Canarias es una de las comunidades más jóvenes de España. Solo el 15,8% de la población residente tiene más de 65 años, un dato inferior al que presentan la mayoría de las autonomías, y las capas más jóvenes de la pirámide demográfica conforman el grueso del total de habitantes. Pero eso podría cambiar en un par de décadas. Según unas proyecciones de Eurostat, la oficina de estadística de la Unión Europea, el Archipiélago sumará alrededor de 450.000 nuevos residentes para 2050. Se prevé que al menos uno de cada cuatro canarios esté ya en edad de jubilación.
El Eurostat pronostica un crecimiento del 27,71% de la población residente en la provincia de Santa Cruz de Tenerife (solo en Baleares crecería más, un 32,73%), mientras que da a Las Palmas un aumento del 13,23%. Por islas, las cifras reportan un subidón en La Palma del 62,18%, El Hierro (58,52%), Fuerteventura (55,76%), Tenerife (24,95%) y Lanzarote (22,43%), y se mantienen estables en Gran Canaria (5,43%) y La Gomera (-0,9%). Según estos datos, no hay muchas regiones europeas que vayan a experimentar un auge tan pronunciado como algunos de los territorios canarios. Otras oficinas de estadística, como el INE, no vaticinan una curva de tales magnitudes. Por eso los expertos piden cautela y recuerdan que las predicciones demográficas están sujetas a múltiples variables.
A José-León García Rodríguez, profesor titular de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL), lo primero que se le viene a la mente cuando escucha estos datos es la denominada “explosión demográfica” que las Naciones Unidas predijo en los años 40 del siglo pasado. Por aquel entonces, explica, el mundo estaba saliendo de dos guerras mundiales y había llegado a África la distribución de antibióticos (en 1928, Alexander Fleming descubrió la penicilina), lo que ayudó a reducir considerablemente la mortalidad infantil. La severidad de muchas enfermedades también cayó. Y el pronóstico de la ONU era que alcanzaríamos los 10.000 millones de habitantes para la década de los 60. Como ha demostrado la historia, eso nunca ocurrió.
García no ve claro que La Palma, por ejemplo, desarrolle un incremento de más de 60.000 ciudadanos teniendo en cuenta la situación actual, pues la tendencia de los últimos años no indica en absoluto esa progresión exponencial. Donde ve menos margen de error es en Fuerteventura, la isla que más ha crecido y en la que parece haber una correlación clara entre la expansión del turismo y el censo de vecinos. Pero todo tiene un límite, advierte. “Si no se diversifica la economía... Ya estamos viendo a gente que está expresando abiertamente las consecuencias que tiene el turismo. Hay motivaciones territoriales, de contaminación, de lucha por la descarbonización”.
Dejando a un lado las cifras, todo apunta a que si la densidad poblacional en Canarias coge más peso en el futuro próximo lo hará gracias a la inmigración (igual que lo viene haciendo hasta ahora). El crecimiento vegetativo en las Islas, esto es, la diferencia que se produce entre el número de nacimientos y el de defunciones en un periodo determinado, está en números rojos desde 2018. La tasa de fecundidad también es de las más bajas, mientras que el saldo migratorio parece haber vuelto a despegar en el último lustro.
Las previsiones de la oficina estadística de la UE señalan una tasa bruta de migración neta en las Islas entre 2020 y 2050 muy superior al crecimiento natural de la población, que de hecho figura en algunas de ellas en valores negativos. El informe de la Eurostat es claro: la inmigración será el principal contribuyente al crecimiento de la población para 2050 en toda Europa excepto en algunos puntos de Suecia, Noruega y Suiza.
“Hay países que han llevado a cabo políticas de natalidad, como los nórdicos. Pero aquí son insuficientes. Aunque hay ayudas, la gente decide no tener hijos por la escasez de condiciones materiales. Se ha asentado el patrón de una familia con un hijo. Estas pautas demográficas son difíciles de revertir”, señala García.
La edad media también sube
En todo el Archipiélago va a aumentar la edad media. En Tenerife lo hará 7,4 años hasta alcanzar los 50,8 en 2050; en Gran Canaria será un poco más, 9,6 hasta llegar a los 53,2. Los especialistas coinciden en que el envejecimiento es una realidad que está cobrando fuerza en las Islas y provocará un cambio de paradigma, principalmente por las tasas de dependencia y el esfuerzo en políticas sociales que implicará.
El centro económico Funcas ve a Canarias como una de las comunidades que más difícil lo tendrá para cumplir con su regla de gasto por el impulso económico que deberá desplegar en educación, sanidad y dependencia. Y lo tendrá complicado, agrega, por su “mayor riesgo de envejecimiento futuro”.
Aunque por ahora las políticas son un tanto difusas, el informe de 2019 sobre la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico explicita que el envejecimiento poblacional en el Archipiélago tendrá efectos directos sobre el crecimiento económico y sobre la sostenibilidad financiera de la Seguridad Social debido al progresivo incremento del gasto social en pensiones y sanidad. Habrá más jubilaciones que sostener y quizá no tantos cotizantes de los que tirar, ha señalado el Banco de España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asegurado que para 2050 el desembolso en pensiones pasará a comprender el 16,9% del PIB.
La soledad indeseada es otro factor a tener en cuenta. Canarias reporta año tras año un número superior de personas en edad de jubilación que viven en hogares unipersonales. En 2013 eran 59.800, luego el valor se ha ido agrandando: 59.200 (2014), 61.500 (2015), 62.600 (2016), 68.500 (2017), 71.000 (2018), 66.300 (2019), y 79.900 (2020). Por el momento el porcentaje en proporción con el total de mayores de 65 no exhibe grandes alteraciones, desde 2013, uno de cada cinco mayores en el Archipiélago vive solo, pero este grupo será cada vez más importante en números absolutos. Y es ahí donde, argumenta Vicente Zapata, también profesor de Geografía Humana en la ULL, las instituciones públicas deben jugar una labor importante para favorecer lo que se conoce como “envejecimiento activo”. “Habrá que ver cómo reactivamos esos lugares que presenten una pérdida notable de su vitalidad si han perdido el núcleo importante de su población”.
“Corremos el riesgo de que algunos municipios cierren. Hay lugares en el norte de La Palma, en el interior de El Hierro y La Gomera, quizá no en Gran Canaria y Tenerife, donde las pocas personas que quedan necesitan una serie de servicios”, explica Zapata, que añade que esto podría convertirse en un nicho de mercado de trabajo dedicado a los cuidados.
El profesor matiza que no todo debería dirigirse a un modelo de plazas y macroresidencias. Así, dice, se aísla a las personas y no se les ofrece “calidad de vida, sino años de vida”. “Hay que buscar alternativas para que los mayores sigan siendo sujetos activos. Que no sean dependientes tan pronto. Tenemos un modelo de atención de plazas alojativas que en muchos casos descontextualiza a estas personas. Deben seguir siendo reconocidas. No es un tema de invertir más, sino buscar estrategias”, describe.
También es una oportunidad para los jóvenes. Para buscar lazos afectivos entre generaciones. “No sería adecuado que solo nos centráramos en los mayores. No olvidemos que, si los jóvenes se van, perderemos la base para atender a los que están por arriba. Creo que se pueden plantear iniciativas para que surjan conexiones entre ambos grupos, aunque no estén asociados por lazos familiares. Hay que buscar espacios de relaciones para que se den esos vínculos”, concluye.