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Operación Pilgrim: cuando los británicos estuvieron a punto de invadir Gran Canaria

Montaje de militares ingleses ocupando la calle de Triana.

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran Canaria —

Los canarios podríamos estar hablando inglés como lengua principal si los azares de la II Guerra Mundial hubieran ido por otros derroteros. Canarias podría ser hoy de los británicos, como Gibraltar, si durante la segunda gran contienda bélica del siglo XX nos hubieran invadido, como tenían previsto en la operación Pilgrim ante el temor de que los alemanes, con el apoyo de las tropas franquistas, tomaran el Peñón.

En las Islas ha habido siempre más anglófilos que germanófilos. Muchos paisanos se lamentan que desde Canarias no se dejara entrar al almirante Nelson (almirante de la Marina británica) en 1797 y sin embargo dejáramos salir a Franco para liderar el alzamiento nacional que acabó con la República e inició cuarenta años de dictadura fascista. Las relaciones con los ingleses ha sido siempre muy fluida en las Islas.

La operación Pilgrim fue un plan de ocupación de Canarias, empezando por Gran Canaria, ideado por Reino Unido durante el principio de la Segunda Guerra Mundial. Los británicos temían que la implícita alianza entre Hitler y Franco facilitara la toma de Gibraltar, en poder de los ingleses, por parte del ejército alemán. Gran Canaria, además, tenía el atractivo de que tenía un aeropuerto en Gando y el gran puerto de La Luz y de Las Palmas.

Inglaterra temía que las buenas relaciones entre Alemania y España pudieran acabar en una ocupación de los germanos en Gibraltar, un lugar clave en la geoestrategia mundial. Por eso se programó la operación Pilgrim en 1941, que consistía en una invasión de Gran Canaria, donde serían atacados tanto el puerto como el aeropuerto de la isla para posteriormente tomar a toda la población.

En realidad el Archipiélago, debido a su importancia geoestratégica, era codiciado tanto por los alemanes como por los británicos, enemigos acérrimos en la gran guerra. Al final, debido a esa gran tensión internacional entre estas dos grandes potencias, Franco tuvo que recular en su política de acercamiento a Hitler y no apoyar la toma del Peñón por los alemanes. Eso hizo que el interés británico por conquistar las Islas también se diluyese al mantener el mando del Peñón. No fue necesario sustituir Gibraltar por Canarias.

Sobre todos estos avatares que pudieron cambiar la historia de las Islas, el Cabildo de Gran Canaria ha celebrado una jornadas sobre Arqueología del conflicto en la que diversos historiadores y arqueólogos han explicado la historia de Canarias que pudo ser y al final no fue por casualidades y causalidades del destino. Es una disciplina que se conoce como historia contrafactual, donde se elucubra sobre lo que pudo haber ocurrido y que el azar cambio en el último momento.

Juan José Díaz Benítez, profesor de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, relata estos acontecimientos encuadrados en la Operación Pilgrim como “el alcance de unos planes que nunca se llevaron a la práctica y sin embargo existieron, es decir, son historia. Incluso se asignaron fuerzas y barcos de guerra en un momento en el que Reino Unido necesitaba esos medios para otras operaciones bélicas, lo que indica la importancia de lo que hablamos”.

La Operación Pilgrim tomó también otros nombres por motivos de seguridad, como Puma, Chutney o Tonic. “Gran Bretaña aplicó a principios de los años 40 una serie de medidas para mantener la neutralidad de España, pero como sabía que podía fracasar preparó una expedición para tener una alternativa si perdía Gibraltar”.

Díaz recuerda que Franco intentó entrar en la guerra y colaboró activamente con los países del Eje, “especialmente con Alemania, por lo que incumplió su compromiso y obligaciones como nación neutral en la guerra. Para los ingleses Gibraltar era clave para proteger la navegación por el Atlántico Sur después de que se complicara el canal de Suez por la peligrosidad del estrecho de Sicilia cuando Italia entró en la guerra en 1940”.

Por su parte, el historiador Artemi Alejandro, señala que “la arqueología del conflicto no solo son los restos materiales, sino la relación entre el pasado militar y el cambio del paisaje a lo largo del tiempo. Los británicos piensan que no van a poder mantener Gibraltar si España entra de lleno en la guerra apoyando a Alemania”.

