El colectivo Acción Antifascista toma forma en Gran Canaria para “combatir” la “indiferencia” y la “normalización” de un fascismo incipiente
“No nacemos de la casualidad ni de una manera espontánea, esto se debe a un contexto específico” en las Islas a partir del que un colectivo de jóvenes “con sensibilidades y experiencias diferentes” ha decidido organizarse para “luchar contra la indiferencia y la normalización” del creciente fascismo que emerge en el contexto político y social grancanario.
Los integrantes de Acción Antifascista de Gran Canaria toman con estas palabras la iniciativa para hacer frente al fascismo ante el todavía menor pero incipiente apoyo popular que esta ideología deudora del autoritarismo, el racismo o la xenofobia se está cobrando en la Isla en particular y en el Archipiélago en general.
No en vano, su expresión partidista más evidente, Vox, experimentó en cuatro años una ganancia de más de 4.000 votos tanto en las elecciones autonómicas como en las municipales en Las Palmas de Gran Canaria, y de más de 1.000 en Telde (885 en las municipales), experimentando crecimientos de alrededor del 3%, superiores al 2% en el caso de las elecciones al Cabildo de Gran Canaria y de Tenerife.
En las generales de 2016, el partido de ultraderecha obtuvo en Canarias 881 votos al Congreso; en abril de 2019 alcanzó casi los 70.000 y más de 117.000 en los últimos comicios del pasado mes de noviembre (un 12,44 %), 133 veces más que en aquel 26 J.
Dos fueron las razones que ha llevado a la creación de Acción Antifascistas, señalan desde el movimiento social, relacionadas entre sí. La primera surge cuando detectan “una tendencia de despolitización tremenda, cada vez la gente está más dormida, entre redes sociales, televisión... A la gente le cuesta más organizarse, movilizarse y participar” en iniciativas u organizaciones que pongan freno al ascenso ultraderechista. La segunda, un encuentro organizado por Vox frente al que “diferentes compañeros intentamos hacer un acto de respuesta y nuestra capacidad de convocatoria fue un poco lamentable”.
“Después de la desmovilización del 15M, los movimientos sociales han ido en una constante fragmentación y desunión, al tiempo que los fascismos en toda Europa han ido apareciendo y creciendo”, señalan desde el colectivo. Ejemplo de ello son “los movimientos identitarios y ultranacionalistas”, caso, entre otros, del partido Jobbik en Hungría, de Alternativa para Alemania, de UKIP en Gran Bretaña, la Liga Norte en Italia o de la formación de mayor gravitación electoral de todas que en Francia representa el Frente Nacional.
Se hacen presentes en el centro y el norte europeos, en otro plano, grupos armados de carácter nacionalsocialista como el alemán Combat 18 (nacido en los años 90 del pasado siglo, hoy ilegalizado) o el Movimiento de Resistencia Nórdico, erigido en Suecia como partido político. “En nuestro contexto específico lo que tenemos es a Vox, ese conglomerado de distintos fascismos españoles”, subrayan: “Nacemos para combatir este fascismo”.
Frente a un abanico de riesgos
No se trata sólo de amenazas o agresiones de cabezas rapadas y de los discursos de odio proferidos por determinados cargos públicos. El movimiento antifascista que nace en Gran Canaria se propone dar impulso a un “tejido social” que sirva de contraparte a las ideas más reaccionarias “en todos los frentes y en todas sus vertientes” y “no sólo porque ataca a la clase trabajadora, sino porque, en específico, este fascismo es muy virulento con las mujeres, con las personas LGTBI y con las personas migrantes y racializadas”, subrayan desde el espacio ciudadano recién creado.
No se limitan, pues, a una “presencia en las calles, hacer propaganda y prevenir ciertas agresiones”. Los jóvenes militantes se desmarcan de una visión estrictamente identitaria o autorreferencial del antifascismo y lo conciben como un movimiento integral que permita “trabajar día a día en el discurso”, atendiendo al “caldo de cultivo que se da para que estos mensajes -de odio- calen en la sociedad”.
Bajo el ambiente que propicia este estado de cosas subyacen elementos yuxtapuestos que, para este colectivo, son los que lo hacen posible: el capitalismo, el patriarcado y el neocolonialismo.
