A muchos artistas la popularidad les llega tarde y mal. A algunos como a Van Gogh les llega después de muertos. En el arte se dan esas ironías, la obra de un pintor que vivió y murió prácticamente en la indigencia, puede ser 200 años después apreciada en grandes galerías y subastada en millones de dólares. José Luis Luzardo ha visto cambiada su vida en menos de 24 horas después de que la Fundación Abogados Cristianos anunciara acciones legales contra su exposición Poéticas del Deseo.
En la muestra, que acompaña al artista desde 1999 y nunca ha sido objeto de debate, se pueden ver imágenes religiosas contenidas dentro de preservativos de cristal con los que el autor quiere expresar el modo en que la Iglesia Católica ha impuesto a lo largo de la Historia sobre las mujeres la obligación de preservarse vírgenes hasta el matrimonio. “Llevo años trabajando con el preservativo y la idea surge a raíz del impacto del sida en los años 80 y el contagio de la enfermedad como estigma mundial, sobre todo en los países más pobres”, explica Luzardo.
Luzardo también es pelirrojo y también el reconocimiento le ha tardado décadas en llegar. Está contento, pero es humilde y ha sabido aprovechar el tirón para reafirmar su mensaje a la sociedad “a ver si también me llaman los galeristas”, bromeaba con la prensa.
Tras el anuncio de la organización fundamentalista, se temió a lo largo del día por si finalmente habría inauguración o no, pero en un comunicado emitido por el Cabildo de Gran Canaria se confirmaba que el evento seguiría adelante . La expectación era máxima y el aforo del Centro de Artes Plásticas de Gran Canaria acogió a más de 70 personas entre personas que querían apoyar al artista, gente que fue porque “lo vio en la tele” o, simplemente, por amor al arte.
A lo largo de su carrera de más de 40 años, la denuncia de la opresión a la mujer siempre ha estado presente, temas como la violencia de género o que desde el púlpito se puedan pronunciar homilías contra el aborto, le han inspirado a crear estas composiciones con la idea de crear una conversación con el espectador, también acerca del placer, el deseo en contraposición a la represión y el tabú. Luzardo cree que el día de hoy “ha sido un arrebato”. La noticia le llegó por la prensa, piensa que la gente se olvidará pronto y quedará en nada. No le preocupa la parte legal “no es la primera vez y acabará en nada, me siento amparado por la Constitución y la libertad de expresión”.
Para el artista “los jueces deben estar muy ocupados haciendo cumplir otros artículos de la Constitución como el de que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna”. Quizá nunca tenga tantos focos apuntándole como hoy, pero la hazaña hasta que el tiempo juzgue su arte, ha sido crear una conversación alarmante: la de que la censura de cualquier expresión artística es una posibilidad en democracia y que meterse con la Iglesia no está pasado de moda. “Mi intención es contar pequeñas historias y que la gente reflexione sobre lo que está sucediendo”, sentencia.