El aula de la prisión de Las Palmas donde las mujeres se empoderan y son conscientes del peso del género

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —
23 de noviembre de 2021 06:01 h

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“Si volviera a nacer sería mujer”, asegura R.G. mirando al resto de sus compañeras durante la construcción de un mapa mental en la pizarra. “Yo antes pensaba que la mujer valía menos que el hombre y tenía menos autoestima”, pero “he aprendido que soy una persona muy resiliente y a empoderarme”. Estas palabras las dice en un aula que se ha convertido en un pequeño refugio de “libertad” en un lugar que en realidad es una prisión. Es una de las alumnas del proyecto RenovArte, de la asociación Me Sumaría, que trabaja con las internas el refuerzo de su autoestima y las prepara para que sean más seguras de sí mismas cuando puedan salir en tercer grado o con total libertad. Leen las vidas de referentes como Rosa Parks o Frida Kahlo y han construido un blog donde expresan sus emociones y cuelgan entrevistas. La violencia de género, la desigualdad y el peso de los estereotipos tiene gran vinculación con sus trayectorias de vida y con que hayan pasado por esta cárcel. De hecho, la subdirectora de Tratamiento de la prisión de Las Palmas II, Raquel Aragunde, recuerda que en torno a un 90% de las mujeres que pasan por la cárcel tienen presente en sus entornos la violencia de género. En estos momentos no llegan a cien mujeres entre las 970 personas que hay en esta prisión. “Son mujeres con una experiencia de vida intensa”, recuerda Bárbara Hernández, educadora social del proyecto, que admite que ha aprendido mucho en este año con las 10 alumnas que han pasado por él ya que la desigualdad de género “nos atraviesa a todas”. “Yo también me he transformado con ustedes y me siento más empoderada”, admitía en la mañana de este lunes en clase. 

En este pequeño espacio (que normalmente se encuentra en su propio módulo de mujeres, pero que este lunes se ha trasladado a un aula de actividades) se dan cita dos veces por semana con las trabajadoras de la asociación Me Sumaría. Raquel Aragunde, que también es psicóloga, recuerda que la participación en actividades es totalmente voluntaria, pero que este proyecto tiene gran aceptación. Inma Carretero es la fundadora y directora de la asociación y apunta que la dinámica es muy práctica y que se intenta que las mujeres realicen un trabajo consciente sobre su realidad, su papel en la sociedad y lo hagan a través de proyectos creativos en los que participen y desarrollen distintas competencias. El principal objetivo es reforzar su autoestima y que tengan claro que son capaces de lograr las metas que se propongan. “Yo estoy cursando cuarto de la ESO. Me gustaría hacer Bachillerato y estudiar Psicología”, explicaba este lunes R.G., que además está convencida en que cuando salga de prisión quiere continuar en el proyecto Me Sumaría, que cuenta con una escuela en el IES Felo Monzón donde trabaja con alumnado de diversas características las competencias para la vida. Hacer un voluntariado también está entre sus metas. 

No es la única que tiene sueños para cuando salga de prisión. “Me encantaría tocar el piano, tener un hogar estable, dejar de fumar y seguir aprendiendo”, dice Z.M., que durante la dinámica ha insistido en que otro de los aprendizajes es que hoy día las mujeres “no tienen la necesidad de depender de ningún hombre económicamente. Antes dependía de él hasta para firmar un papel”. También ha resaltado la importancia de aprender competencias digitales (gracias a una especie de Intranet creada con contenido que traen en un pen drive las profesoras). Defiende que haber aprendido a usar la tablet o los programas de ordenador con los portátiles es importante para “cuando salga, buscar empleo y cursos” e insiste en que todo lo aprendido es positivo para lograr un “futuro mejor”. “Solo me falta la libertad para poner en práctica lo aprendido”, insistió. “Yo sueño con vivir en una casa en el campo con mi familia y mi esposo, si me espera, y abrir un comedor para los niños, porque en mi campo muchos niños no van a la escuela y no tienen libros ni cuadernos”, asegura C.H. Por su parte, M.B. prefiere ir dando pequeños pasos, seguir en el proyecto y ayudar a las compañeras que lo necesiten “para que la lucha siga y esto no se pare”. 

Clima de 'sororidad' ante todo

En el aula, cuya puerta está pintada en tonos burdeos, se respira sororidad en un ambiente de acompañamiento y ayuda entre mujeres. Allí todas se escuchan sin prejuicios y se sostienen. D.C. asegura que cuando entró en prisión se le vino el mundo encima, se encontraba muy triste y encerrada en sí misma. Raquel Aragunde recuerda que le tocó prestarle atención psicológica y cuando la atendió por primera vez cuando llegó a internamiento se encontraba muy afectada. “Tenía terror de estar con otras mujeres en el módulo y no quería salir al patio”, señala.

D.C., que se siente muy orgullosa de sus hijas que la vienen a ver con frecuencia, indica que ha experimentado un gran cambio gracias a Me Sumaría, donde se ha sentido escuchada y donde ha llorado cada día un poco menos hasta encontrarse ahora mejor. Cuando salga espera ocuparse un poco más de sí misma ya que ha tomado conciencia de que las mujeres tienen muchas más cargas y antes sentía siempre que no tenía tiempo para nada. 

