Nauzet Hernández Hernández es un estudiante ejemplar. A sus 25 años puede presumir de ser licenciado en Ciencias del Mar y de disponer de un máster en Formación del Profesorado, además de estar cursando otro máster y un doctorado, ambos en Oceanografía. Todo año por año, sin cabida al lujo del suspenso. Buena parte de esta exigencia responde a su supeditación a las ayudas económicas que otorgan las administraciones. Becas que premian al buen estudiante. Punto del que Nauzet, tras su experiencia, discrepa.
La subvención otorgada por el Ministerio de Educación le ha permitido conseguir una formación distinguida, necesaria para hacer frente a un mercado laboral marcado por una lista del paro abarrotada por profesionales con notable experiencia. Sin embargo, precisamente una beca, en esta ocasión del Gobierno de Canarias, le ha supuesto ?como expresa el estudiante- sumirse “en la ruina” y “el lastre” a una trayectoria educativa envidiable. Lo que se presentó como una ayuda de 3.300 euros para sacar adelante su segundo máster se ha tornado en una deuda por el mismo importe a la que Nauzet no puede hacer frente.
Natural de Arrecife, Lanzarote, decidió coger sus bártulos y poner rumbo a la isla de Gran Canaria para luchar por conseguir dedicar su vida a su pasión: las ciencias marinas. Terminó la licenciatura y, con el título en su mano, se aventuró a una amplia formación post-universitaria. Acabó el primer máster y puso el punto de mira en el segundo, para lo que decidió encomendarse a la beca otorgada por la Consejería de Educación del Ejecutivo autonómico.
Un año después, en el BOC número 124 del 26 de junio de 2012, se publicó un primer listado con las resoluciones, en el que el nombre de Nauzet Hernández Hernández no apareció en ninguna de las clasificaciones posibles, ni en concedidas ni en denegadas. Sin embargo, en la web del Gobierno de Canarias sí aparecía como beneficiario, reflejándose incluso la partida económica de 3.300 euros que le fue otorgada.
Ante esto, Nauzet decidió poner una reclamación ante la Dirección General de Universidades para que aclarase su situación, además de enviar hasta cinco e-mails de consulta, y esperó un segundo listado en el que teóricamente no aparecerían los estudiantes que, como él, habían reclamado por el primer listado. Ante su sorpresa, en esa segunda lista, publicada en el BOC número 199 del 10 de octubre, sí pudo leer su nombre en la casilla de concedidas. Semanas después, su cuenta corriente fue engordada con los 3.300 euros prometidos, por lo que el problema, a priori, parecía solucionado.
Nada más lejos. Nauzet, tras descubrir que la mencionada beca no le cubría los gastos de matrícula, volvió a reclamar a la Dirección General de Universidades, desde donde se le confirmó un error de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria a la hora de emitir el importe de dicha matrícula. A raíz de esto, la Consejería envió un e-mail a todos los beneficiarios de esta beca instándoles a que reclamasen al ente universitario. Así lo hizo el lanzaroteño y esta acción fue la que desencadenó la pesadilla del estudiante.
Ya en 2013, Nauzet recibió una llamada de la universidad en la que le informaron de que había salido un nuevo listado ?publicado en el BOC número 249 del 21 de diciembre- en el que su nombre volvía a no aparecer por ningún lado, a pesar de que en la página web del Gobierno no sólo seguía figurando como beneficiario, sino que, además, habían añadido la partida económica de 882 euros en concepto de matrícula que por error no fue incluída en su momento.
Fue entonces, a día 15 de enero del presente año, cuando una empleada de la Dirección General de Universidades le comunicó a Nauzet que, tras haber revisado su solicitud y a raíz de sus reclamaciones, se había dado cuenta de que no reúne los requisitos para ser becado.
Ahora se le obliga a devolver el importe íntegro de la misma en un periodo no superior a un mes, bajo la amenaza de abrirle un expediente de reintegro que tendría como consecuencia el cobro de intereses.
Nauzet, en los cinco meses que han pasado desde que el dinero fue ingresado hasta que la Dirección General de Universidades lo reclamó, ha gastado la mayor parte del mismo en pagar deudas pasadas y sufragar las matrículas de los estudios que cursa, por lo que en la actualidad no dispone del dinero, “ni de medios para conseguirlo en tan poco tiempo”, para cumplir las exigencias de la Consejería.
“Lo que en un principio es una ayuda que hace posible estudiar, acaba lastrándote y hundiéndote económicamente”, apunta. Cruza los dedos para encontrar la manera de no tener que dejar su formación de lado. Pedir un préstamo de estudios al banco parece su única alternativa.
Para más inri, al ser ?supuestamente- beneficiario de la beca del Gobierno de Canarias, le han denegado otras ayudas solicitadas, como la del Cabildo de Lanzarote, por incompatibilidades. “Me dicen que llame al Cabildo y les diga que ya no soy becario del Gobierno canario. Encima se ríen de mí”, espeta con un notable malestar en su rostro.
“Suben las tasas, sube el transporte, sube el alquiler y hasta sube la comida. Encima ahora, cuando he podido hacer frente a duras penas a todo esto, tengo que devolver el dinero”, añade el lanzaroteño.
Nauzet asegura estar estudiando su caso con abogados conocidos, asociaciones de estudiantes y con el Diputado del Común. Ya no tanto para eludir el pago, puesto que se muestra resignado a tener que hacerle frente. Como mínimo espera conseguir facilidades a la hora de sufragar esta deuda y no pasar por la “imposición” de la Dirección General de Universidades y su amenaza de cobrarle intereses a partir del 15 de febrero.