Se acabó la fiesta, o al menos, eso se trataba de escenificar en el Entierro de la Sardina del Carnaval del Olimpo que este sábado recorrió las calles de Las Palmas de Gran Canaria para poner fin a una edición que muchos se empeñaron en estirar hasta lo imposible, a tenor del jolgorio que embargó a las viudas. La música y, sobre todo, la marcha del brasileño Carlinhos Brown pusieron la guinda a unas carnestolendas que parecen haber sido tocadas por los dioses.
Y es que, aunque el itinerario marcado hasta el lugar de la quema de la sardina, la playa de Las Canteras, debía representar a un cortejo fúnebre, lo cierto es que el ritmo desenfrenado de la música de las carrozas y las ganas de baile que quedaban tras la actuación que anoche ofreció el salsero venezolano Óscar de Léon, hicieron que la última cabalgata del Carnaval del Olimpo fuera una gran fiesta-maratón.
No se vieron grandes lamentos, ni desmayos de disgusto, ni si quiera un ápice de congoja. El público se echó a la calle vestido de negro, con pamelas y tules y todos los símbolos propios de un más que sospechoso luto: nadie quería despedirse del Carnaval, la fiesta más popular de Las Palmas de Gran Canaria.
Por la ciudad marcharon las reinas adulta, infantil y la de mayor edad, el drag queen del Olimpo, y también la afilarmónica Los Nietos de Kika, junto con las murgas Los Melindrosos, Serenquenquenes, Trapasones y Legañosos.
Tampoco faltó la animación que suele suscitar la Banda de Agaete y, por supuesto, la enorme sardina, que abrió la comitiva, de la que formó parte el alcalde, Jerónimo Saavedra, quien acompañó a la Reina del Olimpo.
Hasta el paseo de Las Canteras desfilaron con gran ritmo miles de personas, que no dudaron en desafiar a la lluvia para disfrutar del último día del Carnaval 2008.
Unas fiestas que este año culminaron con el ritmo frenético de la batucada de Salvador de Bahía, que ofreció a un entregado público en el escenario del parque Santa Catalina el embajador carioca Carlinhos Brown, en un concierto que supuso el mejor colofón para que Don Carnal se despidiera hasta el próximo año y cediera así el paso a Doña Cuaresma.