El curso político se abre en septiembre en Canarias con un presidente del Gobierno que ha sido incapaz de consolidar una mayoría parlamentaria que lo sostenga tras su suicida decisión del pasado 23 de diciembre de 2016 de expulsar a sus socios del PSOE sin tener garantizado un apoyo sólido que no lo mantenga en la cuerda floja cada segundo de cada minuto de cada día hasta las elecciones de 2019.
La expresión Otoño caliente suele usarse como sinónimo de conflictividad e inestabilidad, pero pocos saben que esa expresión abarca un período de la historia italiana de 1969, cuando un conjunto de luchas sociales hicieron temblar Italia, del Piamonte a Sicilia, y motivaron un profundo cambio de la situación social y política de ese país.
Las etapas post veraniegas y pre invernales no suelen ser fáciles para el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, y ya en 2015 tuvo que enfrentarse a las primeras tensiones con sus socios del Pacto por un quítame allá una moción de censura en La Frontera (El Hierro) que se agravó en 2016 por un quítame acá la censura en Granadilla (Tenerife) y las críticas presidenciales a la gestión del socialista Jesús Morera al frente de la Consejería autonómica de Sanidad, aliñadas por la oposición del PSOE a la Ley del Suelo, un adelantado cierre presupuestario y el reparto del Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan).
Puede que a partir de 2017 en Canarias se acuñe la metáfora del Otoño Clavijo para referirse a un período de dificultades, aprietos, inestabilidad, enfrentamientos y discusiones (aunque también puede ser de flexibilidad, acuerdos y consenso) que deberá afrontar el Gobierno en minoría de Canarias para transitar “Ley a Ley” (como ha asegurado el presidente del PP regional, Asier Antona) por los intrincados vericuetos de la política durante el año y medio que resta de Legislatura.
Un período que, como el italiano, puede cambiar en un sentido u otro la situación de la Comunidad Autónoma dependiendo de como lo gestionen sus principales protagonistas: Gobierno y oposición.
El fracaso de las conversaciones para integrar al PP en el Ejecutivo deja a Clavijo a merced de lo que decidan los conservadores y los tres diputados que lidera Casimiro Curbelo (Agrupación Socialista Gomera) en el Grupo Mixto para sacar adelante todas y cada una de las leyes a las que se comprometió hace dos años en su discurso de investidura.
Un Gobierno sostenido por un tercio de la Cámara (18 diputados de CC y los 3 del Mixto, que ya han asegurado que darán estabilidad) y el 17% de los votantes de 2015 es un gabinete muy débil frente a los 39 escaños de una oposición plural que puede marcar la agenda política si consigue lo que hasta ahora no ha podido lograr: acuerdos de enjundia para marcar el paso a Clavijo. No en vano, Podemos ha vuelto a solicitar que Clavijo se someta en septiembre a una cuestión de confianza y que se replantee su capacidad y legitimidad para ocupar el cargo.
Un presidente y un gabinete que, durante el estío, han tenido que lidiar con un intento de chantaje de Estado para frenar la moción de censura en Icod de los Vinos (un amago que lo ha dejado más debilitado, ya que la cúpula genovesa del PP no ha ordenado al PP canario que diera marcha atrás, evidenciando que no son tan esenciales en Madrid como CC creía), el escándalo de las microalgas marinas (con petición de dimisión incluida de la consejera de Política Territorial, Sostenibilidad y Seguridad, Nieves Lady Barreto, por parte de Podemos) la crisis del carguero evacuado e incendiado cargado de fertilizante navegando a la deriva al sur de las Islas (aunque el presidente lo hundió mientras seguía navegando), las desafortunadas declaraciones de Clavijo sobre la violencia machista o su poco idóneo viaje para visitar las tropas españolas en Líbano “para hacerse pasar por ministro de Defensa” con el fin de “lavar su imagen” (Podemos, dixit).
