Las cuevas de Risco Caído, en Artenara (Gran Canaria), han pasado en solo cuatro años de ser usadas como pajar a revelarse como la máxima expresión del dominio de la astronomía que tenían los antiguos canarios antes de la Conquista, un futuro candidato a patrimonio de la Unesco.
Ese es el camino que pretende emprender el Cabildo de Gran Canaria, institución que ha invertido cerca de medio millón de euros en adquirir esas cuevas, estudiar su potencial arqueológico y documentar el papel que desempeñaban en el control del calendario, una cuestión clave para la agricultura y la supervivencia.
“Dominar el calendario no era cualquier cosa. Les iba la vida en ello. Estamos hablando de sociedades antiguas e isleñas, cuya forma de vida no podía depender de intercambios con el exterior. El control de los ciclos agrícolas, del ciclo natural del agua eran vitales para que esas sociedades funcionaran”, ha explicado José de León, inspector de Patrimonio Histórico del Cabildo.
Los pobladores prehispánicos de Canarias dejaron testimonio en varias islas de sus conocimientos astronómicos, en particular en Gran Canaria, donde existen varios yacimientos arqueológicos que cuentan con marcadores solares o lunares, sobre todo en la cumbre.
Risco Caído alberga el más sofisticado de todos ellos: una cueva artificial excavada en rocas antiguas, producto de las explosiones volcánicas que formaron la isla, que cuenta con una cúpula elíptica casi perfecta y una pequeña claraboya por la que se cuela la luz.
Su antigüedad concreta se desconoce -data como mínimo de antes del siglo XIV, fecha obtenida a partir de un resto de madera- pero su verdadero valor no reside ahí, sino su papel como marcador astronómico: la luz que se cuela por la claraboya al amanecer incide en unas marcas situadas en la pared exactamente en los equinoccios de primavera y otoño y en el solsticio de verano, y lo mismo pasa con la primera luz de luna al llegar el solsticio de invierno.
Con el paso de las semanas, relata León, la luz que se proyecta sobre la pared va a adquiriendo distintas formas, antropomórficas y fálicas, e ilumina distintas marcas en la pared cuyo aspecto púbico sugiere posibles rituales de fertilidad y refuerza las hipótesis de quienes sostienen que este era un lugar sagrado, un “almogarén”.
“Hay más marcadores astronómicos en Gran Canaria: Arteara, Cuatro Puertas, Los Candiles, el Roque Bentayga... Pero esta es la construcción más compleja y nos abre nuevos campos sobre el conocimiento que tenían los antiguos canarios de la geometría y las técnicas de construcción”, subraya José de León.
El coordinador general de Cultura del Cabildo, Larry Álvarez, ha adelantado que la institución propondrá al Ministerio de Cultura que Risco Caído y a los paisajes sagrados de montaña de Gran Canaria se incorporen a la lista indicativa de la Unesco, para que en el futuro pueda defenderse su candidatura a Patrimonio de la Humanidad.
La corporación trabaja en varios proyectos para difundir su valor, que van desde el patrocinio de nuevos estudios y de una película documental, hasta el levantamiento de una fotografía tridimensional del interior de la cueva con un escáner láser, para tener una reproducción digital de sus más mínimos detalles.
Con ello, se ha obtenido una imagen de 700 millones de puntos que permitirá hacer un seguimiento de la evolución de la cueva y servirá para construir una réplica en el centro de interpretación de este yacimiento que se abrirá en la localidad de Artenara.
“En Risco Caído hemos conjugado muchos verbos que deberían utilizarse en la conservación del patrimonio: adquirir, estudiar, excavar, consolidar y difundir”, resume Álvarez.