Celia Nevado, psicóloga: “Hay variedad de perfiles en los agresores sexuales a menores, pero suelen ser conscientes de lo que están haciendo”

Celia Nevado.

Jennifer Jiménez

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Celia Nevado es doctora en Psicología y directora de programas de infancia, adolescencia y violencia de la Fundación Márgenes y Vínculos. Esta semana ha participado en la jornada de formación sobre la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes celebrada en Delegación de Gobierno en Canarias. Defiende que la intervención temprana con las víctimas es fundamental para evitar secuelas como trastorno de personalidad, trastorno de alimentación, estrés postraumático e incluso consecuencias para la salud física, conductas de riesgo... Sobre los agresores sexuales a menores afirma que hay muchos perfiles, pero sí que “suelen ser conscientes de lo que están haciendo”.

¿Sigue habiendo mucho abuso sexual silenciado en la infancia, sigue costando mucho verbalizarlo?

Es difícil saberlo porque no tenemos acceso a los casos que no llegan. Pero sospechamos que sí, que seguramente sí, porque es muy complicado detectar algunos casos porque las propias víctimas, los niños y las niñas no son conscientes, porque a lo mejor los cuidadores no son protectores y tampoco están pendientes. Y bueno, sospechamos que sí, pero afortunadamente cada vez hay una mayor detección porque los profesionales, que están más preparados.

¿Qué secuelas puede dejar en los menores el no intervenir a tiempo? 

La no intervención a tiempo y que ya, digamos, lleguen a la edad adulta sin ningún tipo de intervención, pues esto puede suponer consecuencias muy graves desde trastorno de personalidad, trastorno de alimentación, estrés postraumático e incluso consecuencias para la salud física, conducta de riesgo, etc. Es decir, por eso es tan importante la detección temprana y actuar en la infancia y adolescencia cuando son víctimas. 

¿Y cómo se trabaja con menores que han sido víctimas de violencia sexual? ¿Cómo es ese acompañamiento?

Lo primero que se hace es garantizar y asegurarnos de que tiene una protección, es decir, que no existe contacto con la posible persona agresora, garantizar que tiene unos cuidadores que ejercen bien ese cuidado y luego empezar explicándole qué es lo que está pasando, ese proceso que se inicia e identificar cuáles son sus necesidades de intervención porque cada niño y niña, cada caso es un mundo. Entonces, se suele abordar de una manera adaptada.

Por ejemplo, los niños más pequeñitos, en los que no ha habido una conciencia de que ha habido una victimización, pues se trabaja más desde una perspectiva psicoeducativa, explicándoles cuáles son los contactos sexuales positivos y cuáles no y entendiendo un poco más cómo se expresa adecuadamente el afecto. 

Pero ya cuando son niños y niñas más mayores, pues ya lo que se hace es abordar también esos síntomas que pueden tener. Por ejemplo, los miedos, las preocupaciones, la vergüenza o la culpa que muchas veces está ahí, esos pensamientos de, “es que yo al principio sí quería jugar con este señor o esa señora”. Entonces, todos estos pensamientos se va abordando por parte de la terapeuta o el terapeuta y todo esto en coordinación siempre con el sistema de justicia para que en el momento en el que se vaya a llevar a cabo la toma de declaración no haya habido un abordaje terapéutico de los hechos que puedan distorsionar el relato del niño. Entonces, siempre tiene que haber un trabajo muy coordinado de justicia con los servicios asistenciales.

Trabajas en la Fundación Márgenes, ¿Cómo lo abordan ustedes? ¿Se trabaja también con los familiares de esos menores que han sido víctimas de agresiones sexuales? ¿se trabaja en la culpa que puedan sentir por no detectarlo antes? 

Sí, es fundamental trabajar con las familias. En Canarias trabajamos desde el programa de atención a menores víctimas de violencia sexual y sus familias, que se llama así, que es del Gobierno de Canarias, y entonces trabajamos en coordinación directa con la Dirección General de Protección al Menor.

