A 126 pasos del sueño europeo: Irún, la última frontera para los migrantes que han llegado a Canarias

Migrantes en el punto informativo organizado por la  Irungo Harrera Sarea en la plaza del Ayuntamiento de Irún

Alicia Justo

Irún —
6 de diciembre de 2024 05:31 h

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El viaje de Bintou y su madre comienza en septiembre en su casa de Dakar, Senegal. Tiempo después llegaron a Mauritania, donde cogieron un cayuco rumbo a Canarias. El 15 de octubre desembarcaron en el puerto de La Restinga, El Hierro, para unos días después volar a Tenerife. Bintou y su madre ya habían conseguido llegar a Europa, pero no tenían intención de quedarse en Canarias. Ni siquiera en España. Las dos salieron de su país con el objetivo de llegar a París para reunirse con una familiar. 

Como ellas, miles de migrantes llegados en los últimos años a las Islas salieron de sus casas con la intención de llegar a Francia, un país que les resulta cercano: fue su potencia colonial, del que conocen el idioma y tienen amigos o familiares que residen allí desde hace años. Para llegar a suelo francés deben atravesar la última de las fronteras, la que une Irún con Hendaia. Nada comienza sin antes cruzar el Río Bidasoa por alguno de sus puentes. A pie, son cerca de 126 pasos los que separan el sueño de la realidad. 

El territorio que une Irún con Hendaia no se puede interpretar sin su conciencia histórica transfronteriza. Por estos caminos huyeron miles de exiliados de la guerra civil, portugueses que también escapaban de la dictadura del general Salazar y por uno de los puentes, el de Avenida, el expresidente de la Generalitat Lluís Companys fue entregado por los nazis a las autoridades franquistas para después ser fusilado. Ahora, es un paso fronterizo salpicado en el lado español de gasolineras y tiendas de tabaco y de alcohol (productos más baratos en España que en Francia), siendo la última estampa que ven los migrantes antes de pisar suelo francés. 

Aunque la frontera entre el norte de España y el sur de Francia supera los 600 kilómetros, desde 2018, la mayoría de los cruces de personas migrantes se concentran entre Irún y Hendaia por alguno de los seis puentes más cercanos a los centros de ambas localidades y que cruzan el Río Bidasoa. Algunos lo hacen a pie y otros en transporte público.

Según datos de la Irungo Harrera Sarea (Red de Acogida de Irún, en español), un colectivo que presta apoyo a personas migrantes en tránsito en la localidad, unas 80.000 personas han podido cruzar la frontera desde 2018. En la actualidad, casi un 90% procede de Canarias.

Uno de sus voluntarios detalla que el perfil suele ser un chico de entre 18 y 24 años. También pasan mujeres, en muchos casos, acompañadas de sus hijos; y familias, cuyos miembros han cruzado en diferentes etapas: primero pasa un hermano y al cabo de un tiempo llegan otros familiares. El común denominador de muchos de ellos es su procedencia de un país francófono. La red desgrana que la mayoría son nacionales de Guinea Conakry, Mali, Senegal, Costa de Marfil, Camerún y, recientemente, algunas personas de Mauritania, tras reactivarse como un país de tránsito dentro de las rutas migratorias. 

Bintou y su madre son dos ejemplos del cambio de perfil en la ruta migratoria atlántica, por la cual transitan cada vez más mujeres. Las dos han llegado a Irún una mañana a finales de noviembre tras bajarse de la guagua que cogieron el día anterior en Jerez y que hizo parada en Madrid, donde se subieron más jóvenes migrantes con la misma intención de cruzar a Francia. Ellas tienen prisa por llegar a París y preguntan si pueden comprar ya un billete que las lleve directamente a la capital francesa. Con sus pertenencias a cuestas, deciden ir a descansar al recurso para migrantes en tránsito gestionado por la Cruz Roja en Irún. Unas huellas verdes pintadas en el suelo por la Red dirigen el camino a este centro localizado a las afueras de la localidad y rodeado de naves industriales. 

Controles en el lado francés

La apertura de esta vía en 2018, trajo consigo la intensificación de controles por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad franceses. El Código de fronteras Schengen, que estará vigente en Francia hasta abril de 2025, le permite a este país restablecer controles por tierra, mar y aire para luchar contra el terrorismo y los flujos migratorios. Con esta medida, muchos migrantes se la juegan para cruzar la frontera. “La gendarmería pide los papeles a las personas negras o magrebíes y si no tienen permiso de residencia los meten en el coche y los mandan al puente fronterizo”, detalla un voluntario de la Red. El informe de SOS Racismo Gipuzkoa Vidas cruzadas en la frontera de Irún revela que el procedimiento de expulsión más empleado por las autoridades francesas es la devolución en caliente: “Intercepta a la persona, le obliga a la persona a darse media vuelta y volver por donde ha venido'', detalla el documento. Al mismo tiempo, los colectivos que prestan ayuda a los migrantes también sostienen que se han producido intercepciones en Pau o Burdeos, ciudades a más de 200 kilómetros de la frontera. 

