Desde el año 2009 funciona en Canarias una organización no gubernamental de ayuda a los nepalíes, especialmente a los niños de Nepal, este país asiático, exótico y necesitado a la vez, del que solemos tener información más por sus seísmos y terremotos que por la vida diaria de sus habitantes. Aún es más curioso saber la sede social de esta ONG, denominada Cooperación Internacional Dona Vida, se encuentra en el barrio de Arbejales del municipio grancanario de Teror.
Cooperación Internacional Dona Vida se define como una organización independiente no lucrativa, laica y no gubernamental. “Trabajamos para favorecer los procesos participativos de desarrollo que garanticen la igualdad de oportunidades de las personas y de los pueblos. Prestamos especial atención a la infancia, a su educación y formación profesional, trabajamos para garantizar que sus derechos se cumplan, para que los conozcan y los defiendan”, señala el presidente de esta ONG, Germán Domínguez Naranjo, nacido en Venezuela pero hijo de terorenses que emigraron en su día al país sudamericano y que luego regresaron a la villa mariana.
“No es lo mismo tener veinte años en España que en Nepal. Allí los niños maduran muy rápidamente porque adquieren obligaciones a muy corta edad. Nepal es un país maravilloso con una población encantadora. Todos los voluntarios que cooperan con nuestra ONG se quedan enganchados al proyecto, es una gran adicción, porque el nivel espiritual de las personas es mucho más elevado, son sumamente amables y es un país al que queremos mucho. Sé que ellos también nos quieren muchísimo a nosotros.
Nepal es un país que subsiste gracias a sus productos agrícolas“, afirma Domínguez. ”Nepal sufre ahora una gran tragedia que va más allá de los frecuentes terremotos que padece el país. India ha impuesto un bloqueo a Nepal por no estar de acuerdo con la Constitución que recientemente ha renovado y aplicado. Desde India se bloquea el paso de combustible a Nepal. Hay que tener en cuenta que el país no tiene salida al mar, por lo que el combustible entra por vía terrestre y el único proveedor es India“, denuncia.
Los valores de una ONG
Los valores de esta organización se resumen en los siguientes: trabajar por la justicia social y la igualdad entre los pueblos, compromiso para cumplir los objetivos, respeto a la cultura propia de cada país, humildad para reconocer limitaciones y crear alianzas con otras organizaciones y creer firmemente en los voluntarios.
“Cooperación Internacional Dona Vida logra sus objetivos gracias a la voluntad de las personas y no por grandes cantidades presupuestarias asignadas, en definitiva trabajamos con un gran principio: la voluntad que mueve conciencias. Reconocemos que las comunidades con las que trabajamos tienen mucho que aportarnos y de ellas aprendemos”, afirma el presidente.
Los principios de esta ONG se sustentan en promover la sostenibilidad, la transparencia, la integralidad, los procesos participativos y la excelencia en la gestión de unos recursos limitados. “Nuestra historia comenzó con la certeza de creer en la frase ‘¡sí puedo!’. Estaba convencido que con la aportación de muchos granitos de arena llegados desde muchas personas solidarias conseguiríamos formar una gran montaña y mover otras tantas, así es como juntos crearíamos un gran torrente de ayuda y de acción”, señala Germán.
“Nuestra labor comienza muy silenciosamente en el año 2006. En el año 2009 ya habíamos conseguido parte de nuestra misión: ayudar a diecisiete niños huérfanos y abandonados. Después de conocer las necesidades de las aldeas más apartadas, discriminadas, olvidadas, donde a muchos les cuesta llegar, Cooperación Internacional Dona Vida toma la iniciativa de enviar a los primeros médicos voluntarios de Cuenca para participar en una misión muy particular: atender el centro rural de salud y fomentar campañas educativas de sensibilización”, agrega.
“A lo largo de este camino nos hemos encontrado con personas muy preocupadas por tener muy claro que es tiempo de buscar soluciones y de encontrar alternativas. Es por ello que recientemente Cooperación Internacional Dona Vida se convierte nuevamente en la primer organización no lucrativa de Occidente en llegar a Kabilash, una aldea habitada por 7.000 personas. Allí se inaugura el primer laboratorio para prácticas de analíticas sanguíneas, se implementaron los servicios de oftalmología y odontología, y se decide apoyar la educación, porque sabemos perfectamente que impartiendo una educación integral de calidad obtenemos la fórmula para alcanzar el desarrollo y el futuro de los pueblos”.
