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PREGUNTAS PARA AINTZANE LANDA, COLORISTA DEL ALBUM EL FOTOGRAFO DE MAUTHAUSEN.

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¿De qué forma te involucraste en este proyecto tan poco común como lo pudiera ser El fotógrafo de Mauthausen?

Normalmente, siempre que Pedro se mete en un proyecto, él me propone como colorista. Hago la prueba de color y generalmente me aprueban, ya que hacemos buen equipo. Nos entendemos bien. Y este caso no fue una excepción.

¿Te habías planteado antes trabajar en un proyecto de estas características?

Nosotros siempre estamos abiertos a lo que venga, no nos gusta estancarnos en un solo tema o en una única manera de interpretar el color o los proyectos. Hablo de nosotros, porque es algo que siempre comparto con Pedro. Como lectora, lo histórico me ha llamado mucho siempre, aunque leo de todo.

El fotógrafo de Mauthausen es, como el resto de los desmanes cometidos por los miembros del partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y sus tropas de asalto, una historia recogida en blanco y negro. ¿Cómo se logra plasmar dicha historia en color, partiendo de las fuentes originales ya existentes?

Hubiera sido más fácil hacerlo en blanco y negro, no te lo voy a negar, pero cuando leí la sinopsis, me lo imaginé todo muy sepia, muy apagado, que es a lo que estás acostumbrado cuando ves fotos de la época. Lo más parecido al blanco y negro es cuando Pedro reinterpretó, en acuarelas, las fotografías originales. Ahí tuve claro que eso no necesitaba más, un poco de textura y un único tono de color. Y en las páginas era parecido, un tono tenía que predominar, un tono frío.

¿Cómo se escoge una paleta de colores que logre atrapar una historia tan dramática como ésta?

El tono triste de la historia es lo que marca la paleta, salvo en los momentos de esperanza en los que metí colores más vivos para potenciar el estado de ánimo de los personajes, pero éstos no abundan. Fue un reto intentar diferenciar las escenas entre sí, pero a la vez no salir de ese tono frío, azulado y apagado. También predominan los marrones, sobretodo en las escenas del interior de los barracones o de la sala de los juzgados de Nuremberg.

Viendo el desarrollo de todas y cada una de las páginas, mantengo que el color viene determinado por el estado de ánimo del personaje principal, Francisco Boix, salvo en aquellas páginas que actúan como una suerte de testimonio documental. ¿Esto es así o las motivaciones a la hora de escoger cómo colorear la obra fueron otras?

Fue exactamente así. El color lo iba marcando Francisco y sus emociones. El color tiene que ser en todo momento narrativo o, al menos, es lo que trato de plasmar. Intenté resaltar todo lo que guionista y dibujante quisieron destacar en cada momento, dirigiendo la mirada del lector y potenciando lo que ellos habían hecho.

Una vez aceptado el enorme reto de tintar el drama de todas aquellas personas, con motivo del setenta y cinco aniversario de la liberación de la mayoría de los campo de concentración del régimen nacionalsocialista, ¿cómo fue el proceso de documentación y cuánto tiempo duró?

La documentación nos las pasó Salva. Tuve que documentarme más a medida que avanzaba el proyecto, para algunos detalles, como en algunos uniformes, trajes e, incluso, los colores de los equipos de fútbol que juegan el partido, pero todo ello fue siempre con la ayuda de Salva que enviaba a Pedro carpetas y más carpetas de documentación.

La duración de la documentación fue la misma que el tiempo que tardamos en acabar el álbum, pues aunque teníamos mucha información siempre había algo que buscar, porque con cada página podían surgir dudas.

La edición original de la obra se publicó dos años después de la segunda edición del libro escrito originalmente por Benito Bermejo, en el año 2002, bajo el título Francisco Boix, el fotógrafo de Mauthausen. Con ambos libros en la mano, debo decir que se complementan perfectamente, aunque la novela gráfica pone el color que no existe en el libro de Benito Bermejo. ¿Se tuvo en cuenta dicho trabajo como una de las principales fuentes documentales para luego ser coloreadas?

Sí, es un libro que compramos al poco de aprobarse nuestra participación en el proyecto. Ha sido un referente constante.

¿Crees que plantear una obra como ésta en color es necesario, visto otros ejemplos, tanto gráficos como cinematográficos, que siguen mostrando el horror de los campos de exterminio y de todos aquellos que vivieron en ellos en blanco y negro?

Pues no sé si es necesario o no. Como colorista, naturalmente me atrae más las posibilidades de jugar con él, y se podría haber tratado de mil maneras diferentes. Un ejemplo claro es “La lista de Schindler”, que es muy potente a nivel gráfico, con el uso del color rojo en momentos clave, pero para eso ya está esa película.

Siempre que hemos participado en un proyecto para el mercado franco-belga, nos han pedido que haya color. Seguro que habrá excepciones, pero en este caso querían que fuera a color.

La tragedia de los españoles deportados hasta el campo de Mauthausen continúa siendo ignorada por buena parte de la sociedad de nuestro país. ¿Crees que este trabajo servirá para devolver una parte de la dignidad perdida por aquellos combatientes olvidados por su propio país de origen?

Pues no lo sé, pero sí espero que salgan del olvido. Personalmente, desconocía la existencia tanto del campo como del propio Francisco Boix y todo lo que hizo... Ahora no sé que enseñarán en el colegio o en el instituto, pero, donde yo estudié, pasaban de puntillas por el tema y te hablaban de Auschwitz y poco más. A nivel familiar sí podía tener algo más de conocimiento de la guerra civil en España, pero no de campos de concentración.

¿Crees que el cómic debería ser una herramienta más en el proceso de aprendizaje escolar?

Sí, es una manera divertida y gráfica de enseñar a los niños algo de historia en nuestro caso. No creo que sea lo mismo que te obliguen a leer un libro o un cómic, aunque es algo que veo complicado, ya que el cómic sigue teniendo el estigma de que es algo para niños, para evadirse. Es como decir que los libros son sólo para adultos y tampoco es así.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2020

© Aintzane Landa, Bilbao, 2020

¿De qué forma te involucraste en este proyecto tan poco común como lo pudiera ser El fotógrafo de Mauthausen?

Normalmente, siempre que Pedro se mete en un proyecto, él me propone como colorista. Hago la prueba de color y generalmente me aprueban, ya que hacemos buen equipo. Nos entendemos bien. Y este caso no fue una excepción.