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Sonrisas que alimentan almas

Este marzo de 2015 se cumplen doce años de existencia de una ONG que nació con la vocación de asistir con alimentos a los vecinos más necesitados del barrio de Valleseco, en la capital tinerfeña, y que en la actualidad asiste ya a más de 50.000 familias de toda la isla de Tenerife.

Sonrisas Canarias, que así es como se denomina en la actualidad la asociación que lidera Luis Febles, se creó bajo el paraguas de la asociación de vecinos Siglo XXI, presidida también por él y con sede en su propio domicilio, debido a la falta de espacio. Mientras que la actividad se circunscribía a unas 35 familias del barrio al año, esta labor voluntaria se podía compaginar con el resto de obligaciones de un colectivo vecinal, que cada año llamaba la atención sobre unas 500 carencias e incidencias.

Pero, no fue hasta la sigilosa llegada de la crisis, cuando se dispararon todas las alarmas, pues a este colectivo acudían cada día y cada semana más y más familias pidiendo apoyo.

El flujo solidario creció en tan poco espacio de tiempo, que por volumen de mercancía y de demanda de ayudas, se hizo necesario solicitar un nuevo emplazamiento, ya que el garaje de la casa particular de Luis Febles, donde se depositaba la comida, resultó inundado por las lluvias y su reducida superficie ya era inadecuada para la creciente demanda, ya no daba abasto para acoger a su gente y a las que empezaban a venir de otras zonas de la ciudad.

Sin apenas darle tiempo a percatarse, pudieron comprobar cómo colas de usuarios se agolpaban a sus puertas.

El fenómeno empezó a tomar relevancia, cuando en cualquier momento del día se podía observar que esperaban por sus alimentos hasta 300 personas, cifra que iba aumentando considerablemente con el paso del tiempo y los efectos de la crisis.

Sonrisas Canarias, que en un principio llevaba el nombre de su distrito por bandera, el de Anaga, de buenas a primeras se enfrentó al drama de las consecuencias de la situación económica, superando en una sola semana aquellas estadísticas anuales de sus inicios y que les revertía el reconocimiento popular por su altruismo.

No obstante, Febles recuerda que en sus primeros pasos, esas primeras ayudas se lograban con la organización de eventos y “la recogida de fondos para adquirir los productos que entregábamos, algo que hacíamos en las ventitas del barrio, para que todo se moviera en Valleseco”.

En la última década, esta ONG ha cerrado cada ejercicio con un nuevo récord de asistencias y volumen de alimentos entregados, hasta el punto de que en 2014 contabilizó un total de 50.000 personas que pasaron por sus instalaciones, ubicadas en el antiguo colegio del barrio, que aún utilizan en precario, ya que está cedido por la Consejería de Educación, que ha dejado aparcada su intención de que lo desaloje, de momento.

Febles asegura que el resultado de las personas que acuden a la ONG “es dramático, si tenemos en cuenta que en 2013 se había repartido comida a 27.000 personas llegadas de todos los municipios de la isla de Tenerife”.

En términos generales, a lo largo de sus 12 años de existencia, este colectivo ha facilitado el acceso a alimentos de primera necesidad a casi medio millón de usuarios, mientras que la mercancía que se ha trasladado hasta Valleseco durante todo este tiempo es de unos 3.000.000 de kilos, con una media anual de 250.000 y al mes de 30.000 kilos.

A pesar de que en los dos últimos años casi se han duplicado las ayudas, con un nuevo sistema de organización a la hora de establecer los turnos de entrega y renovación de los beneficiarios, “observamos cierta tregua en el inicio del presente ejercicio respecto al volumen experimentado en el mismo periodo del año pasado”, aunque, según matiza Febles, “aún siguen siendo muchas las personas que precisan de nuestra ayuda”, hasta el punto de que discute los datos oficiales, que cifran en la capital unas 16.000 personas las que perciben ayudas en alimentos, “ya que las necesidades afectan a muchas más”.

El responsable de esta ONG asegura que “muchos ciudadanos afectados por la crisis acaban tirando la toalla por el exceso de burocracia y deciden no acudir a colectivos como el nuestro, al que se llega, siempre derivado con un informe de los Servicios Sociales”.