Colaboración de profesionales e instituciones
En España, Cooperación Internacional Dona Vida cuenta con la colaboración de profesionales, empresarios e instituciones públicas que se han unido al equipo, motivados para luchar juntos por una infancia digna y por conseguir que los derechos de los niños sean respetados y se cumplan.
“En Nepal, nuestro equipo está formado por personas luchadoras, honradas que entienden perfectamente lo que significa trabajar en equipo, desde la unión para conseguir que sus hijos puedan optar a una mejor calidad de vida, con la seguridad de afrontar un futuro mejor. Cooperación Internacional Dona Vida apoya a todas aquellas aldeas que se comprometan a gestionar con transparencia y honradez cada uno de nuestros proyectos. Defendemos la transparencia y la honestidad con todas aquellas personas y empresas que nos apoyan para alcanzar de esta manera nuestros objetivos”.
Los recursos de Cooperación Internacional Dona Vida proceden de fondos privados, por lo que se trata de una organización independiente del poder político. El 90,95% de sus ingresos se destina al desarrollo de los programas en Nepal, mientras que una pequeña cantidad va a las campañas de concienciación y a gastos administrativos de la ONG en España.
“Nuestra ONG se centra fundamentalmente en la educación y la sanidad; las vidas en Nepal casi dependen del suministro de combustible. Ello afecta a la educación, a la sanidad y a todos los sectores y estratos de la sociedad. El terremoto acabó lamentablemente con 8.000 vidas pero lo que está ocurriendo ahora puede desencadenar en una tragedia”.
Mientras muchos salían del país por el terremoto, “nosotros entramos por Katmandú para ayudar a tres aldeas de unos 7.000 personas cada una. Nosotros disponemos de equipos médicos y sanitarios para atender a la población de catástrofes de este tipo”.
“Nuestra labor se ha centrado hacia las aldeas rurales porque son las menos tomadas en cuenta por otras organizaciones. En noviembre fuimos a Nepal y vimos que los derechos humanos no existen, y de los niños menos. Hemos sido los primeros occidentales en llegar a algunas aldeas nepalíes. Allí nos encontramos con patologías muy graves dentro de la infancia: niños huérfanos que necesitan ser operados y que ni se plantean hacerlo porque tienen asumido que es imposible”.
“Queremos llegar a acuerdos con instituciones canarias para que nos apoyen y poder traer a esos niños aquí para que puedan ser operados. Hay cirugías sencillas y otras más complicadas. Depende de donde hayas nacido tenemos derechos o no. Allí no tienen derechos”.
Los 200 intocables
La comunidad internacional no se ocupa lo suficiente, por lo que esta humilde organización canaria está actuando dentro de sus posibilidades. “Allí hay más de 200 niños intocables en la aldea donde vamos. Son niños vulnerables que no tienen derecho a nada. Ni siquiera el gobierno les permite tener educación en los colegios públicos. Son niños descastados, que no están en ningún estrato de la sociedad y que por ser pobres no tienen derechos a sanidad ni educación”.
Ahora Dona Vida quiere construir unas escuelas para los niños pobres. Algunos reciben sus clases sentados en el suelo o en cuevas sin iluminación ni pizarras. “Desde la organización queremos dotas a las escuelas de pupitres, pizarras y paneles solares. Cada uno, dentro de su formación en valores, puede contactar con nosotros y hacer cualquier aportación. Vale cualquier donación por muy pequeña que sea. Lo que vale una cajetilla de cigarros aquí puede salvar vidas allí”.
Economía de subsistencia
Domínguez recuerda que Nepal es un país que tiene una economía de subsistencia y que ha sido desolado por los terremotos que se produjeron en abril y mayo del año pasado. El bloqueo de India al suministro de petróleo se ha sumado a la precariedad de su vida cotidiana.
En Nepal viven principalmente de la agricultura y la ganadería y se comen todo lo que producen, incluso algunos meses no es suficiente con eso y lo pasan mal. Su único modo de tener un ingreso extra es mediante el turismo, que desde los terremotos de abril y mayo prácticamente ha desaparecido.
