El sindicato ANPE Canarias ha exigido a la Consejería de Educación del Gobierno canario que cumpla con su compromiso y ponga en marcha un protocolo para atender a docentes agredidos.
A través de una nota, la organización aclara que es la única que cuenta con una herramienta de asistencia de estas características, El Defensor del Profesor, que funciona desde el año 2008.
El sindicato recuerda que la consejera de Educación, Soledad Monzón, prometió a la comunidad educativa incorporar este servicio y dar respuesta así a una vieja demanda del profesorado de las islas.
ANPE Canarias reconoce que la Consejería “se enfrenta a muchos retos”, pero insiste en la necesidad de mantener este propósito en la agenda de “cuestiones ineludibles”.
Según la organización, las cifras del Defensor del Profesor del curso anterior ponen en evidencia la urgencia de este protocolo, pues durante ese periodo 149 profesores fueron atendidos, 22 de ellos a causa de ataques físicos.
“Necesitamos garantizar la convivencia dentro de los centros. Los hechos violentos son aislados, pero existen; no debemos mirar hacia otro lado. Es responsabilidad de todos mejorar el día a día en las escuelas, la relación entre toda la comunidad educativa. Por eso instamos a Educación, una vez más, a no ignorar esta realidad”, expone el presidente de ANPE Canarias, Pedro Crespo.
El protocolo que demanda el sindicato deberá prestar asesoramiento psicológico y asistencia letrada en el caso de que sea necesario. ANPE oferta ya ambos servicios, pero considera que la mejora de la convivencia en las aulas ha de ser un plan liderado por la Consejería de Educación.
“Hemos hecho grandes esfuerzos por proteger y ayudar a estos docentes, pero este trabajo no puede ser una excepción sindical; corresponde a la Administración tomar las riendas del asunto”, apunta Crespo.
El presidente de ANPE Canarias señala que la figura del docente “ha sufrido una grave devaluación durante los últimos tiempos y la crisis ha incidido más en este despropósito”, un problema que, en opinión del sindicato, afecta a toda la ciudadanía. “Una sociedad que no valora a sus maestros está poniendo en duda su valor más preciado: el conocimiento. Y así es difícil progresar”, concluye Crespo.