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Por qué la cochinilla mexicana es declarada plaga en Canarias trece años después

La cochinilla silvestre mexicana (Dactylopius opuntiae) ha sido declarada plaga en Canarias por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria. A través de la orden del 7 de agosto, el pasado 18 de agosto entraron en vigor en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) las medidas para el control del parásito. Tras 13 años con presencia en el Archipiélago, este insecto de Centroamérica es considerado una especie exótica invasora y su distribución en el Archipiélago se encuentra en La Palma, Tenerife y Lanzarote. En 2023, también se ha localizado en Gran Canaria.

Esta cochinilla afecta a la tunera que, una vez en la planta, puede provocar clorosis y necrosis en las pencas y frutos, así como la muerte de la misma. A día de hoy, en las Islas hay 154 hectáreas de tuneras según el Instituto de Estadística de Canarias (ISTAC). Por esta razón, desde la consejería instan a las personas propietarias o explotadoras de parcelas o plantaciones de tunera a adoptar medidas fitosanitarias para el control de la cochinilla silvestre, como la destrucción “in situ” del  material vegetal afectado, entre otras.

Según la orden de la consejería, la plaga está contenida en la isla de Lanzarote, última isla donde fue detectada la cochinilla, en 2020. Sin embargo, en La Palma y Tenerife su dispersión no se ha podido controlar. Como explica el profesor y biólogo Rafael García, la cochinilla se ha utilizado como biocontrolador de la tunera, pero cuando se rompe el equilibrio natural, se produce la plaga. Asimismo, Pedro Oromi, biólogo y catedrático de zoología de la Universidad de La Laguna, señala que las plagas se declaran por razones económico-agrícolas o cuando se trata de especies invasoras que afectan al ecosistema. “En este caso, afecta a la tunera común, que se usa para extraer el carmín”, aclara Oromi.

El biólogo Oromi explica que en Lanzarote el control de la cochinilla es más fácil debido a que las tuneras son de cultivo: “El agricultor se encarga de evitar la dispersión. Además, el cultivo del carmín se realiza de forma manual”. A su vez señala que fuera de las zonas agrícolas no hay tuneras, pero que, en caso de salirse del campo de cultivo, su mitigación sería fácil porque hay pocos ejemplares. A diferencia de esta isla, explica que en Tenerife y La Palma su control es imposible.

La tunera (Opuntia ficus-indica, incluida Opuntia maxima) se ha cultivado tradicionalmente en Canarias desde el siglo XIX para la obtención de la cochinilla (Dactylopius coccus), la producción de higos picos y el forraje del ganado. Aunque históricamente ha sido un símbolo económico en el Archipiélago, Opuntia es un género foráneo procedente del continente americano. Como explica Oromi, actualmente hay 27 especies de tuneras en Canarias, de las cuales dos se consideran especies exóticas invasoras: la tunera común (Opuntia maxima), utilizada para la producción de cochinilla, y la tunera brava (Opuntia dillenii). 

Por su parte, la cochinilla de la tunera, empleada para la producción de carmín, tampoco es una especie autóctona de Canarias, pues proviene de América. No obstante, el cultivo de este insecto posee el distintivo europeo de Denominación de Origen Protegida (DOP) “Cochinilla de Canarias”, ya que el Archipiélago es el único lugar del territorio europeo donde se produce para su comercialización.

Los expertos conservacionistas coinciden en que estas nuevas medidas de la consejería se pueden ver desde diferentes puntos de vista: desde una perspectiva medioambiental, donde dos especies invasoras entran en conflicto y el ecosistema canario se verá beneficiado; o desde una visión histórico-económica, pues la plaga puede generar consecuencias en la producción de los higos tunos y el carmín. “La tunera es una plaga tanto en las medianías como en las zonas de costa, puesto que desplazan a la flora autóctona”, manifiesta Oromi. Por su parte, García explica que las tuneras deben ser de cultivo: “Si queremos tener tuneras, que sea en casa y donde los agricultores sean los responsables. En los barrancos, laderas o en cualquier espacio natural no pintan nada, porque crecen y modifican el espacio. Están produciendo cambios y rompiendo el equilibrio”. 

Asimismo, explican que en el medio no se debería tomar ninguna medida, pues la cochinilla está afectando a una especie exótica invasora y hace bien a la naturaleza. Por otra parte, actuar con métodos químicos podría provocar un desastre ecológico y generar efectos no deseados en el ecosistema, además de generar un gran gasto económico. “Ese coste podría ser superior incluso al beneficio que generan los higos tunos y el carmín”, expresa el biólogo Oromi.

Ambos biólogos manifiestan la importancia de fortalecer el control en puertos y aeropuertos para evitar la entrada de especies exóticas invasoras en Canarias. “La agricultura y la naturaleza están cada vez más estropeadas. Cuando una especie exótica invasora llega a Canarias, es muy difícil y cuesta mucho dinero erradicarlas”, explican los biólogos.

Diferencias entre la cochinilla de la tunera y la cochinilla silvestre mexicana

La cochinilla de la tunera y la cochinilla silvestre mexicana son especies del género Dactylopius procedentes de América. Sin embargo, a pesar de pertenecer a la misma familia, tienen diferencias entre sí.

La cochinilla de la tunera se introdujo en Canarias en el siglo XIX, concretamente en la isla de Tenerife, para sufragar la crisis de la agricultura. “La cochinilla mató el hambre en Canarias gracias a su industria”, señala García. Gracias al clima propicio de las Islas, el cultivo de la cochinilla fue posible y se convirtió en un fuerte motor económico en el Archipiélago. A pesar de que se ha reducido su producción, la cochinilla juega un papel importante en la economía local. Junto a Perú y Chile, Canarias se encuentra entre los sitios donde más se produce cochinilla. Este parásito convive con la tunera, pero no lo mata como sí lo hace su congénere la cochinilla mexicana. 

Por su parte, la cochinilla silvestre mexicana sí produce daños en las tuneras, incluyendo la muerte de la planta. Son más agresivas para su hospedador y los filamentos que producen el cuerpo de sus larvas, pupas y hembras adultas protegen la acción de otros insectos que pudieran ejercer un control sobre ellas. Además, debido a sus estructuras el viento favorece la dispersión natural que, junto a la acción humana tanto voluntaria como involuntaria, aumentan su propagación. A su vez, es un agente de control biológico de las plantas del género Opuntia, al que pertenece la tunera.