Alejandro dirigió estos días una serie de visitas guiadas a la batería de Taliarte, junto a Melenara, en la costa de Telde, en Gran Canaria. “Un país destruido por la guerra civil debe invertir en industria e infraestructura para poder reconstruirse. Sin embargo, la realidad es que invirtió en un programa de defensa, con búnkeres y baterías de combate en la costa este de Gran Canaria”.

“Hay que tener contacto visual siempre con los barcos que arriban de tal suerte que si la isla es atacada y las comunicaciones no funcionan, toda la isla pueda ser informada como en los viejos tiempos. La normativa de cómo funcionaban las atalayas o puestos de vigía era la montaña del vigía para la ciudad de Las Palmas. Cualquier flota de más de cuatro barcos que se aproximaba a la isla merecía ser encendida una pira que estaba siempre preparada. Era un sistema de defensa fundamental porque no se sabía quién podía ser. Se avisaba antes, pero otras veces podían ser naciones enemigas que llegaban sin previo aviso. Por lo tanto es un sistema que se mantiene durante la historia. Llegamos a la II Guerra Mundial y se vuelve a instaurar en un momentos en el que ya tenemos las radios y las comunicaciones”, explica Artemi Alejandro.

Yacimiento de defensa

El yacimiento donde esta la batería de Melenara o de Taliarte pertenece al sistema de defensa de la Segunda Guerra Mundial. “Tiene un interés importante por varias razones. Es de las pocas que se salen fuera del esquema previo de artillado de la isla. Prácticamente todas las posiciones, todas las baterías que tenemos en Gran Canaria en la Segunda Guerra Mundial son las mismas que se van a reutilizar en la guerra, entre otras razones porque eran lugares que estaban perfectamente testados, eran los lugares idóneos”, afirma el arqueólogo Xabi Velasco.

La de Taliarte es una de las baterías nuevas que se construyen porque no había en el planeamiento anterior. “Las razones son el cambio de la guerra, cuando cambian las cosas, y porque estamos en la zona de invasión, en la zona de las playas de la segunda guerra mundial, las que los británicos pensaban usar para el desembarco”.

Vamos a ir algo más atrás en el tiempo. “Tenemos un privilegio en Gran Canaria y es que tendemos a olvidarnos de que la conquista de la isla empieza al final de la edad media. Por lo tanto tenemos una construcción medieval. El Castillo de la Luz queda obsoleto. Un muro plano y expuesto es fácil de derribar, por lo que se convierte en una fortificación vulnerable. Es por eso que más adelante se va a rellenar de arena y se va a convertir en un gran saco para absorber los impactos y poder seguir siendo operativa”.En los siglos XVI y XVII empieza a cambiar el sistema de fortificación. “Ya la artillería está consolidada, su potencia de tiro es importante, y por eso nos encontramos con unos parámetros angulados, de forma que los proyectiles ya no impactan directamente sino que rebotan. Es un sistema tan interesante de construcción que en la segunda guerra mundial se va a aplicar a los blindados. Era una manera de ahorrar material. Serán los soviéticos los primeros que lo van a aplicar y sus blindados van a adquirir una inclinación de 60 grados con la idea de que los proyectiles enemigos también resbalen y reduzcan el blindaje en favor de la velocidad”.

Las baterías de combate son grandes estructuras que sobresalen sobre el terreno en la edad moderna, “pero cuando nos acercamos al siglo XX vemos que la cosa empieza a cambiar: los espacios se amplían, ya no tenemos una fortificación, un castillo que monopolice una zona muy concreta sino que se esconden en el territorio. Ya no existe la defensa lineal, sino en profundidad. En ese contexto tenemos este tipo de construcciones, unas baterías enterradas. Ya no interesa destacar sino pasar desapercibido. Utilizan también el territorio porque la tierra es un gran sistema de defensa que absorbe los impactos, y si además lo refuerzas con hormigón consigues una estructura sólida y fácilmente defendida”.

