Veneguera, utopía realizada: tres décadas de una de las batallas medioambientales más relevantes de Canarias

Veneguera es, sin duda, un hito dentro del movimiento ecologista canario. Seguramente, incluso trasciende del mismo por la movilización alcanzada, el debate desarrollado en torno a su protección/urbanización y las implicaciones sociales, empresariales y políticas. Desde la mitad de los años ochenta del pasado siglo, se expresó el rechazo ciudadano a la urbanización de una de las pocas zonas vírgenes que quedaban en Gran Canaria tras el desarrollo turístico de los años sesenta y setenta del pasado siglo, Lo que se tradujo en una dura y pacífica batalla en la calle, en las instituciones y, también, en el plano jurídico. Al final, y tras distintas fases de avances y retrocesos, Veneguera quedó protegida, formando parte del Parque Rural del Nublo.

Aquí realizamos tres miradas sobre Veneguera.

La mirada histórica, con un apretado resumen de lo que sucedió desde los primeros intentos urbanizadores hasta la victoria de las propuestas proteccionistas con la ley aprobada en 2003 por el Parlamento de Canarias.

A mitad de los años ochenta del pasado siglo un grupo de activistas potenció la constitución de los colectivos Salvar Veneguera, con funcionamiento en distintos lugares de Gran Canaria. Se trataba de hacer frente a una propuesta de urbanización de esta zona del Sur de Gran Canaria, ubicada en el municipio de Mogán, y una de las pocas que no habían sido alcanzadas por el desarrollismo turístico.

Banesto, entonces titular de una extensa finca en Veneguera, pretendía llevar a cabo una macro urbanización. Se llegó a hablar hasta de más de 140.000 camas turísticas, emulando las que existían en Playa del Inglés, cifras que fueron posteriormente rebajadas.

La tradicional apatía política y la no menos tradicional desmovilización isleña saltaron por los aires con este asunto. Ciudadanos y ciudadanas cansados de que nuestro litoral fuera devorado y, asimismo, de que la opinión de los hombres y mujeres de esta tierra no contara lo más mínimo. Todo quedaba siempre en manos de bancos, empresarios y algunos políticos bien dóciles frente al dinero.

El magma de los colectivos fue extendiéndose en un trabajo de auténticas hormiguitas. Centenares de charlas en todos los rincones de Gran Canaria y Canarias. Movilizaciones pequeñas y masivas. Publicaciones en los más diversos medios de comunicación.

Entonces tuve la fortuna de poder contribuir modestamente a la difusión de la protesta de Veneguera más allá del Archipiélago en un amplio reportaje del diario Liberación, gracias a las facilidades que me ofreció el fallecido Javier Ortiz.

ILP

La semilla germinó en la iniciativa legislativa popular (ILP) para la protección de Veneguera. La recogida de firmas fue otro acto de movilización y de concienciación. Más de 50.000 rúbricas, aunque al final solo fueron validadas unas 40.000.

Luego vendrían trámites parlamentarios, fraudes, traiciones y mauriciadas hasta que en marzo de 2003 el Parlamento de Canarias aprobó la ley que declaraba el barranco de Veneguera como parte del parque rural del Nublo, garantizando su completa protección.

Tres décadas después del arranque de aquellas movilizaciones que marcaron el devenir del movimiento ecologista canario y mostraron la elevada sensibilidad ciudadana ante lo que afectaba al territorio y al medio, Canarias se enfrenta a nuevos retos con la Ley del Suelo elaborada por su Gobierno y que ha vuelto a levantar las alarmas ante los riesgos que supondrá para nuestro territorio.

Otra vez, colectivos de todo tipo, hombres y mujeres de las distintas islas, se organizan para defender que esta tierra “no es un solar” y para exigir que la especulación y el cortoplacismo no generen una impagable hipoteca a las presentes y futuras generaciones de canarios. Otra vez algunos dirigentes políticos solo responden a los intereses empresariales, no a los del conjunto de la sociedad.

Rememorar hoy lo que fue la lucha de Veneguera es hacerlo desde la óptica de que lo que parecía imposible entonces se hizo posible. Pese a mil obstáculos.

Pero vayamos por partes.

ORÍGENES

Tras el impulso turístico de los años sesenta-setenta en Gran Canaria, Veneguera permanecía aún virgen a mitad de los setenta del pasado siglo. Una especie de anomalía costera.

Se trataba de una zona con relevancia agrícola y que, además, tenía y tiene importantes valores medioambientales y culturales.

Entre ellos, la presencia de comunidades de tabaibal cardonal consideradas de las más importantes de las Islas, tarajales y una variada avifauna, destacando el pájaro moro, el caminero, el alcairón, la calandria, el capirote, la aguililla o los cernícalos; siendo, asimismo, lugar de alevinaje de pardelas o paínos.