Sin embargo, explica que “en los primeros dos meses del año hemos notado un recorte de demandas de alimentos en torno al 30%”. Al respecto, opina que quizá ha influido la nueva organización “con la que hemos pretendido establecer un mayor orden con los requisitos establecidos desde octubre, de los que se ha informado convenientemente y que creemos que beneficia a todos”.

Esta asociación no se nutre, como muchas otras, del Banco de Alimentos de manera exclusiva, por lo que la gran mayoría de los productos que reparte tienen su origen en las fábricas de alimentos de todo el país. Aún así, también hay un porcentaje proveniente del FEGA, que se entrega en dos remesas y que “cada vez vienen más mermadas”.

En cada una de las jornadas que la ONG abre sus puertas para asistir a las personas que remiten los servicios municipales de las Islas, se asisten a unas 2.000 familias, aunque de seguir el comportamiento experimentado a principios de año, “es probable que las estadísticas cambien, ya que el recorte de principios de año del 30% suponen unas 800 personas”.

No obstante, los datos de pobreza en Santa Cruz “siguen siendo preocupantes”, comenta Febles, quien con el apoyo de unos 26 voluntarios ha intentado siempre aportar a las familias “dignidad y apoyo en estos momentos de dificultad”, por lo que ha creado otras actividades paralelas para los beneficiados de su ONG. Así, explica una experiencia “muy enriquecedora, que consiste en llevar a las familias de usuarios al cine, para que vean una película como cualquier otra familia”. De esta iniciativa se han beneficiado ya unos 3.000 niños.

Luis Febles afirma que las asociaciones de vecinos “no están para repartir alimentos, y por ello tuvimos que cambiar los estatutos y nuestra forma de actuar”, mientras que el papel de las administraciones, “por lo menos con nosotros, no ha sido el de acompañarnos y nos han obligado a una travesía en solitario e independiente”.

El responsable de Sonrisas Canarias lamenta que “hemos tenido muchos enemigos, obstáculos en el camino y pocas ayudas”, y afirmó que “el interés de los políticos por su organización ha sido puntual y muy poco fructífero”. Recuerda una visita de la consejera del área social del Gobierno regional, Inés Rojas, quien, según Febles, “tras escuchar los testimonios de los usuarios y de los voluntarios de la ONG, no pudo evitar llorar. Y eso, que llegó pensando que esto era un guachinche”.

En 12 años asistiendo al castigo que ha padecido la sociedad y la pérdida de muchos beneficios sociales, también ha habido tiempo para observar como muchos políticos se han querido sacar la foto junto a quienes más sufren, algo a lo que Febles se niega, pues afirma que “esas instantáneas tienen que ser a cambio ayudar a los demás. Por ello, de cara a las elecciones, si se quieren apuntar medallas, que piensen que queda muy feo cuando no se ha trabajado por quien más no necesita”.

Cada mes pasan por la ONG entre 5.000 y 6.000 personas, que llegan desde municipios tan lejanos como Icod de Los Vinos, La Guancha, Güímar o Santiago del Teide, aunque los ayuntamientos de los municipios de la isla no se prodiguen en apoyar a este colectivo que asiste a sus vecinos.

“Yo estoy cansado de ver como no hay ningún tipo de ayuda. Hemos pedido por escrito y hablado detalles, que jamás llegan, como que faciliten al año una entrega de alimentos. Nadie ha respondido nada. A la hora de subirse lo sueldos, sí que están rápidos”.

Asevera que “quienes ayudan son los ciudadanos a título particular y algunas organizaciones, pero los consistorios hacen oídos sordos a las necesidades de su gente en pleno Siglo XXI”.

Gracias a esas aportaciones, se ha logrado facilitar material escolar, que además se adquiere en los negocios de las zonas en las que se demanda, porque en esta organización “nos hemos dado cuenta de que detrás de cada bolsa de comida, hay una historia”. Por ello, dijo, surge la necesidad de emprender nuevas acciones, como “el apoyo al pago de recibos del agua o la luz y el alquiler”.