Entre sus acciones concretas planean “trabajar contra el precio desorbitado de la vivienda para que los jóvenes puedan tener la oportunidad de acceder a una”, y contra las casas de apuestas, “una lacra que está llevando a nuestros jóvenes a una adicción que parece que pasa de largo y que nadie hace nada”. Del mismo modo, trabajan en materias feministas y LGTBI “defendiendo todas sus causas”.
Privilegios y normalización
“Nace Vox porque la clase burguesa española, ante la posibilidad de perder sus privilegios, echa mano del fascismo para aplacar todo avance social que se pueda encontrar”, argumentan los antifascistas. “No sólo la desorganización que ha habido esta época es la que ha hecho que haya espacio para que nazcan estas agrupaciones, sino que los medios, con la constante normalización de su discurso de odio y la no oposición a sus mentiras, han hecho que estas personas se envalentonen más y vean que tienen espacios que realmente no son suyos”, pormenorizan.
Los integrantes de este movimiento recién creado circunscriben la tarea que se proponen al ámbito de la sociedad civil: “La experiencia histórica de lucha contra el fascismo nos ha dicho que donde se les para los pies es en las calles y no en las urnas”.
Aunque el movimiento tiene sentido, sobre todo, porque la situación no es irreversible en un momento actual que no alberga aún los extremos que en el viejo continente alcanzaron su cénit entre las décadas de los años 30 y los 40.
“El antifascismo en sí no es sólo una posición en la teoría, sino que hay unos puntos clave” que se propone abordar y que se concretan en un espacio de apoyo mutuo que aúne “más poder de convocatoria” frente a “una amenaza que es real, que está en las instituciones”. En pos de defenderse ante un peligro que recupera los ecos de “esa represión brutal”, ya antes acontecida, y que “se merece como mínimo el decir que esto no lo queremos”. “Estamos aquí porque ya existe una historia que no se debe volver a repetir”.
Asambleario, independiente, autogestionado
Acción Antifascista de Gran Canaria se mira en el espejo del movimiento antifascista griego, enterrador de Amanecer Dorado, el partido neonazi otrora emergente y con cierta prominencia parlamentaria en el país heleno: aquel “es el claro ejemplo al que hay que seguir en todas partes”.
En Grecia, tal y como se analiza en el libro Epidemia Ultra: La ola reaccionaria que contagia a Europa (autoeditado, 2019), la estrategia giró en torno a movilizaciones masivas, plataformas amplias, la persecución judicial y la confrontación callejera. Pero lo cierto es que los contextos divergen: Amanecer Dorado ha sido un partido con un brazo paramilitar; Vox comporta al momento una sola faceta partidista.
Desde el nuevo colectivo, en otro nivel, reivindican la herencia que recogen del antifascismo canario histórico que enfrentó los horrores de la persecución y el exterminio, cuyos muertos “siguen marginados y abandonados” en fosas comunes por gobiernos y administraciones de la era democrática, recuerdan.
Su naturaleza es asamblearia e independiente, y se sostiene de manera autogestionada. “Nuestra pretensión no es ni acercarnos a las instituciones, ni formar parte de ellas ni hacer campaña política por ningún partido”, remarcan desde el colectivo.
De hecho, alertan sobre los riesgos que llevan aparejados poniendo el foco en ciertas dinámicas inherentes a las instituciones, por las que la ciudadanía es objeto de una violencia burocrática que reproduce la victimización de la que son objeto minorías y colectivos determinados y que, detallan, es fruto de un “paternalismo” y un “asistencialismo” que están “soterrados” y que son “invisibles a nuestros ojos”.
“Ellos -los fascismos- ya cuentan con el poder económico, judicial y estatal, y con los medios -de comunicación- para ganar fuerza. Nosotros lo que tenemos que hacer es ganar los espacios de la calle y resistir contra ellos”.
El resultado, esperan, es cortocircuitar las lógicas de la atomización social que avocan a los planteamientos individualistas donde la única ayuda válida es la que se cosecha a solas, para dar cobijo a un objetivo común alcanzable gracias a la autoayuda colectiva.
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