Verdades sobre la violencia machista en Canarias contadas por profesionales que trabajan con las víctimas

Zapatos rojos que simbolizan a las víctimas de violencia machista.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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“Cada mujer marca su tiempo, los ritmos en la violencia de género son dispares y no todos los casos se denuncian”. Expertas que trabajan día a día con las mujeres víctimas de violencia de género y con los menores que sufren sus consecuencias explican en un encuentro con este periódico que no hay ningún caso igual, no existe un perfil de mujer maltratada ya que todas pueden serlo y, por ello, es necesario prestar una atención individualizada. Coinciden en que en la sociedad persiste la imagen de mujer víctima de malos tratos físicos, pero la realidad de las que sufren violencia psicológica o económica sigue silenciada, a pesar de que también es muy grave. Estos casos son más difíciles de demostrar ante la Justicia, lo que merma la autoestima de la víctima.

Una psicóloga, una trabajadora social, una psicóloga de menores y una abogada que forman parte de la asociación Mujer, Solidaridad y Cooperación perfilan junto a su presidenta, Ángeles García, la realidad a la que se enfrentan en su trabajo diario. Forman parte de la red de servicios de prevención, atención y acogida a mujeres y menores víctimas de violencia de género de Gran Canaria, bajo el paraguas del Cabildo, aunque el colectivo lleva trabajando más de 25 años y tiene presencia también en Tenerife y en La Palma. Todas ellas señalan que no hay recursos suficientes para la demanda real que hay en estos momentos de mujeres que están pasando por estas circunstancias. “Tenemos lista de espera en atención psicológica”, lamenta su presidenta, y añade que el motivo es que prefieren primar la calidad de la ayuda que están prestando a cada mujer proporcionándoles citas a corto plazo que darles un mal servicio.

La trabajadora social es la primera que atiende a las mujeres que acuden en busca de ayuda. Señala que en muchas ocasiones no llegan teniendo claro que están siendo víctimas de violencia sino que acuden a pedir ayuda de otro tipo, por ejemplo, orientación laboral. Esta profesional es la primera que las escucha y hace una valoración del caso. Por ello, considera que es importante tener perspectiva de género y formación en Igualdad para detectar desde el primer momento cualquier indicio de que esta mujer está sufriendo algún tipo de malos tratos. A veces, el mayor trabajo es ayudarla a que sea consciente de lo que le está pasando.

Los datos que se conocen de mujeres que están recibiendo protección en Canarias (en total, 2.350 están bajo protección policial, tanto por parte de la Policía Nacional como por la Guardia Civil, según datos de la Delegación del Gobierno) los conocemos porque han interpuesto denuncia, pero no todas las mujeres que acuden a esta red de atención la ponen. En algunos casos explican las expertas que es por miedo, por presión de las familias o por el hecho de que para ellas su pareja es el hombre con el que habían soñado construir una vida, el padre de sus hijos… y no quieren verlo en la cárcel. Además de estas circunstancias, hay casos en los que la abogada señala que no se denuncian porque son muy difíciles de demostrar y la judicatura está muy falta de perspectiva de género entre sus profesionales, como se puede comprobar en reiteradas sentencias.

Violencia invisible

Otras formas de violencia como la llamada luz de gas, una manera de maltrato psicológico que consiste en desgastar a la mujer hasta minar su autoestima, es muy difícil de demostrar, subraya la abogada. Para que un juez aprecie maltrato, tiene que ser prolongado en el tiempo y demostrarlo con informes psicológicos. En muchas ocasiones, explica que el trámite que tienen que sufrir estas mujeres para que las crean y el shock que supone que luego la Justicia no las ampare, las culpabiliza doblemente y las hace sentir vulnerables.

Las profesionales consideran que la labor que hacen con las mujeres en el día a día y las trabas del sistema judicial hace que no vayan al mismo nivel. “Tardamos mucho tiempo en empoderar a la mujer y luego vemos que la sensibilización que hay en el juzgado es poca”, resume. Muchas veces con la denuncia empieza su calvario, ya que aún hay casos en los que el padre maltratador puede seguir viendo a sus hijos, que también son víctimas directas de la violencia que se ejerce contra sus madres. La psicóloga infantil subraya que a la hora de tratar con los menores deben informar también al padre, y esto en el caso de mujeres que no han denunciado también puede ser un factor de riesgo. Insisten en que un maltratador no puede ser un buen educador, aunque ellas como profesionales no pueden hablar mal de los padres a los niños porque para ellos sigue siendo ese ser querido, su referente. Sobre todo, esto ocurre con los más pequeños, que además se acostumbran a esas conductas machistas del padre y corren el riesgo de asumirlas como modelo. Hay hombres que, “incluso estando en la cárcel, ejercen un gran poder en los pequeños”. Para las expertas, se tiene que pensar ante todo en los menores, teniendo presente que son víctimas directas y se debe crear un contexto seguro para ellos. No obstante, sí consideran que todos los niños y niñas van a tener secuelas de algún modo.

Romper mitos sobre la violencia machista

“Nadie nace siendo maltratador y nadie nace siendo maltratada”, sostiene una de las psicólogas. Las personas llegan a este punto por la influencia del sistema patriarcal, por el reparto de roles entre mujeres y hombres. Y si no hay un perfil de la mujer maltratada tampoco lo hay del maltratador. Sí es cierto que suelen ser hombres que no resuelven de manera pacífica sus conflictos y creen en los roles tradicionales que se les han asignado por el hecho de ser hombre. No obstante, también hay quienes no saben ni siquiera que son maltratadores.

Lo que sí quieren dejar claro todas las expertas es que no se trata de enfermos, no tienen ningún problema mental y el hecho de que algunos puedan tener problemas con el alcohol no es justificación alguna. Con esto último, aún hay una parte de la sociedad que justifica este tipo de actitudes. A juicio de estas profesionales, el sistema patriarcal sigue vigente en el inconsciente de la conducta colectiva. “Para que lo inconsciente se haga consciente, se debe hacer un sobreesfuerzo”, subraya una de las profesionales de esta asociación.

Otro de los mitos es culpabilizar a las víctimas con las supuestas denuncias falsas, que según el Ministerio de Interior suponen el 0,01%. También se les achaca a las mujeres que quieran cobrar una pensión a costa de la denuncia, algo que las expertas explican que en realidad la ayuda es solo de 426 euros durante once meses más la RAI, que solo se puede cobrar si eres mayor de 45 años. “Nadie pasa por todo el calvario de la denuncia para esto”, relatan y añaden que si una mujer con el sufrimiento que ha padecido y todas las amenazas que está recibiendo, denuncia, es muy grave que no haya todo un sistema que las proteja y que la sociedad las cuestione.

No obstante, a pesar del panorama desolador que se dibuja, de la falta de recursos, la falta de perspectiva de género transversal en todos los sectores de la sociedad y la invisibilidad de una parte de las violencias machistas, las expertas sí coinciden en la gran capacidad de resiliencia de las mujeres, en que son más fuertes de lo que se imaginan y que lo que les motiva a seguir trabajando con ellas son los casos de superación, su capacidad para seguir adelante a pesar de las situaciones duras que han pasado.

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