Se hace una atención tanto al niño y a la niña como a sus familiares. Las familias, primero se encuentran en una situación de desbordamiento, y se trabaja en una estabilización, en hablar de que este tipo de violencia puede ocurrir a cualquier niño o cualquier niña. Trabajamos en su miedo, sus preocupaciones sobre el proceso, sobre su hijo y que entienda que es un evento grave que afecta al niño o a la niña y a ellos, pero que trabajándolo adecuadamente no tienen por qué quedar ningún tipo de secuela. Y entonces vamos a ir disminuyendo un poco toda esa ansiedad, todo ese sentimiento de vergüenza o de fracaso que pueden tener, dándole información mucho más adaptada de la realidad, y de que esto es algo que sucede sin tener nada que ver en muchos casos con la protección, porque es muy difícil a veces identificarlo.

Se trabaja, me imagino, mucho el vínculo también con la familia. No sé si se llega a romper un poco

Hay una gran diferencia entre la intervención cuando ha sido el agresor una persona del entorno familiar o del entorno cercano, que entonces sí que a veces puede haber esa sensación de que “hemos estado mucho tiempo y mi hijo o mi hija no me ha contado nada y cómo ha podido pasar esto”. Y si ha habido, por ejemplo, una dificultad de comunicación, pues a veces hay que trabajar esto. 

Es muy distinto de los casos en los que es alguien extrafamiliar, pongamos un monitor, y entonces también es distinto cuando el niño o la niña lo ha comentado inmediatamente a la familia ha podido reaccionar inmediatamente, que aquellos casos en los que a lo mejor incluso encontramos situaciones en las que la familia no ha estado supervisando adecuadamente y tenemos que ir trabajando también coordinados con los servicios sociales para darle herramientas a esos cuidadores para que lleven a cabo una adecuada supervisión, comunicación con su hijo o con su hija y trabajando poco a poco todas esas habilidades. 

¿Y existe un patrón entre los agresores sexuales de menores o esto es una idea que tenemos que quitar? 

Sí, es muy diverso porque nos encontramos con personas que ejercen violencia sexual y que son también menores, que sería la violencia sexual entre iguales. Y adultos, en los que existe una herramienta o una estrategia ya muy sofisticada de engatusamiento para ir haciendo poco a poco. Luego, existe otro tipo de agresores o abusadores sexuales mucho más impulsivos en los que no se lleva a cabo un abuso sexual poco a poco con engaños, sino de una manera como más inmediata. Entonces, cambia totalmente. Hay mucha diversidad de perfiles, lo que sí es cierto es que no suelen ser personas que tengan una patología en sí por el cual no sean inimputables, es decir, que no se den cuenta de lo que están haciendo, en general suelen ser conscientes de lo que están haciendo. 

Claro, ¿y crees que falta todavía formación a lo mejor en las escuelas, en los centros educativos, también en los centros sanitarios, un poco para facilitar esta detección? 

Sí, yo creo que sí, se está haciendo un esfuerzo muy importante por las distintas administraciones pero siempre es necesario más. Es importante que todos los centros educativos, todos los centros sanitarios, todos aquellos lugares en los que haya niños, niñas y adolescentes estén muy claros cómo detectar y a qué recursos acudir en caso de tener cualquier duda, algún profesional o alguna profesional, porque ya actualmente tenemos una ley, la Ley Orgánica de Protección a la Infancia y Adolescencia Frente a la Violencia, la LOPIVI, pues que desde el 2021 está y lo que dice es que todos los espacios donde estén niños y niñas tienen que ser espacios seguros donde sepamos, las y los profesionales, cómo detectar y cómo actuar adecuadamente.

Exacto, y que supone también que ya contemos, por ejemplo en Canarias, con un juzgado especializado en infancia

Pues realmente es maravilloso y ojalá pues se amplíe el resto de territorios porque contar con un juzgado especializado supone que toda la fase de instrucción, es decir, de averiguación (que es tan sumamente delicado en el caso de niño y niña víctima), pues se hace con todo el cuidado y con toda la adaptación que se necesita en estas etapas. Entonces contar con un equipo, con un juez especializado que conoce pues en qué momento a lo mejor hay que entrevistar al niño, en qué momento o no, de qué manera obtener información, cómo es tan importante coordinarse con otros recursos y obtener información de otros recursos, pues hace que esta fase de investigación obtenga información mucho más valiosa para el momento del juicio. Y aparte, que no sea victimizante para el niño o la niña o la familia pues porque suelen estar mucho más informados sobre cada momento y entienden más lo que va a pasar, entonces la verdad es que es muy positivo.

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