Tonicazos 'varios'
La estrategia de la oposición pasará, indefectiblemente, por trasladar al imaginario ciudadano el aislamiento de Clavijo y de la propia CC, no solo en el Parlamento, sino en cualquier escenario político. Si la primera constatación de los debilitados nacionalistas liderados por Clavijo en el mapa de poder del Archipiélago fue Icod, la segunda pedrada en la frente ha sido el Cabildo de Lanzarote y de su presidente Pedro San Ginés, uno de los principales apoyos del líder nacionalista cuando descabalgó a Paulino Rivero del timón de las siglas nacionalistas.
Precisamente, el tercer tonicazo lo ha recibido Clavijo del propio Rivero, que ha reactivado su blog dominical criticando en las dos últimas semanas varias políticas de su sucesor al frente del Ejecutivo en minoría.
Los socialistas de Lanzarote han roto el pacto en el Cabildo al que entraron a regañadientes y forzados por la cúpula regional y sus compañeros que, entonces, formaban parte del Gobierno de Clavijo. Y lo hacen por la situación procesal San Ginés por la incautación de la desaladora de la urbanización de Montaña Roja y el conflicto laboral en los Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT), en huelga desde hace tres semanas.
De momento, los socialistas pasan a liderar la oposición, aunque no se descartan movimientos censurantes en octubre que desplacen del poder insular a los nacionalistas, que más despistados que un hombre rana en la bañera, solo han sabido reaccionar pidiendo una reunión con el nuevo máximo dirigente del PSOE canario, Ángel Víctor Torres, y la Mesa regional de un pacto que ya no existe porque el propio Clavijo lo rompió en diciembre de 2016.
La sensación de poder supremo que ha ostentado CC desde hace décadas hace aguas. Lo hace a nivel municipal e insular, y la oposición se ha empeñado en que se visualice ostentosamente en el Parlamento. Como aperitivo, y si la Mesa de la Cámara no dice lo contrario, los consejeros de Sanidad, José Manuel Baltar, y Política Territorial, Nieves Lady Barreto, deberán comparecer en sesión urgente el miércoles, 6 de septiembre, para informar como afecta la proliferación masiva de microalgas en aguas del Archipiélago tanto “a la salud pública” como “al medio ambiente marino”. Todo hace indicar que, tras sus explicaciones, la oposición exigirá sus dimisiones y no se descarta incluso que se vote su reprobación más adelante.
Y con este panorama y un presidente tan desnortado como sus explicaciones sobre el buque Chesire, el gabinete se encamina lenta, pero inexorablemente, al momento en que debe aprobar la Ley más importante del año.
Negociar los presupuestos
Clavijo y su consejera de Hacienda, Rosa Dávila, deben elaborar los Presupuestos para 2018, los cimientos de lo que será la política y el devenir social y económico del próximo año, y no puede llegar al Parlamento con una propuesta que no haya negociado con nadie, como hizo en julio con la Ley de Crédito Extraordinario de 340 millones de euros.
En ese momento Clavijo jugó sabiendo que ni una sola fuerza parlamentaria iba a oponerse a tan importante inyección de recursos a los servicios públicos básicos y no tenía una derrota en sus planes, pero no puede decir lo mismo de las Cuentas canarias para 2018, pues no pueden ser presentados el 31 de octubre en el Parlamento con la espada de Damocles de que alguna enmienda a la totalidad, con devolución, prospere en la Cámara regional.
Unos Presupuestos que se suponen expansivos tras años de recortes en los que el PP quiere tener cosas que decir, y muchas. No en vano su propuesta fallida para cohabitar con CC en el Ejecutivo regional era fiscalizar desde dentro “hasta el último céntimo de euro” de los recursos tanto estatales como autonómicos que el gabinete de Clavijo gestionará el próximo año. Así que, como mínimo, Dávila deberá tener informados a los conservadores del diseño de las principales partidas económicas si no quieren que la oposición se una para echar a bajo los Presupuestos.