Telde, lugar estratégico

Telde tiene su lugar estratégico en la Segunda Guerra Mundial. Gran Canaria en general tiene una importancia estratégica fundamental en tanto que tiene un puerto perfectamente operativo con un calado para albergar una flota de combate. Eso no lo tiene ningún otro puerto del Archipiélago ni de la zona africana más próxima en el continente. No son barcos normales, sino que tienen mayor calado. Luego están los aeropuertos: el de Gando y el de Sardina, el del Aeroclub de Tarajalillo hoy en día. “Eso también era interesante. Y además tenemos unas infraestructuras portuarias perfectamente montadas y operativas, con un personal técnico que las podía tener en funcionamiento. Esto convierte a Gran Canaria en el objeto codiciado frente a otras islas, precisamente porque lo tiene todo. Una vez caiga Gran Canaria, el resto del Archipiélago no tiene importancia porque era indefendible”.

De ahí viene la expresión cada isla, un alcázar, que era el lema con el que el Ministerio de la Guerra (hoy en día Defensa) quiere llamar la atención sobre la defensa de las Islas. “En el fondo esconde un discurso obsoleto respecto a la defensa: está reconociendo la incapacidad de defender las Islas y está apelando al orgullo, al valor, a una serie de valores de otras épocas y demás porque en una guerra moderna eso de echarte al frente una ametralladora a pecho descubierto solo va a causar un mayor número de víctimas más”.

Las Islas se fortifican, se refuerzan las baterías y cuando se estudian las zonas posibles de desembarco, tanto los británicos como el ejército español lo tienen claro: tenía que ser Telde. “Mucha gente tiende a pensar que Maspalomas, por su ubicación y esas playas inmensas, es el mejor sitio. Pero Maspalomas presenta dos problemas muy importantes. El primero es la lejanía. La ciudad tiene que ser tomada en 48 horas, el cuerpo que necesita cualquier ejército para inutilizar las instalaciones o bloquear el puerto. No tiene sentido tomar la isla si al final no puedes utilizar el puerto o te va a llevar un año tenerlo en uso. El segundo problema: las unidades blindadas. En contra de lo que podamos pensar, la arena es el peor sustrato que pueden tener porque se iban a ver bloqueados allí, no iban a poder salir”.

Hoy en día es muy importante darse cuenta cómo ha cambiado el paisaje de las baterías de Taliarte. “Aquí tenemos relativamente suerte porque aún conservamos una línea de tiro y una visión de todo el área que hace que veamos que este sitio tiene una importancia visual, que podemos controlar el territorio. Ya en este lado lo hemos perdido. La zona de desembarco será la costa de Telde. Son playas más chicas pero con un sustrato más pedregoso para que las unidades puedan incorporarse al terreno del territorio. Además, las vías de acceso son los barrancos, que también son naturales”.

El túnel de La Laja

Luego está el túnel de La Laja, un elemento clave en el desembarco. “Todo iba a acabar a un fonil donde obligatoriamente en una carretera de un solo carril un túnel tenía que pasar por todo el sistema de desembarco. Esa es la clave del éxito. Ante la duda de si se podía o no tocar ese punto y se obligaba a dar un recorrido, existe un plan B, que se valoró en otras ocasiones y que ya los alemanes usaron para la toma de Dinamarca, que era llevar un ferry, un barco normal y corriente que a la misma hora que iba a comenzar el desembarco o unas horas antes entrara por el muelle, y de un carguero normal salieran 5.000 soldados que tomaban el muelle sobre la marcha. Así se tomó Dinamarca. Así pasó con las tropas alemanas: desembarcaron por el muelle con un ferry y la ciudad quedó tomada sin disparar un tiro. Pues era la misma idea, y además generar un conflicto en la ciudad que obligara a movilizar tropas al otro lado”.

Con esta batería de Taliarte hay un problema. Es una de las fundamentales del sistema de Defensa. “Es tan importante para los alemanes que vienen a visitarnos durante guerra civil, en un crucero de bolsillo, que tendrá un papel importante en la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes, viendo el problema de la posible invasión, si España entraba en guerra o no o si los aliados consideraban que tenían que tomar las Islas, deciden asesorar al ejército español. Ellos se desplazan en varias ocasiones a Gran Canaria para ver, informar de cómo van las obras y asesorar en la medida de lo posible”.

