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US

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Imaginen ahora, que bajo el mundo que conocemos, hay otro, mucho más frío, desigual y desprovisto de todo rayo de esperanza, a excepción de las más mínimas reglas de supervivencia. Ese mundo es una copia deformada de nosotros mismos, tal y como le sucedía a Max Estrella, el poeta ciego y venido a menos quien descubre en los espejos de la calle Álvarez Gato -también conocida como el “callejón del gato”- una nueva forma de mirar la realidad, cóncava y convexa, según el espejo en el que uno se mirara.

Ignoro si la fuente de inspiración para US (Jordan Peele, 2019) le llegó al director, productor y guionista afroamericano tras leer Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán (1920-1924), pero es innegable que la distorsión de la realidad que empapan las casi dos horas de metraje tiene mucho del legado del escritor español y de su forma de ver una realidad que, en el caso de los protagonistas de la película, se torna en pesadilla.

Lo peor de todo, no obstante, como sucede con aquellas películas protagonizadas por unos seres que aparecen sin que se sepa muy bien de dónde han salido -o las bandadas de pájaros que, un día, deciden atacar a los seres humanos sin previo aviso y atisbo de justificación (The Birds, 1963)- es que no queda claro quién es la mente que se esconde tras la creación de aquellas réplicas malignas, deformes y sedientas de sangre. Sólo se conocen retazos contados por Red (Lupita Nyong'o), la “gemela” maligna de Adelaide Wilson, personaje y elemento aglutinador de toda la trama.

Luego, cuando las réplicas deciden clamar justicia, ante su agónica situación, poco pueden hacer los humanos “normales” que, de manera lenta pero inexorable, se convierten en víctimas de las sanguinarias tijeras empuñadas por aquellos seres deformes y grotescos. Los únicos que parecen saber reaccionar ante el ataque de sus gemelos malignos son los miembros de la familia de Adelaide Wilson, especialmente sus dos hijos, Zora (Shahadi Wright Joseph) y Jason (Evan Alex), sobre todo la primera, mientras que el padre y marido de Adelaide, Gabriel “Gabe” Wilson (Winston Duke), va aprendiendo sobre la marcha lo que sus dos hijos parecen tener mucho más desarrollado. En realidad, los dos niños son de otra generación, lo que se conoce como niños 1.5, y ante una amenaza que parece desbordar a sus padres, está la respuesta de quienes ven el mundo de otra forma, se adaptan mejor y no dudan en actuar en consecuencia ante el desatino al que deben hacer frente.

Tampoco terminamos por saber qué es lo que quieren aquellos seres que terminan por emular una cadena humana solidaria alrededor del país y que recuerda los tiempos en el que el actor Ronald Wilson Reagan ocupaba la presidencia de los Estados Unidos de América. Queda claro que se han cansado de vivir en las sombras, en los túneles del mundo de “abajo”, como los Morlock creados por H. G. Wells para su novela The time machine en 1895 para servir a los Eloi, ¿por qué ahora? ¿Qué les ha llevado a decidirse a reclamar su lugar en el mundo y acabar con quienes ellos consideran la versiones grotescas de ellos mismos? ¿Y qué papel juega Adelaide en todo esto?

US está lleno de incógnitas, de preguntas sin resolver y de una cuestión que siempre ha perseguido a la raza humana. ¿Cuál es el verdadero reflejo de nosotros mismos? ¿El que nos ofrece el espejo cóncavo? ¿O es aquel, quizás, que aparece en el espejo convexo? Lo único que se puede hacer es seguir adelante sin mirar atrás, aunque como declama el personaje de Carol Malone -interpretado por la actriz Meg Tilly en la película Body Snatchers (Abel Ferrara, 1985)- Where are you gonna go? Where are you gonna run? Where are you gonna hide? Nowhere... 'cause there's no one like you left.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2019

© 2019 Universal Pictures presents a Monkeypaw Productions, Dentsu, Fuji Television Network & Perfect World Pictures

Imaginen ahora, que bajo el mundo que conocemos, hay otro, mucho más frío, desigual y desprovisto de todo rayo de esperanza, a excepción de las más mínimas reglas de supervivencia. Ese mundo es una copia deformada de nosotros mismos, tal y como le sucedía a Max Estrella, el poeta ciego y venido a menos quien descubre en los espejos de la calle Álvarez Gato -también conocida como el “callejón del gato”- una nueva forma de mirar la realidad, cóncava y convexa, según el espejo en el que uno se mirara.

Ignoro si la fuente de inspiración para US (Jordan Peele, 2019) le llegó al director, productor y guionista afroamericano tras leer Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán (1920-1924), pero es innegable que la distorsión de la realidad que empapan las casi dos horas de metraje tiene mucho del legado del escritor español y de su forma de ver una realidad que, en el caso de los protagonistas de la película, se torna en pesadilla.