Ya lo advirtió el propio Antona antes de hacer las maletas veraniegas: “con los índices de paro, exclusión y pobreza que arrastramos, y el colapso en la gestión de los servicios públicos, no es tolerable que el Gobierno de Clavijo deje dinero sin gastar este año por su incapacidad para gestionarlo”.
Y es que al líder del PP no le gustó la sugerencia de Dávila de ampliar el plazo para ejecutar los más de 700 millones de euros extraordinarios que Canarias recibió tras aprobarse las Cuentas estatales de este año, pues denota un comportamiento “incongruente, incoherente y absurdo, porque no pueden pasarse la vida pidiendo más fondos a Madrid para nuestras infraestructuras y servicios públicos, y cuando los conseguimos pedir más tiempo porque no son capaces de invertirlos y gastarlos en tiempo y forma”.
Es decir, que los conservadores (a priori el partido en el que Clavijo quiere apoyar sus terceros presupuestos de la Legislatura) van a estar ‘ojo avizor’ y con el ‘cuchillo entre los dientes’ a la hora de examinar cada céntimo de euro de las Cuentas autonómicas para 2018 para invertirlos “con inteligencia y diligencia”.
Servicios Sociales, RTVC, audiencia de cuentas...
Pero esta situación de incertidumbre gubernamental también se traslada también a la aprobación de la Ley de Servicios Sociales, la renovación del Consejo Rector de Radiotelevisión Canaria (RTVC), que preside todavía Santiago Negrín, los miembros de la Audiencia de Cuentas, el Consejo Consultivo y el Diputado del Común.
De momento, el Consejo de Gobierno ha solicitado al Consejo Consultivo un dictamen de urgencia al anteproyecto de Ley de Servicios Sociales teniendo sobre el cogote las críticas del PP al texto. Tanto es así, que el propio Clavijo ha pedido a los conservadores que diga qué es lo que no les gusta y propongan mejoras, aunque también se ha deslizado por el tobogán de la prepotencia condescendiente para considerar que, a lo mejor, “no lo han entendido bien”.
No parece que este tipo de lenguaje facilite el acuerdo y el consenso y transita por el borde de las dificultades y los enfrentamientos que ha venido protagonizando Clavijo con el resto de fuerzas parlamentarias desde que prácticamente tomó posesión, pero el presidente tiene el mes de agosto para reflexionar.
Y no parece el tono adecuado a usar hacia un partido que ya presentó hace un año (aunque fue derrotada) su proposición de Ley de Servicios Sociales para definir los servicios y prestaciones que las administraciones están en condiciones de facilitar a la ciudadanía y determinar qué administración debe asumir cada uno de los servicios (frente a un “sistema que duplica competencias, servicios y prestaciones, sin orden ni concierto”) al tiempo que se daba estabilidad a su financiación.
Y menos aún cuando, entre medias de los Presupuestos y la Ley de Servicios Sociales, se celebrará un pleno en el que 39 diputados de la oposición destituirán al presidente del Consejo Rector de RTVC, Santiago Negrín, e iniciarán los trámites tanto para renovar la totalidad del órgano de gestión del ente como modificar la actual Ley de 2014.
Una modificación que, en principio, busca que al igual que pasará dentro de un mes en RadioTelevisión Española (RTVE), la renovación de los cargos del Consejo Rector se haga mediante concurso público e intentará acabar con el modelo de externalizar los servicios informativos, para que dejen de estar en manos de empresas privadas, y los trabajadores del ente puedan ser contratados a través de una oferta pública de empleo.
Estos ejemplos son más que suficientes para esbozar el Otoño Clavijo que se avecina, una estación política en la que el Parlamento canario puede orientar las decisiones políticas al Gobierno o, si el presidente es hábil, el Ejecutivo conseguir convencer a más de 31 diputados de que lo que se decide en los bancos azules es (con algunas enmiendas) lo correcto.