En las últimas semanas se ha recrudecido una batalla ecológica y medioambiental por la matanza masiva de cabras salvajes en la isla de Gran Canaria. El Cabildo está desarrollando un plan de control y eliminación de cabras asilvestradas porque el ganado guanil está poniendo en serio riesgo la repoblación de Gran Canaria y la conservación de flora autóctona amenazada. Además a esto se añade otra amenaza, esta vez económica: la pérdida de la financiación europea para el programa Life+ Guguy si no se soluciona el problema.
El ganado guanil estaba provocando serios daños a la biodiversidad de la isla ya que las cabras incontroladas se estaban comiendo buena parte de la flora autóctona protegida. Ante esta situación de peligro del equilibrio ecológico y la amenaza de la UE de perder subvenciones para determinados proyectos de protección medioambiental, el Cabildo grancanario ha optado por adoptar medidas drásticas, abatiendo con rifles a 77 cabras en una semana, desde La Aldea a Guayedra e Inagua, lo que ha provocado la protesta de asociaciones de defensa de animales.
Los animalistas proponen otras alternativas “menos crueles”, pero los expertos del Cabildo, de la UE y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas consideran que esta es la única fórmula para acabar seriamente con el ganado guanil. Dicen que es una cuestión de vida o muerte. Nunca mejor dicho.
La Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, basándose en los instrumentos de gestión de los espacios naturales protegidos, está llevando a cabo varias actuaciones de control y eliminación de cabras asilvestradas en tres espacios naturales protegidos de la isla: la Reserva Natural Integral de Inagua, la Reserva Natural Especial de Guguy y el Parque Natural de Tamadaba.
El motivo fundamental de estas actuaciones, según el consejero de Medio Ambiente del Cabildo, Juan Manuel Brito, es que “la presencia de un importante número de ganado guanil está poniendo en grave riesgo los proyectos de reforestación de la zona y la conservación de la flora autóctona”.
Además de este problema de equilibrio ecológico y de sostenibilidad medioambiental, había otro de tipo económico: peligraban 426.000 euros de financiación europea para el programa Life + Guguy, cuyo objetivo es recuperar los bosques endémicos de cedros que pueblan esa zona. La Unión Europea remitió una carta al Cabildo grancanario en la que avisaba de que retiraría los fondos si no se tomaban las medidas establecidas por la ley contra la fauna invasora que estaba afectando gravemente a los objetivos del proyecto.
Investigador del CSIC
Manuel Nogales es un investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desde hace once años y profesor titular de Zoología de Vertebrados en excedencia de la Universidad de La Laguna. Este grancanario de 54 años lleva viviendo 35 en Tenerife y es sin lugar a dudas uno de los mayores expertos en biodiversidad de las Islas. Como experto en la materia ha estudiado en profundidad los peligros de las especies invasoras.
Nogales afirma que “hay dos cuestiones clave en todo esto. Una es que es ilegal tener ese ganado guanil en zonas públicas, y menos en espacios naturales protegidos. Lo prohíbe la ley de montes expresamente. Por eso en zonas como Inagua o Tamadaba es imposible, está totalmente prohibido por la ley. La ley de Montes lo deja bien claro desde hace tiempo. La legislación en España ha sido bastante avanzada en el tiempo. Es una legislación fenomenal, lo que pasa es que en este país desgraciadamente no se aplican todas las leyes por el mismo rasero. Esto lleva prohibido más de un siglo”.
Cuatro tiradores profesionales del Parque Nacional de Doñana, armados con rifles de caza mayor con mirilla telescópica, abatieron a los ejemplares caprinos en espacios naturales como Tamadaba, Guguy, Guayedra e Inagua, lo que supone, según el Partido Verde, que se “ha exterminado un tercio del censo estimado de ganado guanil de la isla”.
El portavoz del Partido Verde en Gran Canaria, Francisco Ojeda, discrepa frontalmente de que sea necesario matar a las cabras para proteger la flora autóctona. Según él, existen medidas de protección para las repoblaciones, tales como las mallas metálicas galvanizadas. “Se trata de un cerramiento de mallas cinegéticas que se caracterizan por su bajo coste y alto rendimiento protector”, asegura.
Por su parte, el experto del CSIC recuerda que “está la disposición rural que dice que en las explotaciones ganaderas los ganaderos tienen que tener perfectamente etiquetado y bajo control a su ganado. No pueden hacer lo que ocurre hoy en día en Gran Canaria, donde la gente se hace la sueca con las cabras; las cabras entran en monte público y se comen todo lo que tienen de riqueza los espacios naturales”.
“Con muy buen criterio el Cabildo de Gran Canaria es la primera institución que apuesta seriamente por controlar las cabras. Gran Canaria tiene un proyecto Life del macizo de Guguy en La Aldea, donde esta práctica es lo normal históricamente”, añade.