En sus acantilados costeros nidifican ave marinas pelágicas, gaviotas y aves de presa, entre ellas el guincho.

Por otra parte, cuenta con yacimientos arqueológicos en Poblado de la Playa, Cañadas de la Mar o Cogolla de Veneguera.

La propiedad, agrupada inicialmente en la Cooperativa Agrícola Santa Clara, transmuta en Costa Canaria de Veneguera SA, cuyo objeto social incorpora “la adquisición, enajenación, promoción, urbanización, construcción y explotación… de finas rústicas o urbanas, acogidas o no a las leyes protectoras”.

Es el comienzo de un proceso empresarial, político-institucional y social que se prolongará durante varias décadas. Con continuos cambios en el accionariado de la empresa y más que evidentes maniobras especulativas con los terrenos.

“En diciembre de 1991, Urbis vende Costa Canaria de Veneguera a Corporación Financiera Grup por 21,4 millones de euros. Apenas tres meses después, en marzo de 1992, Grup lo vende a la sociedad irlandesa Moveto por 41,2 millones”

Como ejemplo, en diciembre de 1991 Urbis vende Costa Canaria de Veneguera a Corporación Financiera Grupo por 3.571 millones de pesetas (unos 21,4 millones de euros). Apenas tres meses después, en marzo de 1992. Grup lo vende a la sociedad irlandesa Moveto por 6.870 millones (41,2 millones de euros). Su valor casi se duplicó en cien días.

Se vivieron entonces numerosas contradicciones en los gobiernos y en los partidos sobre el grado de protección de la zona. Y, asimismo, se produjo una movilización social sin precedentes que, al tiempo, contribuirá de manera significativa en la consolidación del movimiento ecologista canario.

PUERTAS GIRATORIAS

Y, también, asistimos al nacimiento insular de las puertas giratorias. Javier Domínguez Anadón sería uno de sus grandes protagonistas. Fue consejero del Gobierno de Canarias del denominado pacto de progreso (1985-1987), presidido por Jerónimo Saavedra y apoyado por el PSOE y otros partidos a su izquierda.

Como señala el libro Salvar Veneguera. El poder en movimiento (José de León, Miguel Ángel Robayna y Juan Manuel Brito):

Finalmente fueron las intensas negociaciones entre los promotores y el Gobierno de Canarias, presidido por Jerónimo Saavedra, las que darían vía libre al nuevo proyecto de urbanización, haciendo oídos sordos a la importante presión social del movimiento y de gran parte de la ciudadanía de la isla. En este contexto, jugó un papel clave Javier Domínguez Anadón que pasó de ser el consejero del Gobierno de Canarias que paralizó la urbanización, que promovió la Ley de Espacios Naturales, que negoció con la empresa y que al poco tiempo se encargó de dirigir la redacción del nuevo proyecto de urbanización de Veneguera para la propia empresa”.

Con anterioridad, en 1984, se habían constituido los denominados comités Salvar Veneguera. Un grupo de activistas coordinado a la vez que descentralizado que desarrolla en todas las islas, e incluso fuera de Canarias, una intensa campaña de difusión de lo que se pretende hacer en Veneguera.

Combinándolo con movilizaciones que cuentan con un importante seguimiento ciudadano.

A partir de la mitad de los ochenta se produce un nuevo boom constructivo-turístico, favorecido por numerosos factores externos. Veneguera se encontraba en el punto de mira. En 1987, el Ayuntamiento de Mogán en sus Normas Subsidiarias califica como de uso turístico 268 hectáreas en la zona. Si bien la Ley de Espacios Naturales del mismo año protegía las zonas de barranco por encima de la cota de los 200 metros, tanto el cauce como sus laderas quedaban expuestas a ser urbanizadas.

De hecho, se da vía libre a un plan parcial que incluye unas 20.000 plazas alojativas. Siendo Banesto el que aportaría el capital para hacer posible el proyecto.

El plan diseñado por Anadón suaviza pretensiones iniciales e incorpora algunas medidas proteccionistas, entre ellas el acondicionamiento de Castillete de Tabaibales “con fines recreativos, científicos y culturales”. Dotándolo, además, de un museo arqueológico. E incluye un jardín botánico.

Pero, junto a las 20.000 camas, planea un campo de golf de 2 millones de metros cuadrados, prevé un tránsito de 6.000 vehículos diarios e incorpora distintas infraestructuras viarias.

Este plan es aprobado por la Cutmac en 1990, dando un plazo de ocho años para su ejecución. Los distintos intentos de los ecologistas por conseguir en los tribunales la nulidad del plan parcial fracasan.