Las necesidades de las personas, también son tan variadas como formas de vida hay, y la crisis económica no ha hecho más que agudizar las condiciones de trabajo, por lo que en los últimos años “encontramos entre los usuarios a personas que cuentan con un empleo, pero que es tan precario que, ni siquiera, da para comer”.

En esta situación, Febles asegura que “se encuentran unas 1.000 personas de las 5.000 que asistimos al mes, porque la gente cada vez cobra menos y debe hacer frente a las deudas del pasado”.

El máximo responsable de esta ONG afirma que “siempre hay responsables de que estas personas tengan que recurrir a Sonrisas Canarias, pero a nosotros lo que nos toca es recibirlas y ayudarles”, un apoyo que incluso llega a facilitar el acceso a un puesto de trabajo, que en el ejercicio de 2014 se saldó con 67 contratos, mientras que en 2013 se cerró con 187, “con los que se ayudó a equilibrar un poco a las familias, desestructuradas y desarmadas por la crisis”.

Luis Febles señala que a lo largo de estos diez años de labor, “ha sido muy duro ver cómo se han destrozado muchas familias por no tener nada que llevar a la mesa para que sus hijos coman, lo que también acarrea conflictos”, algo que, afirma, “también me desgasta personalmente y hace que me lleve los problemas conmigo”.

En una década, se ha tenido que enfrentar a situaciones tan duras como ver a familias durmiendo en sitios en los que no debiera “y con el temor de que les quiten a sus hijos por haber llegado a un sitio que no merecen”.

Un caso especial en todo este tiempo, “es el de una niña de escasos días, a la que su madre daba de comer solo agua con azúcar, a la que tuvimos que ayudar de emergencia porque era un auténtico drama. Actuamos desde nuestra independencia ante la necesidad, la que a veces aplicamos cuando la burocracia no entiende de urgencias y carencias, porque la gente tiene que comer”.

Pícaros y solidarios

Dentro de las desgracias colectivas, también aparece la tan española picaresca, a la que algunos recurren para seguir llevándose algo de comida a la boca. Luis Febles explica que siempre hay quien intenta saltarse los procedimientos, recurriendo al escaneo de documentos o suplantando a otras personas, como el caso de una mujer que se hizo pasar por su madre, fallecida un mes antes.

“Son casos que siempre se descubren, pero que, de igual manera seguimos ayudando, porque son fruto de la desesperación”.

También son frecuentes “las peleas entre vecinos, entre aquellos que se ofrecen para recoger una bolsa de alimentos que nunca llega a su destino, dentro de medidas que, aunque buscan la buena voluntad, al final no resultan”.

En el otro extremo estarían aquellos que buscan soluciones a través del ingenio. Se trata de quienes en la colaboración encuentran propuestas más positivas, como pasa en aquellos casos en los que cuatro familias se ponen de acuerdo para venir el mismo día y ahorrar el billete de guagua para el que no tiene dinero, que “buscan la manera de que comida y pasajeros encuentren su hueco”.

También hay espacio para la satisfacción, pese a la angustia que rodea a la labor de Sonrisas Canarias, algo que ocurre cada día, pues la esperanza viene en forma de agradecimiento de quien por fin logra algo de comida para su casa o desde “la sonrisa de esos niños cuando ven llegar a sus padres con alimentos, galletas o golosinas y algún producto navideño”.

El mejor futuro que espera el impulsor de esta ONG “es que desapareciera la asociación y que todo volviera a una normalidad más lógica, porque ahora hay mucha gente sufriendo aún, además de los que sufren la pobreza en silencio y no acuden a las instituciones o a las asociaciones”, de manera que los 25 voluntarios que desempeñan su labor se puedan ya dedicar a otras, “pues muchos de ellos llegaron a Sonrisas Canarias como usuarios y se quedaron”.

Febles dijo, no obstante, que ese propósito, “tal vez lo debamos dejar aparcado, de momento, pues a pesar de que han bajado las atenciones a principios del presente año, sí hay que destacar que hemos visto muchas caras nuevas entre enero y febrero”.

“Nosotros estamos aquí porque las ganas de comer no entienden ni de días de fiesta ni de jornadas de huelga, sino de las necesidades de las personas, que son el principal objeto de nuestra realidad y forma de ser”.

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