Casi el 80% de las caballas que se pescan en aguas cercanas a Canarias llevan en su estómago pequeños fragmentos de plástico, en su mayoría, fibras sintéticas que con toda probabilidad proceden de las lavadoras con las que miles de hogares hacen a diario su colada.
Diez investigadores de la universidades de Las Palmas de Gran Canaria, Politécnica de Valencia y Delaware (Estados Unidos) publican este mes en la revista Marine Pollution Bulletin un nuevo trabajo sobre la dimensión del problema que representan los millones de toneladas de plástico que cada año se vierten a los océanos, enfocado esta vez a un pescado de consumo muy común: la caballa.
Los firmantes de este trabajo presentan una selección de artículos publicados en los últimos ocho años que corroboran que se puede encontrar plástico en el aparato digestivo de múltiples especies de pescados y moluscos en todo el planeta, en algunos casos a niveles anecdóticos (en menos del 1% de los casos), pero en otros con tasas apabullantes (del 100% de las muestras tomadas).
Y, a partir de ese contexto, hacen su propia aportación con 120 ejemplares de caballa atlántica comprados de forma aleatoria entre las descargas de las flotas artesanales de Lanzarote y Gran Canaria.
El análisis de esos peces revela que 94 de 120 tenían plástico en su estómago (el 78,3%), con un promedio de algo más de dos piezas por ejemplar. En total, de esos 94 peces se recuperaron 260 microplásticos: 193 fibras sintéticas (74,24%), 31 fragmentos (11,93%), 30 pedazos de pintura (11,54%), cuatro sedales (1,54%) y dos films (0,77%).
Los autores del trabajo, encabezados por las investigadoras Alicia Herrera y Ajka Stindlová, recuerdan que las tripas de la caballa no suele comerse en ninguna de sus preparaciones más comunes, pero también subrayan que cada vez es mayor la preocupación por los contaminantes orgánicos que llevan consigo los plásticos que ingieren los peces y que pueden pasar a la cadena alimentaria.
De sus resultados, resaltan cómo la mayor parte de la basura presente en el aparato digestivo de las caballas pescadas en Canarias son fibras textiles, algo que también se ha observado en algunos estudios realizados con capturas de California (EEUU).
Este grupo de científicos recuerda que cada lavado de ropa arroja por el desagüe fibras que acaban en el mar, bien a través de vertidos sin depurar o bien tras haber pasado por plantas de tratamiento que no logran limpiar toda su carga contaminante.
Según datos del Gobierno canario citados en el propio artículo, en Gran Canaria hay 20 puntos de vertido de aguas residuales al mar y en Lanzarote, 31. Muchos de ellos carecen de tratamiento o por lo menos se ignora con qué procesos de descontaminación cuentan, porque no tienen autorización (6 en Gran Canaria y 22 en Lanzarote).
“Esos vertidos al mar pueden ser una fuente de contaminación, especialmente en el caso de las fibras sintéticas y esa podría ser la razón que explique la diferencia en la cantidad de fibras halladas en el pescado de Lanzarote (2,55 por ejemplar) en comparación con el de Gran Canaria (1,78)”, señala los autores.
Este trabajo también muestra que más de la mitad de las fibras o fragmentos de plástico recuperados de esas caballas eran de color azul, lo que ayuda a explicar por qué acabaron en sus estómagos: las caballas se alimentan de pequeños crustáceos llamados copépodos, que en el caso de Canarias son en un alto porcentaje de color azul.