Canarias se harta de un turismo que crece sin control: ''Vamos a morir de éxito''
''Canarias tiene un límite''. La población de las islas lleva años reivindicando un cambio en el modelo turístico. Solo en 2023, esta comunidad en la que residen dos millones de personas, recibió 15 millones de turistas extranjeros. Decenas de complejos hoteleros y campos de golf afloran en el Archipiélago. Mientras tanto, su población arrastra uno de los peores índices de pobreza de España, sus campos apenas tienen agua para el riego y encontrar una vivienda es cada vez más difícil. El próximo 20 de abril tendrá lugar en cinco de las ocho islas una gran manifestación que pretende convertirse en “histórica” y exigir un límite al crecimiento descontrolado, la vigilancia de los espacios naturales y que se proteja el derecho a la vivienda de la población local.
“Yo no sé si el día de mañana voy a poder seguir viviendo aquí, viendo cómo suben los precios y que no hay viviendas de alquiler”, cuenta Catalina Soler. Vive en la Caleta de Famara y es una de las ciudadanas que ha decidido organizar la protesta en Lanzarote. “No es un no a los turistas, sino al modelo que ha destruido por completo la calidad de vida de Canarias”, añade Soler. La vecina ha visto cómo algunos de sus vecinos de siempre se han marchado o viven en caravanas al no poder costearse el alquiler por la irrupción de la vivienda vacacional.
En el caso de la isla de los volcanes, la población recupera el espíritu del artista César Manrique y reclama que se refuerce la vigilancia en los espacios naturales protegidos para frenar los delitos medioambientales que se repiten cada semana. También exigen medidas urgentes para la escasez de agua. “Cuando los turistas llegan al aeropuerto solo hay un pequeño cartel de bienvenida a una isla Reserva de la Biosfera, lo demás es publicidad. ¿Hasta qué punto el turista sabe dónde está y lo que tiene que respetar?”, se cuestiona.
La “excusa” tras el volcán de La Palma
La población de La Palma también se concentrará el próximo 20 de abril. “Las otras islas ya están colapsando, y vemos que el modelo puede trasladarse a las que son más pequeñas”, afirma Pablo Díaz, portavoz de Ben-Magec Ecologistas en Acción. Según Díaz, la erupción volcánica de Cumbre Vieja fue “la excusa perfecta” para apostar por el desarrollo turístico. “Nos dijeron que había que recuperar la economía de la isla y la solución que han encontrado es buscar más turistas, cuando estamos en una isla eminentemente agrícola”, añade.
El ecologista subraya que la lava destruyó camas turísticas, pero que se trataba de pequeños establecimientos rurales y no de grandes complejos hoteleros. “Han usado el volcán para hacernos creer que no hay otra opción”, asevera. Uno de los proyectos aprobados por el Cabildo de La Palma ha sido un balneario-hotel de 564 plazas turísticas al sur de las coladas. Una infraestructura declarada de “interés insular” y que ocupará 180.000 metros cuadrados.
Mientras tanto, la población local, igual que ocurre en otros puntos de Canarias, enfrenta grandes problemas para encontrar vivienda. “No solo por la destrucción que causó el volcán, sino por el turismo vacacional y las viviendas vacacionales. Gente con dinero compra terrenos para dedicarlos a villas turísticas”, cuenta el portavoz de Ben-Magec. Díaz, además, lamenta la falta de diversificación de la economía: “El Cabildo dice que no podemos dejar que los jóvenes sigan yéndose de La Palma. Mi hijo se fue a estudiar nutrición a Madrid y me pregunta que para qué va a volver a la isla, si solo se ofrecen trabajos relacionados con el turismo”, concluye.
Tenerife, una isla colapsada
Tenerife fue la primera en convocar la manifestación del 20A. En los últimos años, esta isla se ha convertido en el símbolo de la lucha medioambiental de Canarias. Los movimientos ecologistas lograron frenar el proyecto turístico Cuna del Alma, en el Puertito de Adeje, que pretendía construir 420 villas de lujo en un espacio virgen. También frenaron las obras del hotel de La Tejita, proyectado a escasos metros de la Reserva Natural de Montaña Roja y la construcción del puerto de Fonsalía, planificado en un santuario de ballenas. En los dos primeros casos, los proyectos se han impulsado de nuevo.
“El principal problema que hay en la isla es el colapso general. Las carreteras son lo más visual, pero hay un colapso general de las islas combinado con decenas de nuevos proyectos hoteleros y urbanísticos”, advierte Felipe Ravina, documentalista y graduado en Ciencias del Mar. “Si se sigue por este camino, va a ser irreversible”, apunta.
La implantación de la ecotasa es una de las grandes reivindicaciones de la manifestación. “Es impensable que los turistas lleguen a un lugar con tanta biodiversidad y que no se gasten ni un euro en su conservación. Es algo que se hace en muchos lugares del mundo y creemos que sería positivo para el propio sector. Si la isla está en buen estado, los visitantes vivirán una mejor experiencia”, sostiene Ravina.
