La Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife pide 67 años de prisión para cada uno de los cuatro supuestos patrones del cayuco que arribó a La Gomera el 11 de julio de 2008 con 55 supervivientes y cuatro cadáveres a bordo. Se les acusa de cinco homicidios y de un delito contra los derechos de los trabajadores extranjeros en lo que es la mayor petición de condena que se ha conocido en los juzgados canarios por un caso relacionado con la inmigración, 268 años de cárcel en total.
El juicio por estas muertes se celebró este lunes en la sección V de la Audiencia Provincial, después de que el pasado 11 de enero tuviera que ser anulada la vista oral por la misma causa, ya que uno de los magistrados del tribunal olvidó que la había instruido previamente en la isla colombina.
Para sus acusaciones, la Fiscalía se basa en que los procesados mostraban buen aspecto a llegar a tierra, lo que le parece indicativo de que se habían alimentado, pero la principal y única prueba de cargo son las declaraciones de unos testigos protegidos que les señalaron como los patronos de la embarcación y quienes organizaban la vida a bordo. Esta prueba, sin embargo, está viciada y debería ser nula, sostienen los abogados de la defensa, ya que esos testigos recibieron un trato de favor por sus declaraciones: no ser expulsados de España.
La Fiscalía no tiene duda de que los cuatro procesados, dos senegaleses y dos guineanos de Bissau, mataron intencionadamente a los cinco pasajeros al negarles agua y comida. Se basa en el testimonio de otras personas que iban en la misma embarcación y que aseguraron ante la policía y el juez instructor que el viaje había sido un horror, que al tercer día dejaron de recibir alimentos y bebidas porque los acusados se la guardaron para sí, y que incluso se arrojaron personas vivas al mar.
También se basa la fiscal en que los acusados gozaban de buena salud al ser desembarcados, mientras que los restantes pasajeros estaban débiles por la deshidratación.
De los 55 inmigrantes que lograron pisar tierra, tras una travesía de siete días, que arrancó en Guinea Bissau y subió por la costa africana hasta Nuadibú, en Mauritania, antes de enfilar hacia Canarias, nueve tuvieron que ser ingresados en La Gomera y Tenerife, y uno de éstos, la quinta víctima, falleció a los dos días por una neumonía derivada de una hipotermia.
Fin espúreo
Sin embargo, de los diez testigos protegidos, todos los cuales se encuentran en España, solo se pudo localizar a uno, quien reconoció que había recibido como trato de favor no ser expulsado a su país si declaraba y señalaba a la Policía quiénes eran los “patronos” que capitaneaban la barca.
Los abogados de la defensa, que piden la libre absolución, resaltaron que ese trato de favor es un fin espúreo. También las contradicciones en las declaraciones de los testigos y que a los acusados no se les encontró ningún dinero que les pudiera incriminar en la organización del viaje. Tampoco consideraron demostrable “y sí increíble” que cuatro hombres pudieran contener a 55 apropiándose de sus alimentos.
Igualmente rechazaron que haya pruebas que demuestren que ellos manejaban el motor del cayuco, y destacaron que, si bien sus patrocinados no dieron muestras de problemas de salud al llegar a tierra, tampoco las dieron los restantes pasajeros, salvo los nueve que fueron hospitalizados.