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Cañones o mantequilla

Consejo de Ministros extraordinario celebrado el pasado domingo

Juan Manuel Bethencourt

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La implantación, bastante caótica por cierto, del parón económico de actividades no esenciales durante las próximas semanas enfrenta al Gobierno a un terrible dilema, al que nunca se quiso enfrentar, del que huyen aún numerosos mandatarios del planeta entero, pero que avanza de modo inexorable y que en el caso de España nos ha atrapado por fin: cañones o mantequilla. Traducido a la lucha contra el coronavirus, la formulación pronunciada por el Premio Nobel de Economía Paul Samuelson se resume de un modo muy gráfico: parálisis económica o colapso en las unidades de cuidados intensivos. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha optado por lo primero, lo cual era una elección cantada, ya que esa ha sido no solo la prioridad de los poderes públicos españoles independientemente de su color político, sino también la misión asumida por la sociedad en su conjunto. El coste será elevadísimo para todos a la vuelta de esta crisis mortífera, nuestra III Guerra Mundial, parece.

Estamos en un dilema durísimo, porque nos aboca a decisiones inéditas, para las que no estábamos preparados. No lo estaban los gobernantes ni lo estaba la propia población española, quebrada por la fragilidad de un sistema público golpeado por un alud de contagiados y víctima de su propia imprevisión en materia de epidemiología. Las políticas de salud pública, tradicionalmente el pariente pobre de nuestro sistema sanitario, no podrán ser lo mismo a partir de ahora. Deberán contar con medios suficientes, acordes con lo que ya son, la primera línea de combate, el detector de los males que pueden acechar en un mundo globalizado y temeroso. No está de más recordar que la Organización Mundial de la Salud, la entidad supranacional a la que ahora acudimos en busca de remedios urgentes para el Covid-19, tiene un presupuesto anual de 4.200 millones de dólares, o sea, la mitad del que suma el Gobierno de Canarias para este año. Y luego nos preguntamos cómo ha podido ocurrir esto. Qué ingenuos. Reconstruir el paisaje posterior a la pandemia nos saldrá muchísimo más caro.

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