La labor llevada a cabo por los voluntarios de la ONG ha sido intensa. Se ha trabajado básicamente en dos aldeas de Nepal: Sipty y Kabilash. “En primer lugar fuimos a Sipty, en la que estuvimos en 2011, en el extremo occidental del país, a la que se llega tras un vuelo en avión desde Katmandú, más unas quince horas en todoterreno haciendo noche por el camino, más otras cuatro horas de trekking subiendo montañas”.
Todo ese viaje lo tienen que hacer cargando con las maletas de medicación y material, de difícil obtención en Nepal, que los voluntarios llevaban desde España. “Fueron muchos kilos pero la verdad es que mereció la pena. Allí, en Sipty, hemos estado atendiendo a pacientes en el Hospital, como lo llaman ellos, del pueblo, y ningún día salimos antes de que anocheciera. Por la mañana madrugábamos para ir a ver, antes de entrar a trabajar, a los niños que conocimos en el 2011 y otros nuevos que se han ido sumando, y nos dedicábamos a jugar con ellos ya que era el único momento del día que teníamos para la distracción y esparcimiento”.
Sipty es una aldea a la que solo se puede llegar a pie, subiendo la ladera de la montaña “y en la que en 2011 fuimos los primeros no nepalíes que llegamos allí”. La mayor parte de los habitantes son parias (descastados, dalits, intocables), “es decir, que no pertenecen a ninguna casta y eso es no ser nada, no tener ningún derecho”.
Niños parias descastados
Los niños parias no tienen derecho ni a ir a la escuela del gobierno, “de manera que son los propios padres los que, juntando lo poquísimo que tienen, pagan a un par de maestros y han subvencionado, junto con una organización local que les ayuda un poco, la construcción de una escuela. Pero la verdad es que la escuela da miedo cómo la han construido: sin luz, sin pupitres, sin pizarras”.
La única posibilidad que tienen de progresar estos niños es la educación. “Es la mejor herramienta que se les puede dar para dejar de tener una vida de subsistencia en la que, en palabras textuales de sus familias, tienen arroz para sólo 8 o 9 meses al año. El resto de meses pasan hambre”.
A través de esta organización se va a subvencionar un primer proyecto, donde se pondrán pizarras en condiciones, pupitres, bancos y unos paneles solares junto con la instalación eléctrica para que puedan dar al menos las clases con un mínimo de comodidad. El segundo proyecto, mucho más ambicioso, es construir una segunda planta, ya con planos hechos en España, con todos los requisitos imprescindibles para que sean aulas decentes, además de intentar subvencionar que haya más de dos profesores, que son los que tienen ahora, para los 127 niños que hay en la escuela.
“En esta aldea también nos encontramos con niños en estado de extrema pobreza con problemas de salud que no les permiten tener ni la más mínima opción de vivir de una manera decente y digna. Los aldeanos viven del arroz y del maíz, de pastorear sus ganados y cortar hierba para los animales, todo ello en la montaña, que es bastante empinada, donde nos encontramos con niños cortando hierba para el ganado”.
“Volviendo a los niños con problemas de salud que nos encontramos, son dos, uno de ellos con una membrana laríngea, huérfano de padre, con la madre sirviendo en una casa de la aldea únicamente para que les den un techo y comida para ella y para otro hijo, y con un tercero en Katmandú, mandado a servir en otra casa. Y el otro niño del que hablamos tiene los pies zambos, la familia ni se planteó operarlo ya que no tienen dinero”.
El niño de la membrana laríngea
Cualquiera puede imaginar lo que es vivir allí, trabajando la montaña, con estos problemas. El niño de la membrana laríngea, en la primera visita que hizo al hospital tuvo que viajar tres días en guagua para llegar a Katmandú, donde nunca había estado. “En Sipty estuvimos la primera parte del viaje, luego cambiamos a la otra aldea, Kabilash, donde estuvimos en octubre de 2014 y donde volvimos en mayo del 2015, justo después de los terremotos”. Es una aldea situada en la zona más castigada por los seísmos.
