Cientos de cayucos de vivos colores se encuentran en las playas de San Luís, en Senegal, la que fuera capital de la entonces colonia francesa, y uno de los lugares de partida de muchas de las piraguas que han arribado a Canarias en los últimos meses con inmigrantes irregulares.
Pero mucho antes, en los meses de marzo, abril y principios del verano, salían de Nouadhibou, al norte de Mauritania, donde la situación en esos días estuvo “desbordada”, según señalaron Mercedes Lopez de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y Javier Nievas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)
Ambos cooperantes explicaron que la situación en Noadibú en estos días estuvo “desbordada” hasta el punto de que en la zona se tuvo que hacer un centro de internamiento.
Mercedes López, que lleva más de dos años de cooperante en Mauritania, afirmó que CEAR tuvo que desplazar hasta esa ciudad a más cooperantes para hacer frente a la demanda.
Al igual que López, Javier Nievas, que lleva cuatro años como cooperante en Mauritania, indicó que esos meses “fueron duros” y apuntó que “todos se acuerdan de los que pierden la vida en el cayuco, en el mar, pero muchos irregulares también murieron en el desierto”. “Lo que pasa es que es más anónima la muerte en el desierto, porque la arena lo tapa todo”, dijo.
Nievas aseguró que en la actualidad la salida de irregulares se ha desplazado al sur debido a la vigilancia y ahora salen de Senegal “e incluso de más abajo” y coincide con los que afirman que cada vez los barcos que arriben a Canarias serán mas grandes para transportar a un mayor número de irregulares.
Estos dos jóvenes cooperantes españoles aclaran que en Mauritania se nota la pobreza, pero no tanto como en Senegal o Mali donde la situación es “prácticamente imposible”, y eso es lo que les obliga a estas personas a jugarse la vida en un cayuco.