Jon Aranguren, uno de los miembros de la Red de Irún, señala que ahora los controles han rebajado su intensidad. Pero ha habido épocas en las que los chicos lo han tenido que intentar una y otra vez y para ello han optado por alternativas más peligrosas que en ocasiones han terminado en tragedia. En los últimos años, nueve jóvenes han fallecido en su intento de llegar a Francia, algunos ahogados en el Bidasoa, un río que arrastra corrientes que pueden costar la vida a quien no lo conoce o no sabe nadar. Según el  mismo informe de SOS Gipuzkoa, a parte de los ahogamientos, otros migrantes han aparecido muertos en las vías del tren y un joven decidió quitarse la vida a la orilla del río. 

La Irungo Harrera Sarea lleva actuando en la zona desde la misma fecha en la que se activó esta ruta. En 2018, un grupo de jóvenes migrantes bloqueados dormía a la intemperie en la estación de guaguas y de tren del Irún. “Fuimos conscientes de que había controles racistas que les impedían continuar con el viaje”, subraya Aranguren. Desde entonces, cada mañana el colectivo organiza en la plaza del Ayuntamiento del municipio un punto informativo donde se les facilita a los migrantes asesoramiento para seguir su camino y se les proporciona ropa adecuada en función de las condiciones climatológicas de la zona, señala el integrante de la Red. Añade que últimamente no todas las personas migrantes pasan por la plaza debido a la reducción de los controles. “Hay cámaras pero no policías, con lo cual, ese primer paso de pasar la muga (la frontera) es fácil”, apunta.

Bintou y su madre decidieron intentarlo por su cuenta. Después de descansar durante el día en el recurso gestionado por Cruz Roja, salen a cruzar la frontera. 

Siguiente parada: Hendaia

Llueve sin cesar y el viento golpea con fuerza, pero aún así en las salidas de los puentes de Santiago y Avenida que llevan desde Irún a Hendaia hay controles de la gendarmería. Las luces azules destellantes de sus vehículos son incluso más visibles en la atmósfera color blanco que deja este temporal. Bintou y su madre han tenido suerte. Han conseguido pasar a la primera, lo han hecho casi al final del día. Van con otros dos migrantes de Mauritania y Senegal que han conocido en la guagua que las llevó desde Jerez a Irún. También saben que deben salir lo antes posible de esta localidad y llegar a Bayona, donde hay un recurso para migrantes en tránsito.

Bidasoa Etorkinekin es una asociación que presta ayuda a los migrantes en Hendaia. Una de sus voluntarias, Aintzane Lasarte, detalla que el colectivo comenzó a actuar cuando se percataron de que las personas migrantes que venían por el puente se encontraban con patrullas de policía francesa que los llevaban de vuelta. “Tratamos de ayudarles y quitarles de las aceras antes de que viniera la policía”. Para ello, los miembros de esta asociación recogen en coche a los migrantes que se encuentran en las calles del municipio, y los trasladan hasta Bayona. “Nos los encontramos ya en Francia y, como haríamos con cualquier otra persona, los ayudamos”, incide Lasarte. Estas acciones les han supuesto a algunos integrantes de Bidasoa Etorkinekin problemas con la policía francesa: “Cogen a los migrantes que tenemos en el coche, los mandan para el puente y a nosotros nos llevan a comisaría. Unas 20 personas han pasado unas horas en comisaría, después de lo cual los han tenido que soltar porque no es ilegal”, añade Lasarte. 

En Hendaia los migrantes están de paso. “Vienen con mucha prisa, quieren irse, subir y tirar para París”, señala Aintzane Lasarte. La capital francesa es el sueño anhelado de gran parte de los migrantes que han llegado a Europa por Canarias y que consiguen cruzar la frontera entre Irún y Francia. En algunos casos, el conocimiento del idioma les impulsa a viajar al país galo. Issa es un joven guineano que llegó en 2023 a Gran Canaria y que ahora reside en Bayona. Tenía muy claro desde el principio que no quería quedarse en España: “Si ya migrar es empezar una nueva vida, imagina tener que aprender otro idioma”, confiesa. Además, su antigua potencia colonial sigue ejerciendo un poder mental en los países africanos que han estado bajo dominio francés: “Tienen en su mente que Francia es su segunda patria. Siempre les han dicho que si les va mal en la vida, que se vayan a Francia, que ahí los van a acoger”, confiesa Lutxi Bourtayrou, una de las integrantes de la asociación Diakité en Bayona, que también presta apoyo a migrantes en tránsito. Se ha transmitido de generación en generación la idea de que los sueños se cumplen en Francia: “Tienen una ilusión con ir a París… Yo creo que mandas una foto con la Torre Eiffel y todos dicen que ya lo has logrado. Y ahí es cuando empieza lo peor”, se lamenta Lutxi. 

Después de pasar por Hendaia, Bintou y su madre consiguen hacer noche en Bayona. Al día siguiente cogen una guagua con destino a París. Dos meses después de salir de su casa en Dakar, han podido reencontrarse con la tía de Bintou. Ahora esperan comenzar una nueva vida, su madre desea ponerse a trabajar y Bintou comenzar sus estudios. No sabe en qué rama, pero le ilusiona esta nueva etapa. 

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