Tanto el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Tamadaba como el Plan Director de la Reserva Natural Especial de Guguy y el Plan Director de la Reserva Natural Integral de Inagua establecen la necesidad de adoptar “las medidas necesarias para la erradicación del ganado guanil que influya en los procesos de erosión y la pérdida o daño de ejemplares de la flora autóctona, así como el control de gatos cimarrones y de roedores”.
Asimismo la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad dispone en su artículo artículo 64.6 que “las comunidades autónomas, en sus respectivos ámbitos territoriales, podrán establecer Catálogos de Especies Exóticas Invasoras, determinando las prohibiciones y actuaciones suplementarias que se consideren necesarias para su erradicación”.
La peligrosidad que presenta el terreno donde actúan las cabras, con numerosos escarpes, taliscas y riscos, y el riesgo existente para la vida humana hacían inviable la retirada de estos animales mediante pastores ayudados por perros. “Por este motivo el método más efectivo y con menos riesgo, debido a la orografía del lugar, es la abatida con armas de fuego. Para llevar a cabo la acción se ha contado con una empresa formada por profesionales con amplia experiencia en proyectos en el medio natural y, en concreto, en mejora de hábitats y gestión de poblaciones”, señala Javier López Figueroa, el mayor experto del Cabildo en este asunto.
Los animales abatidos, según el Cabildo, se han dejado en el terreno para ayudar a la recuperación de varias especies de aves carroñeras que se estaban viendo amenazadas por la escasez de alimento, “por lo que este plan de control y eliminación tendrá además efectos muy positivos para la conservación de varias especies amenazadas”.
Para diseñar el plan de actuación se han tenido en cuenta todos los informes jurídicos, así como los científicos y técnicos que señalaban la necesidad de tomar medidas de control del ganado asilvestrado. Gran Canaria no es la única isla en la que se están tomando medidas para el control del ganado asilvestrado ya que tanto en Tenerife como en La Gomera se están ejecutando programas similares.
En otros archipiélagos, como el de las Islas Galápagos o Hawai, se han implementado planes muy similares ya que el problema de las especies exóticas invasoras es común a casi todos las islas. Los ecosistemas aislados con un alto grado de endemismos, como el caso de Canarias, son muy vulnerables a los efectos adversos sobre el medio de las especies introducidas.
Según los especialistas, las cabras asilvestradas están haciendo peligrar la supervivencia de los endemismos ubicados en estas áreas, y justifican su eliminación con escopeta por las difíciles condiciones orográficas de la zona, donde las distintas apañadas organizadas para evitar matarlas han culminado sin éxito.
Esta opinión no convence al portavoz del Partido Animalista, José Antonio Rodrigo Brieva, quien apuesta por otros medios alternativos, “como lanzar dardos anestésicos”, una opción que ha planteado en reuniones con los técnicos del Cabildo desde hace unos años, pero la han rechazado por “la imposibilidad de poder rescatarlas y entregarlas a los cabreros debido a la inaccesibilidad del terreno”.
Nogales Hidalgo manifiesta que “socialmente tenemos que tener un cuidado porque hay una gran sensibilidad ciudadana para todos estos temas. Hay que proteger absolutamente a todo ser vivo. No vivimos en cualquier sitio. Vivimos en islas oceánicas con una gran biodiversidad que es delicadísima. Esto requiere tener a una población humana muy bien informada en el terreno medioambiental y desgraciadamente no la tenemos. Adolecemos de eso. La prensa, los científicos y los gestores tenemos que tratar todos estos temas de una manera muy cuidadosa porque son muy sensibles”.
Este experto se pregunta por qué hoy la gente se echa las manos a la cabeza con las cabras y no con las culebras de California, por ejemplo. “¿Qué diferencia hay? Yo no veo ninguna diferencia. Claro, eso está en la información y en la educación ambiental. No pensamos en donde vivimos. ¿Por qué viene el turismo en masa a vernos tanto a las islas macaronésicas? Ellos no vienen a ver cabras ni ovejas porque ya las tienen de sobra en sus países de origen. Lo que no tienen son especies exclusivas y eso es lo que nosotros tenemos, ese es nuestro patrimonio”.
Nogales afirma que es necesario seguir abatiendo las cabras salvajes “porque no hay otro método de hacerlo. Se han intentado aquí con muy buen criterio las apañadas, pero es que las apañadas desgraciadamente no han sido nada efectivas porque las cabras siempre están en los sitios escarpados, y encima son un peligro para la gente que tiene que retirar el ganado. Se han pasado dos años para retirarlo”.