ILP, TRIUNFO Y BURLA

En la segunda mitad de los noventa y dado que persiste el riesgo de urbanización de Veneguera, el movimiento ecologista toma una decisión que, pese a distintos vericuetos, resultaría trascendental.

Es el momento en que deciden presentar al Parlamento canario una Ley de Iniciativa Popular que incorpora Veneguera al Parque Natural del Nublo y, de esta manera, alcanzar su protección total.

“En marzo de 1998, el Parlamento da la vuelta a la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) sobre Veneguera -presentada en marzo de 1997 en la Cámara y que pretendía prohibir su urbanización- y autoriza 12.000 camas en unas 160 hectáreas”

Esta llega a la Cámara, tras una prolongado proceso que es, al tiempo, movilizador en las calles y en las conciencias, ganando más apoyos a una causa que contaba con mayoritarias simpatías entre los ciudadanos y ciudadanas.

En mayo de 1997, Luis Guerra es el encargado de defender en Teobaldo Power la ILP. Todo apuntaba, con el voto mayoritario a favor de la Ley, que solo rechazó el PP, que el sueño de salvar Veneguera se había convertido, por fin, en realidad.

Pero para confirmar que en Canarias, a veces, los burros vuelan, en diciembre los grupos que apoyan al Ejecutivo de Manuel Hermoso, CC y PP, registran 11 enmiendas que, violando el espíritu y el contenido de la ILP, permiten urbanizar Veneguera.

Estas enmiendas son votadas y aprobadas en marzo, con la abstención del PSOE y el rechazo de unos pocos diputados de CC, Pedro Medina, José Luis Álamo y Juan Manuel García Ramos.

No fue precisamente un momento de gloria el que vivió en esos instantes el Parlamento de Canarias. Los impulsores de la iniciativa popular se sintieron estafados, pero el sentimiento de burla a la opinión ciudadana atravesó a buena parte de la población de Gran Canaria y Canarias.

Una encuesta del periódico Canarias7 confirmó entonces que el 62% de los habitantes de Gran Canaria rechazaba cualquier tipo de intervención urbanística en la zona.

Quedó además cuestionado el nivel democrático de las Islas y se demostró la gran capacidad de buena parte de sus dirigentes políticos para ceder ante las presiones empresariales.

Pero no todo estaba escrito. El desarrollismo y sus consecuencias territoriales y ambientales formaba parte del debate político de la Canarias de final del siglo XX.

Intelectuales, activistas medioambientales y distintas organizaciones habían alertado de que el turismo –que tanto significó para avanzar en nuestro desarrollo- debía ser objeto de reflexión, para que fuera sostenible y combinara la creación de riqueza y empleo con su alianza con el territorio y el medio.

MORATORIA Y DIRECTRICES

En ese marco hay grandes debates. Uno, insular, en Lanzarote, heredero de la preocupación y el mensaje de Manrique. Los primeros en poner sobre la mesa el dislate de un crecimiento incontrolado que ponía en riesgo el presente y el futuro de la isla de los volcanes.

Otro, archipielágico, con la moratoria de 2001 y el debate sobre las directrices generales de ordenación general y del turismo. Un debate, de más de dos años, en el que participaron ayuntamientos, cabildos, movimientos ecologistas, colegios profesionales, universidades, que marcó la agenda mediática y política entre 2001 y 2003.

Es precisamente la moratoria de 2001 la que suspende temporalmente los derechos urbanísticos, extinguiendo los planes que no se habían desarrollado. Posteriormente, en enero de 2003, el Cabildo Insular de Gran Canaria en la revisión del PIOT, desclasificaría los terrenos de Veneguera impidiendo toda intervención en la zona.

“En 2002, mientras el Gobierno de Canarias trabajaba para garantizar la definitiva conservación de Veneguera, el entonces diputado de CC José Carlos Mauricio se traslada a Nueva York para buscar financiación para urbanizar la zona”

Pero los obstáculos continuarían. En 2002, el Gobierno de Canarias que presidía Román Rodríguez trabajaba para garantizar la definitiva conservación de Veneguera. Mientras, el entonces diputado de CC José Carlos Mauricio se traslada a Nueva York para buscar financiación para urbanizar la zona, en uno de los últimos coletazos de los que pretendían seguir adelante con la urbanización.

“El papel de la ciudadanía, consciente y movilizada, el incansable trabajo de difusión realizado por los comités Salvar Veneguera, fueron elementos esenciales para preservar esta zona del Sur de Gran Canaria, cumpliendo un deseo de la mayoría de los hombres y mujeres de la isla”, señala Román Rodríguez.