En ese contexto entra Melenara. “Melenara es una de las que nos van a recomendar como un punto a proteger. El otro punto importante es la batería de San Juan porque es el último reducto de defensa de la ciudad. Es el último punto en el que la ciudad podía ser defendida, por lo que tiene que ser reforzado y fortificado”.

Los alemanes y los españoles, conscientes de que este era la zona de desembarco porque hay un cometido fundamental, que es Gando, ahí al lado, quieren instalar una batería en Melenara, con la cual no tanto atacar a la flota invasora sino a la del desembarco, todas esas lanchas que se van aproximando. O en caso de desembarcar, a las unidades que se vayan desplegando. Ese es el rol de esta batería, esa es su función. “Realmente nunca será artillada adecuadamente porque estamos en la guerra civil con otros problemas y se está armando otros puntos de la isla. La batería que va a quedar aquí asentada no va a tener la calidad necesaria para el momento que se requería”.

El telémetro

En la unidad de mando de la batería está el telémetro, un dispositivo capaz de medir distancias de manera remota. “Es un aparato de distintos tamaños, este de Taliarte medía tres metros, por el que tú, cuando encuentras un barco enemigo, calculas la velocidad y la distancia a la que va, de tal forma que tú siempre tienes que disparar los cañones por delante del barco porque hay un tiempo en el que el proyectil tarda en caer. Es el corazón de la batería porque el mando y el instrumental están aquí. Sin esto la artillería no puede hacer nada”.

Es una época en la que España y Canarias soportan problemas económicos. Por eso el volcado del hormigonado dejaba mucho que desear. “Seguramente si han visto alguna fotografía de Normandía han podido ver cómo se hacía el volcado del hormigonado. Normalmente la clave estaba en hacer una gran caja de madera, donde uno dentro colocaba todo el mallazo, los hierros y los metales, y después echabas el hormigón. Es importante mezclar los dos porque el hormigón es duro, pero si lo golpeas se va a quebrar. El hierro es flexible pero solo no se puede mantener y es caro. Si mezclas los dos vas a conseguir una estructura que absorba el impacto, porque tiene flexibilidad, y mantiene la dureza. Para que la estructura sea perfecta y bien construida, lo ideal es hacer el volcado de una sola vez, como con un castillo de arena. Primero haces el mallazo y luego el volcado lo más rápido posible. Eso requiere muchos medios. El tiempo de fraguado suele durar unos seis meses, que es cuando alcanza su máxima dureza. La parte exterior se trata de camuflar con piedras del lugar. Aquí había un poblado aborigen pero como la defensa tenía prioridad se desmontó el poblado y se fueron incorporando las piedras al camuflado. Es el primer gran conflicto histórico en el que la aviación juega un papel fundamental. Como ya te pueden ver desde el aire, tienes que camuflar la estructura”.

La estructura tiene dos niveles: una parte superior, donde suele estar el instrumental, y una parte inferior, donde suele estar el mando, algo más protegido, para poder decidir el tiro. Con el tiempo las baterías han cambiado. Tenían un sistema de ventanas de madera y un acristalado que los protegían de las brisas marinas porque por la noche refrescaba en la costa frente al Atlántico.

En caso de ataque se rompía ese marco y ya quedaba despejado, entre otras cosas porque no podía resistir un impacto o una onda expansiva, ya que los cristales te iban a salta a la cara. “Las baterías están expuestas, no están cubiertas. Un ataque nos puede dañar y por eso hay que defenderlas de alguna manera”.

El telémetro de la batería de Taliarte tenía unos tres metros de largo. “Cuanto más grande mayor distancia puedes abarcar. Ahora estas baterías están en espacios degradados, con escombreras improvisadas. Aquí vienen los coches y depositan basura. Los yacimientos se limpian pero luego viene la gente a hacer el botellón y deja tiradas las botellas”.