Ultimato de la UE
Los técnicos de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, tras visitar las repoblaciones financiadas por el proyecto Life + Guguy para comprobar su grado de ejecución en la isla, instaron al Cabildo de Gran Canaria a acabar de manera inmediata con el ganado guanil de la zona, preferentemente las cabras salvajes. La UE entiende la contestación social por los métodos empleados para su erradicación, debido a la sensibilidad de la población, pero también dice tajantemente que “no es posible seguir financiando una actividad cuya sostenibilidad se encuentra permanentemente amenazada por este motivo”. Ante esta advertencia contundente, el Cabildo ha tomado partido.
Francisco Ojeda, portavoz del Partido Verde Canario que encabezó sin éxito la lista al Cabildo en las últimas elecciones, señala que “con el exterminio, sin información oficial y sin estudio científico de impacto ambiental, se acaban con muchas posibilidades de investigación que podrían centrarse en mejoras de nuestro ganado caprino y en su papel en nuestras cumbres”.
Ojeda recuerda que “existen rebaños de cabras guaniles, cimarronas o salvajes en Guguy, Alto de los Molinos, Vigaroe, Garabateras, Tamadaba y Barranco del Toro; es realmente un espectáculo natural digno de ser visto”. Para los verdes, además de su papel como reserva genética, las cabras asilvestradas son “agentes forestales que combaten los incendios al consumir los pastos abandonados y, en contra de lo que se cree, ayudan a propagar la fauna autóctona con las semillas contenidas en sus excrementos”.
El experto del CSIC no es de la misma opinión. “Ahora mismo lo que hay que hacer es apoyar a la Administración porque lo está haciendo bien. Esos dineros que nos están llegando para conservar el patrimonio de la biodiversidad están dando de comer a muchas familias canarias. No nos olvidemos de eso. Es un tema muy delicado”.
Cree que hay ignorancia medioambiental en la sociedad canaria. “Entiendo que los periodistas no tengan que saber de todo, pero para eso estamos los profesionales que nos dedicamos a esto y hemos sido formados en las universidades con nuestros doctorados. En mi caso yo he viajado como un cosaco y lo veo en directo. He estado en Galápagos, en Hawai, en la isla japonesa de Okinawa, en el Índico, en Mauricio… Lo he visto en todos lados”.
“A la sociedad hay que darle buena información y estos temas hay que tratarlos con un cuidado tremendo. En lo que nos pasan un par de generaciones para que nuestra sociedad madure ambientalmente, podemos perder toda nuestra biodiversidad, y cuando se den cuenta a lo mejor es ya tarde. Ahora es cuando tenemos que tener la mayoría de edad y la sensatez para tratar estos temas con exquisita delicadeza. Y en eso estamos obligados moralmente periodistas, ingenieros, biólogos, todos”.
Entiende que a la gente le repela visualmente ver cabras matadas a tiros por el campo “pero ahora no hay técnicamente otra alternativa. Debemos tener claro que estamos en una contienda que se tiene que decidir: o nuestra biodiversidad o las especies invasoras. Ahora mismo nuestro pueblo no está preparado medioambientalmente ni está a la altura para decidir ese tipo de cosas. Es que nos va nuestra economía en ello. Sin nuestra biodiversidad habría que ver cuántos turistas vendrían”.
Asegura que estas prácticas se hacen en otras partes del mundo. “Yo he asistido a muchos debates. Tuvimos uno en la isla de Okinawa, en Japón, y en Madeira hace nada, aunque ya lo habíamos tenido dos años atrás. Lo tuvimos en la isla de Santa Cruz en las Galápagos. Y a la gente al principio le cuesta pero es que no hay más remedio. Si no libramos esta batalla es que perdemos la biodiversidad”.
“No nos estamos jugando cualquier cosa. Yo sé que socialmente es delicado. Hay que imaginarse la gente que tiene que ir a batir esas cabras, que son ingenieros o cazadores profesionales, que son personas formadas para salvaguardar la biodiversidad. No es agradable tener que dar un tiro a ningún bicho ni tener que poner un veneno, pero nos estamos jugando algo muy serio”.
Animalistas
José Antonio Rodrigo, del Partido Animalista contra el Maltrato Animal (Pacma), prefiere otras alternativas. “Hemos visto fotos de los ejemplares abatidos que se van a retirar para su incineración, pero a la vez también hemos visto unas enormes máquinas para producir bruma que se van a instalar en Guguy para proporcionar humedad a 43.000 árboles. ¿Cómo es posible transportar todo ese material a esos lugares y no llegar a una cabra abatida por un dardo, que es una forma más respetuosa para afrontar el problema?”.
El portavoz del Pacma considera que los responsables de Medio Ambiente “han tomado el camino más fácil y barato, que es matarlos”. En este aspecto asegura que “desde hace muchísimos años en Guguy se cedían terrenos para soltar allí el ganado guanil, tal y como aparecen en unos documentos. Se tenía como una costumbre poner allí al ganado suelto para luego ir a recuperarlo”.
