Barrios Orquestados hace un llamamiento urgente para no desaparecer: “Cuesta mucho subir una montaña, pero se puede caer rodando”

El proyecto Barrios Orquestados ha lanzado un llamamiento público de petición de ayuda económica para no desaparecer tras 13 años de trabajo social y pedagógico con fines artísticos en las Islas. Nacido en Gran Canaria en 2005 al calor de la profunda creencia de que el acceso a la cultura puede cambiar aspectos estructurales de las sociedades, el proyecto lleva más de una década fomentando a través de la enseñanza de la música valores como la convivencia, el desarrollo comunitario y la pedagogía de la esperanza.
El crowdfunding, lanzado a través de su web desde la organización, pretende recaudar 120.000 euros de los cuales en dos días se ha obtenido el 12%, unos 14.000 euros a través de 239 donativos.
El fundador de este proyecto, el violinista José Brito, une su voz a esta petición recordando que todo lo construido en Barrios Orquestados a través de trece años, puede destruirse a gran velocidad si no se actúa a tiempo. “Cuesta mucho subir una montaña, pero se puede caer rodando”, explica en un vídeo que se adjunta a la petición.
Actualmente, Barrios Orquestados ha creado 14 orquestas y ocho coros en las islas de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura, obteniendo por su trabajo los Premios Canarios de la Música 2022, la distinción de Buenas Prácticas de UNICEF Comité Español (2014), el premio de Cruz Oficial del Mérito Civil de la Casa Real Española (2019), el III Premio Antonio-Vicente González de Acción Solidaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (2013), o el Premio Richard Leacock (2015), entre otros galardones.
El proyecto se ha desarrollado hasta la fecha en los barrios de Jinámar, Cono Sur de Las Palmas de Gran Canaria, La Isleta, Tamaraceite, el Risco de San Nicolás, el Cruce de Arinaga. También en los barrios tinerfeños de La Cuesta, Finca España u Ofra; en los lanzaroteños de Argana y Altavista; o en los majoreros El Matorral y El Charco. Siempre bajo el lema: “Mientras hay música hay esperanza”.
Y sienten esperanza aunque la situación sea difícil. En declaraciones ofrecidas a esta redacción desde la organización del proyecto aseguran que la crisis financiera que atraviesan es “un escenario inaudito” ya que “el equilibrio económico de una ONG independiente cultural, social e interinsular es frágil”, y, recuerdan que no han dejado de realizar su actividad “ni un solo día” a pesar de la crisis. “Nuestro trabajo no puede parar. Hemos crecido por una demanda social que existe”. Refiriéndose al trabajo de recordar al mundo que la música no es de nadie y el acceso a su aprendizaje tampoco.
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