La costa este

La costa este de Gran Canaria es una zona fundamental para el desembarco. “Delante tenemos a Gando, igual que las playas de Melenara. La estructura circular de la batería permite un giro de unos 300 grados aproximadamente, lo cual permite mucha maniobrabilidad a la pieza, lo que es muy importante. El tenerlas abiertas las expone al ataque, pero al mismo tiempo le da una ventaja: el lugar donde puedes disparar es mayor. Cuando la confinas dentro de un búnker, está mucho más protegida y tiene mayor resistencia, pero su área de tiro queda más limitada en tanto que ya no te puedes mover de la misma manera”.

Lo ideal de las baterías es que tenga dos accesos. “Cuando entras, si uno queda bloqueado o atacado, siempre puedes salir por el otro. La estructura es redonda. Esta batería tiene una particularidad: un sistema de almacenamiento en el mismo yacimiento. Por debajo hay túneles y distintas cámaras donde se guardaban los proyectiles que iban a servir a cada una de las baterías”.

Era fundamental tener surtida a la batería durante la batalla. “Mientras más lejos lo pongas, más personas necesitas para servir. Había elevadores para subir los proyectiles porque pesaban mucho. Hay una serie de estancias, una para protegerse la tropa en el caso de un ataque aéreo y otra para el almacenamiento de munición. Las piedras de la zona sirven para camuflar las baterías”.

Pico de Bandama

Las limitaciones imponen una solución: un agujero donde entra el aire. “En el Pico de Bandama también hay un búnker debajo, que es una posición camuflada ahora con una oficina de turismo. Si entran en el búnker verán la imaginación ya que sin tener maquinaria ninguna está tan bien aireado en ingeniería y uno nota las corrientes de aire”.

Las plataformas donde se alojan las baterías no están situadas en línea sino en zigzag para entorpecer los ataques aéreos. “Obligas al avión a hacer varias pasadas para atacar cada una de ellas. Así dificultas el objetivo al enemigo. Cada una de estas estructuras son diferentes para que cada núcleo tenga un punto de resistencia. Los pasillos son distintos, es un laberinto para el enemigo”. La batería de San Juan, de principios del siglo XX, es mucho más antigua que esta de Taliarte. La preservación del metal es fundamental.

Uno de los deberes fundamentales del artillero es tener referencias visuales, de tal forma que sepa perfectamente a qué distancia está un peñón, unas casas o unos barcos. “Tiene que saber a dónde está disparando. Los británicos hicieron una planimetría de la zona de desembarco y esta de Taliarte es una de ellas”.

En el norte de Escocia estuvo preparándose el ejército británico para la invasión de Canarias. “Como las tropas que participan en la formación no tienen que saber a dónde van a ir, entonces en el mapa se les cambian todos los nombres. A Telde se le llama Edimburgo. En los planos aparecen los nombres en clave. Al final del período de instrucción adquieren un nivel tan alto de conocimiento del territorio y de la terminología, que es la misma que se va a aplicar en el desembarco”.

Edimburgo y Telde

Cuando las tropas de invasión están hablando por radio de Edimburgo, de Edward o de Epson Salt o Clip Point, los españoles, aunque tengan un traductor, no van a saber de qué playa estás hablando, aunque menciones una característica muy concreta de ellas. “Esta es la zona en la que estamos trabajando. Esto sería un plano de Google actual. Aquí tendríamos Telde, eso sería La Garita, a la que llaman Epson en nombre clave. Epson es el término como se denomina en inglés a las sales de magnesio, que es lo que se toma para las indigestiones”.

En La Garita había unas salinas y por eso se buscan nombres que tengan un vínculo. El túnel de La Laja lo llaman en inglés la clave de la invasión. Usan reglas nemotécnicas. En el caso de Playa del Hombre o Melenara lo llamaban Edward y ya aparece en el plano identificada la batería.

El despliegue militar que se hace para esta invasión es muy importante. Llegan al punto de decidir qué unidades van a participar en el desembarco en Gran Canaria. “Cuando haces un desembargo no puedes concentrar las tropas porque vas a llamar la atención y vas a hacer ver al enemigo que algo va a pasar”.

Lo que se aplica es una táctica que consiste en dispersar todas las tropas del desembarco en Gran Canaria en todo el país, sobre todo en la zona norte de Escocia, que además coincide con la zona tradicional de maniobra de los comandos británicos y de la Marina Royal, que son los encargados del desembarco.