Y añade que para cumplir con esa voluntad mayoritaria, “impulsamos y aprobamos en el Parlamento la Ley 6/2003 de 6 de marzo, que declara el barranco de Veneguera como espacio natural protegido, impidiendo, en consecuencia, su desarrollo urbanístico. Recuerdo que lo hicimos justo en los mismos tiempos en que destacados dirigentes de CC se movían en la línea contraria, haciendo todo tipo de movimientos, dentro y fuera de Canarias, para urbanizar Veneguera”.

LEY DE VENEGUERA

El ciclo se cierra en marzo de 2003. Entonces, el Parlamento de Canarias aprueba la ley que declara el barranco de Veneguera como parte del Parque Rural del Nublo. Su protección es, por tanto, completa.

Lo que parecía imposible, se hizo posible. Se materializa el sueño inicial de un pequeño grupo de activistas.

Veneguera, utopía realizada.

CRONOLOGÍA BÁSICA

Marzo 1976. La Cooperativa Agrícola de Santa Clara da paso a Costa Canaria de Veneguera, que incorpora en sus fines sociales la “promoción, urbanización, construcción y explotación… de fincas rústicas o urbanas, acogidas o no a leyes protectoras”.

Noviembre de 1977. Aprobación por el ayuntamiento de Mogán del Plan Especial de Ordenación Turístico Veneguera Costa Canaria, que incluía una superficie de 1.862 hectáreas.

1980. Se da vía libre a las primeras actuaciones: desmontes, movimientos de tierras, pistas, etcétera.

1983. Primeras voladuras en el barranco y ampliación de la carretera playa de Veneguera-Mogán.

Febrero de 1984. Constitución de los primeros comités Salvar Veneguera.

Febrero del 84. Gonzalo Angulo (ICU) presenta en el Parlamento una proposición para la paralización y reconsideración del proyecto.

1987. Normas Subsidiarias de Mogán califican de uso turístico 268,8 hectáreas de Veneguera.

1987. La Ley de Espacios Naturales protege la zona del barranco de Veneguera por encima de la cota de 200 metros, dejando al margen todo el cauce del barranco y su ladera.

1990. La Unión y el Fénix vende el 49,1% de CCV a Urbis, filial del Banesto de Mario Conde.

Diciembre 1991. Urbis vende CCV a Corporación Financiera Grup por 3.571 millones de pesetas. Tres meses después Grup lo vende a sociedad irlandesa Moveto por 6.870 millones. Maniobras especulativas en la oscuridad.

Mayo 1995. Tras adquirir nuevamente Costa Canaria de Veneguera, Urbis la vende a Morgan Greenfield.

Noviembre de 1995. Se admite a trámite la Ley de Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de Veneguera. Se inician los plazos para recoger las 15.000 firmas necesarias.

Presentación de ILP en el Parlamento para tratar de proteger completamente a Veneguera. Avalada por unas 40.000 firmas válidas.

Mayo 1997. Luis Guerra defiende en Parlamento la ILP de Veneguera, que recibe en diciembre de ese año 11 enmiendas de CC y PP dirigidas a posibilitar su urbanización.

Diciembre de 1997. Lopesan compra el 25% de las acciones de Costa Canaria Veneguera.

1998. Revisión por el Cabildo de Gran Canaria del Plan Insular de Ordenación, desclasificando los terrenos de Veneguera e impidiendo toda intervención en la zona.

Marzo de 1998. El Parlamento da la vuelta a la ILP sobre Veneguera, que pretendía prohibir su urbanización, y autoriza 12.000 camas en unas 160 hectáreas.

Enero de 2001. La moratoria suspende temporalmente derechos urbanísticos y es lo que posteriormente posibilita que no haya que indemnizar a Costa Canaria de Veneguera, al extinguirse los planes urbanísticos que no se habían desarrollado.

2002. Mientras Gobierno y Parlamento trabajan para la conservación de Veneguera, el entonces diputado de CC José Carlos Mauricio se traslada a Nueva York para buscar financiación para urbanizar la zona.

6 de marzo 2003. El Parlamento de Canarias, por unanimidad, aprueba la protección de Veneguera, incorporando todo el barranco dentro del Parque Natural del Nublo.

Noviembre de 2008. El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) rechaza indemnización solicitada por CCV SA, que alega haber invertido más de 30 millones de euros en unos terrenos luego declarados rústicos.

Diciembre 2010. el Tribunal Supremo desestima recurso de la empresa Costa Canaria de Veneguera por el que reclamaba al Gobierno canario una indemnización de 348 millones de euros por no poder construir una urbanización turística en Veneguera.

Febrero de 2014. Lopesan se hace con la mayoría en CCV SA, recuperando su carácter local. Anuncia que potenciará el carácter rural de esta finca de 2.800 hectáreas.