Santa Cruz de Tenerife, 26 mar (EFE).- El catedrático de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de La Laguna (ULL), Antonio Rodríguez, dijo hoy a Efe que la situación de la desertización en Canarias es “verdaderamente grave”, ya que hay 423.000 hectáreas que sufren riesgo “alto o muy alto” de desertización.
“Esto supondría la erosión del 57,2 por ciento de la superficie total de las islas”, aseguró Antonio Rodríguez.
El catedrático, que ofrecerá hoy en La Laguna una conferencia sobre “La desertización en Canarias”, que forma parte del primer ciclo de conferencias de antiguos alumnos de la Universidad de La Laguna, apuntó que las islas que sufren una mayor desertización son las orientales.
Además, señaló que son cerca de 309.000 hectáreas las que corren riesgo de desertización en la provincia de Las Palmas.
En cuánto a la provincia de Santa Cruz de Tenerife, dijo que son 114.000 las hectáreas catalogadas con un “alto o muy alto riesgo de desertización”, la mayor parte de ellas situadas en La Gomera y en algunos puntos de Tenerife.
Sin embargo, resaltó Rodríguez, “hay que distinguir de forma clara aquellas zonas que están sufriendo un proceso de desertización debido a las actuaciones humanas, de las zonas que son áridas o semidesérticas, o bien cuentan con importantes valores naturales ligados a la aridez”.
Recordó que, de forma general, la desertización surge siempre de “una mala relación del Hombre con su medio”, ya que por ejemplo la degradación del suelo producida por erosión, salinización y compactación se debe sobre todo al abandono de la actividad agrícola, el sellado del suelo por infraestructuras, la degradación de la calidad y cantidad de los recursos hídricos y el deterioro de la vegetación y la biodiversidad.
Es más, indicó que para medir la desertización se tienen en cuenta factores como la aridez climática, la erosión del suelo, la intensidad de los incendios forestales y la sobreexplotación de los acuíferos.
Aunque se “deberían atender a otros indicadores como las deforestaciones, el abandono de la agricultura o el sellado del suelo por infraestructuras turísticas”.
Además, Rodríguez declaró que se debería prestar atención en la medición a otro tipo de factores como los socioeconómicos, tales como la presión demográfica, la terciarización o la litoralización de la economía, que también influyen en la desertización.
“Es difícil recuperar las zonas desertizadas, ya que generalmente son regiones que tienen un clima árido o semiárido donde los procesos de regeneración de los ecosistemas son muy lentos”, indicó el catedrático.
Un ejemplo, añadió, “lo tenemos en las dificultades que presenta, pese a la buena voluntad que se pone, la reforestación de la parte sur de la corona forestal de Tenerife”.
A pesar de que la desertización es un proceso lento en el tiempo, explicó Rodríguez, en general los ecosistemas que se han visto más afectados son el tabaibal costero, los bosques termófilos de las medianías y gran parte de los pinares xéricos, así como la fauna asociada a estos ecosistemas.