El negocio de la prostitución en Canarias no permanece ajeno a la crisis que asola la economía mundial. Diferentes miembros de asociaciones que trabajan con mujeres que ejercen la prostitución coinciden en afirmar que la actual coyuntura económica está suponiendo un retroceso en el camino para la reinserción y atención de estas personas.
Las dificultades del mercado laboral y la precariedad económica han contribuido a la reincorporación de numerosas mujeres que habían abandonado el ejercicio de la prostitución y que se ven abocadas de nuevo a la calle o a clubes de alterne en busca del sustento para sus maltrechas economías domésticas. En la mayoría de los casos se trata de mujeres con otros trabajos e hijos a su cargo.
Un informe revela que el número de anuncios de prostitución insertados en prensa hasta junio de 2009 iguala la cantidad publicada en todo 2008. Al incremento de páginas dedicadas a la prostitución, se le suma la agresividad de los mensajes, cada vez más explícitos, más visuales y con referencias a la nacionalidad y a los precios como reclamo.
Las asociaciones que trabajan con mujeres que ejercen la prostitución denuncian la publicidad engañosa de los anuncios en prensa y “la violación de los códigos de ética de género” , al considerar que constituyen “una flagrante degradación a la mujer”.
La crisis también afecta a las condiciones de trabajo de las prostitutas. El aumento de la competitividad incide en una rebaja de los precios y en los límites a los que están dispuestas a llegar. En este sentido, asociaciones como Cáritas alertan del considerable aumento de prácticas de riesgo en la prostitución en Canarias, que aparecen asociadas a una demanda creciente de sexo no seguro por parte de clientes que ejercen un trato vejatorio e irresponsable sobre las mujeres. Las acuciantes necesidades económicas de muchas de estas mujeres les llevan a aceptar unas prácticas que ponen en riesgo su salud.
Las enfermedades de transmisión sexual como el sífilis, el SIDA o el condiloma han sufrido un repunte en los últimos meses como consecuencia de este tipo de prácticas. Las asociaciones de atención a la mujer prostituta inciden en que el foco de contagio se sitúa en el cliente.