Educar a los pequeños en igualdad es una de las afirmaciones que salían a relucir durante la actividad del aula. Z.M. asegura que la desigualdad se combate “moviendo cabecitas” y que le dice a su hija que puede vestir como ella quiera. Las que tienen hijos aseguran también que la educación es la clave. Creen que la base está en el respeto y en insistirles en que “no somos ni más ni menos”. A.L también puso de manifiesto que los hombres deben implicarse más en las tareas del hogar y en la educación de los hijos y añade que no entiende por qué un hombre y una mujer que trabajan en un mismo departamento no cobran lo mismo. “Las mujeres estamos trabajando por la igualdad, pero aún existe mucho acoso personal y laboral”, aseguraba otra de las alumnas. 

Las alumnas destacan entre los recursos que han utilizado en este año el libro 'Cuentos de niñas rebeldes'. “A mí me inspiró Frida Khalo porque a pesar de su físico y su enfermedad nunca le importó lo que dijeran de ella y superó todo eso. Para mí es un referente importante”, destaca una de las alumnas. Otra remarca que a ella quien le ha marcado es Rosa Parks, “es la afroamericana que le negó el asiento a un hombre blanco”, destaca otra. La profesora aclara que siempre hay historias que afectan más en lo personal que otras, porque nos podemos sentir identificadas. A.L es otra de las mujeres valientes que asegura que su madre ha sido una gran inspiración. Contó en el aula que aprendió a leer y a escribir de noche con la luz de una vela y que llevaba una tienda de aceite y vinagre. La profesora Bárbara Hernández recuerda la importancia de que estudien a mujeres reconocidas internacionalmente, pero que “los referentes del entorno cercano son los que nos empujan”, afirmó.

¿Cómo se construyen los estereotipos? 

Ser consciente de cómo afectan los estereotipos de género es clave para contar con la información y empoderarse en un mundo patriarcal. Las alumnas contestan cuando la profesora pregunta de cómo se construyen los estereotipos de género. La mayoría apuntan a la televisión y a los medios de comunicación. “A la mujer se le sigue viendo como un objeto”, recalca R.G., que añade que se “le sigue juzgando por su físico y no por su inteligencia”. “Las mujeres somos más que un trozo de carne, podemos ser muchas cosas”, zanjó. Las alumnas debatieron sobre esta realidad unos minutos, tiempo en el que recordaron que las mujeres suelen protagonizar los anuncios de publicidad relacionados con el ámbito doméstico, como una lavadora. Pero, además, suelen ser mujeres que entran en el estereotipo de lo que la sociedad considera belleza. A la pregunta ¿y cómo nos afecta a nosotras? una alumna recalcó que en que las niñas o las adolescentes  no se quieran por encajar en un rol de belleza. “Llega un momento en el que somos lo que la sociedad quiere, porque si no, no encajamos como mujer”, pero “todas somos diferentes”. 

Desde diciembre de 2020 Me Sumaría ha trabajado con estas mujeres a través de talleres, dinámicas, teatro, entrevistas a mujeres que han publicado en su blog, han escrito biografías, autobiografías, han dibujado cómo se veían, cómo se sentían…“A mí Me Sumaría me ha ayudado porque me sentía como una oruga cuando llegué, no quería hacer nada y ahora soy una mariposa”, destaca M.B. “Yo he aprendido a estar más segura de mí misma y a no ser tan impulsiva”, detalló A.L. “No hay pósit suficiente para escribir en palabras todo lo que he aprendido”, detalló R.G. La profesora remarcó que es importante que ahora que llega el final de este año de programa realicen también un trabajo individual y sean muy conscientes de los riesgos que existen una vez salgan de la cárcel, ya que aunque ellas han cambiado, su entorno suele ser el mismo. Por ello, insiste en que tengan una hoja de ruta y en que tengan fuerza de mente para que logren todos sus objetivos. 

Otros programas en prisión

Raquel Aragunde explica que este no es el único programa para empoderar a las mujeres y combatir la violencia de género. También existe Sermujer, que ha impartido el alumnado en prácticas del Máster en Violencia de Género. Así mismo, se trabaja con los hombres condenados por delitos de violencia de género o que hayan cometido agresiones o abusos sexuales. Son programas de intervención que considera imprescindibles. Por otro lado, en la cárcel existe un programa de atención integral para personas con enfermedad mental, así como otros en colaboración con entidades y asociaciones encaminados a la deshabituación a la drogodependencia (junto a Yrichen), teatro social, programas de empleo, programa de oferta cultural con el Cabildo de Gran Canaria. El Defensor del Pueblo ya ha destacado en algunas de sus visitas a las prisiones de Gran Canaria la importancia de aplicar el enfoque de género, en aplicar en su ficha social si han sido víctimas de esta violencia y ha incidido en garantizar el acceso a las mujeres tanto en segundo como en tercer grado a programas de educación y capacitación para aumentar sus posibilidades de empleo realizando intervenciones que compensen la evidente desigualdad detectada en el plano laboral.

Las mujeres que participan en RenoVarte aseguran sentirse liberadas en este espacio, donde pueden descargar su mochila, tan pesada muchas veces de vivencias tan dolorosas. Las trabajadoras del proyecto y la subdirectora de Tratamiento destacan que son mujeres muy activas que además participan en otras actividades. Dependerá del presupuesto con el que se cuente el próximo año su continuidad, pero esperan que sí que pueda reanudarse el curso el próximo mes de enero. Inma Carretero explica que el reto principal es trabajar conjuntamente con otras asociaciones la deshabituación a las drogas para que el trabajo sea más completo. También le gustaría aumentarlo a tres veces en lugar de dos por semana.  “Es un programa con muchísima aceptación, donde las mujeres crean sinergias entre ellas”, remarca la subdirectora de Tratamiento. 

Este es el blog con actividades y reflexiones de vida que han realizado con Me Sumaría.