El deterioro medioambiental que sufre Tenerife también puede observarse en sus costas, donde se acumulan los emisarios ilegales que vierten al mar agua sin depurar. “En este sentido se están haciendo trabajos para revertirlo, pero si se sigue creciendo sin control la situación será aún peor. Se están poniendo tiritas”, apunta. “Todavía no tenemos protección real de los ecosistemas marinos en Tenerife, ni hay medios para sancionar. Solo queremos que se pueda vivir bien en las islas dentro de unos años”, aclara.
Fuerteventura, una isla “sedienta”
La presidenta del Cabildo de Fuerteventura, Lola García, describió recientemente a la isla como un “solar de ensayos”. A todos los problemas que se repiten en el resto de la comunidad autónoma, en Fuerteventura se ha sumado ahora la petición de buscar tierras raras en 131 cuadrículas mineras repartidas de norte a sur en la isla, en espacios que invaden Zonas de Especial Conservación para las Aves (ZEPA). Diferentes asociaciones ya se han movilizado en contra de estos tres proyectos para buscar minerales en la costa de la isla.
“Aquí en Fuerteventura todo se agudiza. Aunque la isla es muy grande, ha venido mucha gente en poco tiempo y todo se ha hecho sin previsión. No tenemos agua, todo lo que comemos lo importamos, todo nos sale más caro y se está destruyendo el patrimonio”, explican desde las entidades organizadoras de la protesta del 20A. Los majoreros piden también “alquileres justos”, ante el incremento desmedido de los precios de la vivienda. “Hacen campañas para atraer a nómadas digitales, pero aquí no hay alquileres para la gente que viene a trabajar, para los médicos, profesores o las camareras de piso”, apunta Sofía Menéndez, de Agonane Ben Magec Ecologistas en Acción.
En 2023, la presión social consiguió frenar la construcción de una ciudad del cine sobre 160.000 metros cuadrados de suelo rústico a 500 metros de las Dunas de Corralejo. Sin embargo, el consumo de territorio no ha cesado. “La isla es tan larga que no se percibe la masificación, pero aquí tenemos que tener en cuenta la capacidad de carga en función de los recursos que hay y la presión sobre ellos”, matiza Judith Morales Hernández, una de las organizadoras de la manifestación. La solución al aumento de población ha sido la construcción de viviendas, pero los residentes siguen encontrándose con “un sistema sanitario deficitario y altas ratios en las escuelas”. “Si se recalifican terrenos de uso rústico se va a volver a dar un incremento de población”, advierte.
La sobrecarga de la isla ha repercutido en el acceso al agua de los isleños, un bien de primera necesidad que a veces se vuelve inaccesible. “En una isla sedienta como Fuerteventura, que se proyecten piscinas o campos de golf me parece una obscenidad. Que se malgaste el agua de esa manera teniendo en cuenta que la agricultura está abandonada y que dependemos del exterior”, subraya Morales.
Gran Canaria, el reto de las renovables
La manifestación de Gran Canaria también exige una moratoria turística “innegociable”, la protección de los espacios naturales y la limitación de la compra de vivienda por parte de personas no residentes. En este punto, Víctor Suárez, miembro de Tamaranae, una de las asociaciones convocantes, aclara que en ningún caso este concepto incluye a las personas migrantes africanas que llegan a las islas en busca de oportunidades. “Que no se confunda. Aquí lo que se pretende es la regulación de personas no residentes por el problema de vivienda que hay. No nos referimos a las personas migrantes que vienen huyendo de la miseria y que llegan con los bolsillos vacíos”, matiza.
Otro de los puntos que Gran Canaria ha incluido en su convocatoria es la gestión de las energías renovables. “Esa excusa está sirviendo para lo mismo de siempre, para crear macroproyectos que se entregan a empresas multinacionales que suponen una ocupación y una destrucción del territorio”, añade. Suárez pone como ejemplo la central hidroeléctrica de Chira-Soria. “Hay alternativas más respetuosas y sensatas, como el autoconsumo o la ocupación de todas las cubiertas con placas solares”, propone.
La respuesta del Gobierno canario
La manifestación ha desatado la “preocupación” en el Gobierno de Canarias y en las patronales hoteleras. El presidente del Ejecutivo regional, Fernando Clavijo, ha pedido a los convocantes de las protestas “tranquilidad” al ver que el rechazo a la masificación turística ha llegado a los medios de comunicación británicos. Medios como The Sun o Daily Mail se han hecho eco de las protestas contra la gestión que se hace del turismo en Canarias. Los tabloides han dedicado reportajes completos a unos graffitis que han aparecido en las calles de Tenerife en los que puede leerse Tourists, go home; My misery, your paradise o Average salary in Canary Islands is 1.200 €. Las protestas también han saltado a la televisión. El programa Good Morning Britain lanzó a sus televidentes una encuesta bajo el título “¿Deberíamos boicotear Tenerife?”.
Para Clavijo, estas reivindicaciones pueden ser utilizadas por otras regiones competidoras “que estarían encantadas de llevarse a los turistas para sus respectivos destinos”. Clavijo ha dicho que las exigencias “tienen tintes de turismofobia” y que se está jugando con “la principal fuente de riqueza y empleo en esta tierra”. En varias ocasiones, los convocantes han reiterado que no se trata de movilizaciones “contra los turistas”, sino contra la gestión política y empresarial del crecimiento que viven las islas, que “las pone en riesgo” y que es insostenible.
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