Otra unidad de origen canadiense que va a participar en el desembarco se va a asentar en York, más al sur, en Inglaterra. Era una unidad adscrita al desembarco en Gran Canaria. La Segunda Guerra Mundial puso a Canarias, y más concretamente a Gran Canaria, en el punto de mira durante mucho tiempo. Las memorias de Churchill mencionan a Canarias y Gran Canaria en ese planeamiento del desembarco.

En una primera parte del conflicto la intención de España es entrar en la guerra, en contra de lo que se nos ha contado. Los aliados son conscientes de eso y presionan en otra línea para que eso no ocurra. De entrar España en el conflicto lo primero que iba a caer iba a ser Gibraltar. Al principio de la guerra a los aliados no les va demasiado bien, están perdiendo en todos los frentes, en el norte de África, en Europa, han perdido el oeste de Europa, Francia y los Países Bajos“.

Por lo tanto, si se perdía Gibraltar era la última cabeza de playa que los británicos tenían en el continente y además la llave del Mediterráneo, que podía quedar cerrado. Era clave. El punto más cercano y fácilmente protegible es una isla con unas infraestructuras, en este caso Gran Canaria. Por eso Gran Canaria se convierte en el objetivo fundamental. Los alemanes en algún momento intentan comprar la isla también, pero el Gobierno español se niega.

El desembarco

Los británicos en ese contexto inician la planificación del desembarco. En un momento de la guerra las cosas van mal para los aliados y cuando está a punto de producirse el ataque a Gran Canaria siempre surge una prioridad o una emergencia que obliga a desviar las tropas a otros servicios. Por lo tanto, el grupo de desembarco nunca está completo al cien por cien. Siempre está al 80 o al 70% porque hay tropas, unidades, barcos o aviones que están desplegados en otros lugares.

Finalmente la guerra cambia, los británicos empiezan a ganar y por lo tanto, en la medida que ese cambio de la guerra favorece a los aliados, el interés por Canarias cambia porque también España empieza a bajar su perfil respecto a su participación. Ya no es una guerra que va a durar poco o que va a ser fácilmente ganable.

¿Cómo iba a ser el despliegue tras el desembarco?. Enfrente de la costa de Telde, a 50 millas de distancia, iba a estar la posición de mando, que se caracterizaba por una serie de acorazados y un portaviones, el Air Royal, que normalmente estaba encargado de la custodia del Estrecho, que será hundido durante la guerra. Es uno de los pocos que tienen los británicos en misiones de ataques aéreos.

Si atacaban las comunicaciones, los españoles no podrían utilizar las carreteras para asistir a las playas del desembarco. Al mismo tiempo algunos comandos desembarcarían en algunos puntos de la isla. Esos comandos irían a la zona del Confital. Así se crearía un problema en la capital que obligaría a centrar la atención en la ciudad, desmovilizando tropas de la línea real de desembarco.

Y finalmente lanchas que van desembarcando por oleadas. La función defensiva real es nula, entre otras cosas porque no tienen capacidad de absorber un impacto directo. Es más que nada por dar cierta cobertura a algún soldado. De hecho no son el objetivo de la Royal Navy o la aviación. Las casamatas (pequeños búnkeres de nidos de ametralladora) eran tan pequeñas que resultaban insignificantes. El objetivo son las estructuras de las baterías.

Playas perdidas

Los españoles daban por perdidas las playas y en consecuencia habían planeado la defensa de Gran Canaria de otra manera. “La confianza en las tropas canarias era cero porque se esperaba que se pasaran a los británicos tan pronto comenzara el desembarco. Por lo tanto, eso creaba un problema y, ante la tesitura de tener unas tropas no leales, colocan a las tropas canarias en la línea de playa. Porque son las que primero van a absorber el impacto inicial del desembarco, las muertes, y además generas un problema al invasor: cómo gestionas a los prisioneros. En Normandía no se hacían prisioneros, lo que pasa es que eso no nos lo han contado”.