En esta aldea estuvieron comprobando que algunos de los proyectos que iniciaron en mayo ya se estaban llevando a cabo: colocación de paneles solares e instalación eléctrica en todo el centro de salud para asegurar luz eléctrica las 24 horas del día para que al menos la nevera pueda conservar las vacunas en buen estado y la compra de camas lavables con colchones decentes para que no sea solo una tabla con una manta encima.
El choque cultural y el idioma no favorecen que haya un comunicación fluida. “En Kabilash, en cuanto nos demuestren que se han cerrado todos los proyectos queremos poner en marcha otro muy ambicioso para disminuir la mortalidad perinatal, formando a personal local con matronas de España que se desplacen allí a impartir la docencia”.
En ambas aldeas se ha llevado a cabo una labor docente continua, tanto instruyendo a los sanitarios locales durante la labor asistencial del día a día como llevando a cabo talleres y charlas para formarlos en cosas tan fundamentales como limpieza y cura de heridas, suturas, vendajes, administración de medicación. “Muchas cosas que aquí son básicas, allí son algo revolucionario; por ejemplo, lavar una herida con agua y jabón, algo tan simple y básico aquí, pues allí supone realizar un cambio en sus costumbres culturales y les cuesta mucho asimilarlo”.
“En Katmandú, los días que hemos estado han sido para negociar los precios de las intervenciones con los hospitales donde vamos a operar a los niños, así como el alojamiento de las familias en la capital y la financiación del transporte desde las aldeas, y para regresar a ellas. Las negociaciones tampoco son fáciles ya que hay que dejar claro que nuestros presupuestos son limitados y que intentamos cubrir a la máxima población. A veces nos ven como una fuente inagotable de dinero, cuando es todo lo contrario”.
También han visitado un orfanato de niños refugiados del Tíbet, donde por medio de la ONG se les ha provisto, desde los terremotos, de un aula de informática, así como de otro material escolar y deportivo, como pizarras, ordenadores, balones, etcétera.
El caso de Niraj
El caso de NirajUn proyecto que la ONG comenzó en mayo fue el de Niraj, de familia paria, un chico de 23 años parapléjico por una meningitis tuberculosa que vive en otra aldea castigada por el terremoto y al que encontraron con unas úlceras impresionantes en sacro, rodillas y talones. “Ambos glúteos eran el 100% una herida, así como los dos talones y las rodillas; vivía en un sufrimiento continuo”.
“En mayo lo ingresamos en un hospital de Katmandú, lejos de su aldea, para que lo operaran y le hicieran unos injertos, pero cuando llegamos en octubre pasado nos encontramos con que hacía unos días que se había pedido el alta voluntaria porque su padre tenía que trabajar en el campo y él estaba con depresión por no estar en su casa. La noticia para nosotros fue un bajón, pero al ir a su casa a visitarlo vimos que después de estos meses, de varias transfusiones y de la dieta con proteína que acordamos con el hospital (en casa se alimentan solo de arroz y vegetales cocidos), las úlceras estaban mejor y tal vez no hiciera falta la cirugía”.
Con él hubo que trazar un plan B: buscar el ingreso en un hospital de la misma región que esté más cerca de su casa para que puedan relevarse varios familiares en su cuidado, “y a ver si con ejercicios de rehabilitación y una dieta rica en proteína podemos hacer que esas úlceras curen del todo y, tras comprarle una cama en condiciones, con posibilidad de agarres que le permitan por sí mismo hacer cambios de postura, pueda vivir con su problema, pero sin estar abocado a una muerte segura, como lo estaba cuando nos lo encontramos al lado de un camino, en una cama de madera en la que lo tenían sus padres, a la sombra de un árbol. Estaba vivo gracias a que unos alemanes que pasaron por allí le dejaron un montón de antibióticos”.
“La verdad es que ha sido todo súper intenso en el que sólo hemos tenido un día de relax, que subimos a las montañas con unos niños de la aldea de Sipty, y lo pasamos fenomenal, merendando con ellos y sin dejar de reír. En fin, que ha sido una paliza de viaje, pero ha sido muy muy satisfactorio desde el punto de vista personal y profesional. Aun queda mucho por hacer y Nepal está esperando cualquier ayuda que podamos prestar”.