarse embarazada de forma natural, lo que muchas veces lleva a recurrir a mencionadas técnicas de reproducción. En cuanto a la inseminación artificial, solo un 11% de las mujeres con más de 40 años que deciden someterse a dicha técnica se quedan embarazadas, según la Sociedad Española de Fertilidad. El motivo principal de este retraso se encuentra en los problemas que supone compatibilizar la vida profesional con la familiar. De hecho, según una encuesta de fecundidad realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), con una muestra de 10.000 españolas, alrededor de un 60% de las mujeres encuestadas consideran que tener un hijo supone un obstáculo para el desarrollo profesional.
Maternidad subrogada
En España, así como en gran parte de países del mundo, la maternidad subrogada aún no está permitida, por lo que una pareja que desee contratar un vientre de alquiler se tendrá que desplazar a Estados Unidos, Ucrania, Rusia, México, Georgia o Kazajistán. Además, cuatro de ellos (Rusia, Ucrania, Kazajistán y Georgia) no permiten la gestación subrogada a parejas homosexuales o personas solteras, tan solo a casados heterosexuales. El precio se encuentra entre los 50.000 y los 200.000 euros, dependiendo del país o del contrato que se haya acordado.
Concretamente, en Estados Unidos llevan más de 30 años realizando dicha técnica, por esta razón es la opción más recomendada por los bufetes y las agencias. Se trata del único país que reconoce la filiación de los dos padres españoles, mediante una sentencia judicial.
Por su parte, la gestante debe cumplir con una serie de requisitos, pues es obligatorio que tenga al menos un hijo, que cuente con buena salud y que lleve un hábito saludable de vida. Otro aspecto que se suele mirar, aunque en menos medida, es que su economía sea estable y que no lo haga por necesidades económicas.
Hace apenas una semanas, se ha sumado Portugal a los países que permiten los denominados “vientres de alquiler”. La legislación indica que solo podrán acceder a la maternidad subrogada aquellas mujeres que sufran algún problema en el útero que no les permita quedarse embarazadas. Además, se especifica que la mujer que decida alquilar su vientre, no recibirá ningún tipo de remuneración y tampoco establecerá vinculo alguno con los futuros padres.
Las estadísticas hablan
La caída de la población española va mucho más rápido de lo esperado, pues el pasado año murieron 2753 personas más de las que nacieron, por lo que para el CED (Centro de Estudios Demográficos) será una tendencia que se mantendrá durante los próximos años. Así es que, en el 2015 se produjeron menos partos en todas las comunidades, a diferencia de la población que experimentó un crecimiento en Madrid, Andalucía, Cataluña, Murcia, Baleares, Canarias, Melilla, Ceuta y Navarra.
Según las previsiones, en el 2050, la población con edad para la jubilación habrá duplicado a los jóvenes de 15 años, por tanto, si esto finalmente se cumple, en el 2080 se invertirá la pirámide poblacional.
¿Cómo resolverlo?
Se debe informar a la población de las consecuencias que puede traer para la sociedad una baja natalidad, al mismo tiempo el Estado debe impulsar ayudas y propuestas para hacer frente a los bajos índices de fecundidad. Asimismo, es importante que las leyes ayuden a poder conciliar sin problemas la vida laboral y familiar a través de horarios flexibles, de tal manera que los padres puedan ajustar su horario al escolar.
Por otro lado, sería necesario que se ampliara tanto la baja por paternidad, como por maternidad, para de esta forma adaptarse mejor al cambio y lograr la estabilidad deseada. Finalmente, otro aspecto a tener en cuenta y que ya otros países como Alemania o Francia han aplicado, es la concesión de prestaciones por número de hijo, de tal modo que el primer país citado aporta a las familias 184 euros por hijo, mientras que el segundo 129 por dos hijos y 295 por tres.