En las primeras horas de los primeros días lo que importa es tomar la playa. “Por lo tanto, la Convención de Ginebra no funciona igual. Tú disparas y después preguntas. Y eso lo sabían los españoles. Te quitas de encima unas tropas que tienen una fiabilidad relativa y generas un problema a las tropas de desembarco. Las tropas españolas o peninsulares estarían en el interior con las unidades motorizadas, que les permiten moverse”.

Los últimos puntos de resistencia se concretan en la retirada organizada en dos vías. Una, replegándose a la ciudad de Las Palmas como último gran punto de protección, y la otra hacia el interior de la isla. Las infraestructuras de la isla fueron mejoradas con vistas a esto. Es la primera vez que empiezan a asfaltarse y abrirse nuevas carreteras en la zona centro de la isla. El objetivo es resistir en la cumbre todo lo que se pudiera.

El objetivo de la ciudad de Las Palmas es resistir lo máximo posible con la idea de neutralizar el Puerto en caso de que se fuera a perder, pero también dar la oportunidad a la Aviación y a la Marina alemanas de desplazar aviones desde el norte de África (los alemanes estaban en Casablanca) y la armada submarina para golpear a la flota de invasión. Eso podía generar momentos de tensión. Si los británicos no tomaban el aeropuerto y la ciudad, el desembarco podía verse muy cuestionado o impedido.

La importancia de la batería de Taliarte o Melenara es que forma parte de esta línea de defensa fundamental de costa durante el desembarco. “Es una batería de la que van a hablar mucho tanto alemanes como británicos, donde el ejército español va a hacer un esfuerzo importante en tanto es de las pocas que no existen previamente y les va a obligar a un despliegue en unas instalaciones que no existían, y además se incorpora dentro de una red de defensa junto a las baterías que se van a hacer en Gando”.

Británicos incapacitados

Los británicos se ven incapacitados con tantos frentes para asumir el cien por cien del desembarco en Canarias, más concretamente en Gran Canaria. “Eso hace que estén constantemente intentando meter a Estados Unidos en el desembarco, y EEUU se desliga porque dicen que a ellos les interesa el norte de África (montan su base de operaciones en Marruecos), que Canarias es un asunto británico y que se buscaran la vida. Le hacen el favor de que la primera ronda de fotografías aéreas de la guerra las hacen los americanos, aunque las hacen mal. Los pases que hacen los aviones americanos no son los correctos y obligan a los británicos a repetir las fotografías”.

El desembarco se paraliza con un compendio de planos turísticos. Recopilan postales del lugar donde van a desembarcar y las tienen en los manuales de desembarco porque son puntos de localización visual. “Es como el Google de la época, pero en papel, y eso ayudaba mucho”.

En las guerras civiles hay lógicamente bandos enfrentados. “En Canarias hay expectativas de determinados grupos sociales de que eso va a favorecer al territorio, entre otras cosas porque tampoco tuvimos mucha elecciones. Nos tocó al lado de los alzados y aquí se solucionó el problema rápido. No entramos en la guerra civil ni la percibimos de la misma manera que en la Península. Igual que la represión, que funcionó de forma distinta”.

El Puerto lo controlaban los británicos. Eso era propaganda encubierta. “Eran vínculos familiares tanto con la burguesía o la élite como con la clase trabajadora, que se identifica con los británicos, que nos dan todo, frente a España, que solo nos quita. Además, entramos en un momento económico delicado ya que España entra en boicot en la guerra. No entra comida ni material, hay una necesidad económica”.

Inicialmente en la guerra civil no se ve mal eso de la dictadura y el franquismo, pero tan pronto empiezan las desilusiones y comienza la guerra mundial la fidelidad cambia rápidamente. Los canarios estaban más cerca de los aliados. El edificio del antiguo hotel Metropol, donde ahora están las oficinas municipales de la capital grancanaria, era el lugar de reunión e información.

Las baterías comenzaron a fabricarse en 1940 y estaban operativas en 1942. Los cañones de las baterías estuvieron en Taliarte hasta los años 50. Es zona militar que está a la venta. Se vende a 180.000 euros, pero es zona baldía porque está medioambientalmente protegida puesto que crecen las piñas de mar, unas plantas endémicas en peligro de extinción.

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