En Canarias, según el experto Nogales Hidalgo, nos estamos jugando más. “Estamos en uno de los archipiélagos oceánicos de más biodiversidad del mundo. Hay que decirle a la gente que no vivimos en cualquier sitio y por eso tenemos que estar a la altura porque si no será irreversible. Ya se nos han extinguido bastantes especies y hay que ponerle freno. A esta gente del Cabildo que ha llegado con una valentía enorme hay que apoyarla”.
Gran Canaria está siendo pionera en tomar este tipo de medidas drásticas, pero este es un problema que hay que afrontar en todo el Archipiélago. “Lo que pasa es que los gobiernos no han tenido la valentía de aplicar la ley. Nuestras reservas de flora endémica, desde Lanzarote a La Palma, superan a países enteros en Europa. Aquí no nos puede temblar el pulso. Es una batalla que hay que ganar”.
Considera que las especies invasoras pueden acabar con nuestra biodiversidad. “Los efectos de las especies invasoras son para echarse a temblar a todos los niveles. Cuando una especie se introduce en una isla tiene que comer y se tiene que reproducir. Va a comer cosas que comían otros animales y va a reproducirse en sitios donde se reproducían otros animales. Tienen unas necesidades energéticas y las tienen que cubrir. No hay adaptación, sino exclusión y erradicación. Competencia pura y dura. Los gatos, por ejemplos, han erradicado más de 33 especies en las Islas, casi todas aves”.
En febrero de este año se desarrolló un debate en el Parlamento de Canarias sobre la erradicación de animales asilvestrados en el medio natural canario. El diputado popular Miguel Cabrera reclamó al entonces consejero de Sostenibilidad, José Miguel Pérez, un compromiso para que en la orden de caza de 2015 no se permitiera cazar a balazos a gatos y perros asilvestrados. Cabrera Pérez-Camacho fue diputado de ATI-AIC antes de incorporarse al PP. Abandonó el partido insularista porque no se sintió respaldado cuando quiso erradicar en Canarias las peleas de perro y las riñas de gallos.
Pérez, que también era vicepresidente y consejero de Educación, se mostró contrario al exterminio de animales salvajes, excepto si se producen situaciones como las que ocurrieron en los islotes de Alegranza y Montaña Clara, donde la existencia de gatos era lesiva para el medio natural. El socialista criticó que se empleen los disparos de escopeta “porque es algo poco presentable”.
El ex vicepresidente dijo que el problema de los animales asilvestrados se centra en los gatos y las cabras en Canarias. Estos últimos animales, según él, tienen una gran capacidad para dañar especies vegetales, por lo que abogó por el control de su reproducción. Cabrera, por su parte, señaló que las cabras salvajes “llevan generaciones asilvestradas porque han sido abandonadas por el hombre”.
Profesionales forestales
Por su parte, la delegación en Canarias de la Asociación de Profesionales Forestales de España (Profor-Canarias) se pronunció al respecto. “No se puede estar a favor de la biodiversidad canaria y de las especies asilvestradas, son intereses diametralmente antagónicos. Los gatos y las cabras son muy dañinas para la avifauna unos y para las plantas las otras si actúan de manera descontrolada en el monte”.
Según estos profesionales forestales, el sistema de abatimiento por armas de fuego es la medida más eficaz y eficiente para controlar poblaciones de animales asilvestrados. “Esta técnica se emplea y se ha empleado en todas las islas oceánicas para resolver este grave problema. Si se decide prescindir del uso de armas de fuego, se deberán implementar presupuestos suficientes para resolver el problema por métodos alternativos; en Canarias esto puede ascender a 1.600.000 euros”. Tan sólo en los montes de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria las cifras para el control de ganado guanil, gatos y conejos están estimadas en 430.000 euros en 15 años.
La gestión del conflicto requiere no sólo del uso de armas de fuego. Son importantes otras medidas de control de especies, incluyendo la sensibilización y concienciación ciudadanas. Medidas alternativas como las apañadas (retirada de ganado guanil con técnicas tradicionales) y el trampeo son muy peligrosas y de efectividad limitada por la difícil orografía del relieve canario, según los expertos.
“Entendemos que los responsables primeros y últimos no son los animales asilvestrados, sino quien abandona a los animales o no salvaguarda adecuadamente su custodia. Así, las Administraciones Públicas deben organizar campañas de divulgación dirigidas a la población, con el fin de concienciar a los ciudadanos del problema que supone abandonar animales en el medio”, dicen.
Profor-Canarias celebra que este asunto salga a debate y solicita encarecidamente a las administraciones que “definitivamente afronten y resuelvan la gestión de este grave problema, que pone en grave peligro la biodiversidad canaria, a la vez que anula los esfuerzos e inversiones en materia de restauración ambiental llevados a cabo por las administraciones y diferentes ONG”.