Malek Moussa, acusado de abusar de tres mujeres, ha sido condenado a 59 años de prisión por los tres delitos de violación, lesiones, coacciones, robo con violencia y detención ilegal en la capital grancaria. Además, la magistrado Pilar Parejo le obliga también a indemnizar a las víctimas con 94.000 euros.
En la sentencia se relata en el capítulo de hechos probados que se declara que sobre las 00.00 horas del día 12 de enero de 2005, el procesado abordó a N.B.H. cuando se encontraba en las inmediaciones de la Plazoleta de Farray, de Las Palmas de Gran Canaria, y tras mantener una breve conversación con la citada, le propinó un empujón y le golpeó en la cabeza con un palo, que le hizo caer al suelo. Cuando la agredida se levantó, el acusado le propinó un puñetazo. Vencida la resistencia de aquella, la arrimó contra una pared, le bajó los pantalones y la penetró vaginalmente, tras lo cual abandonó el lugar.
El 24 de abril de 2005, el acusado penetró en el portal del edificio de viviendas sito en la Urbanización Reina Mercedes, acometiendo por la espalda de forma sorpresiva a Z.F.A, de 13 años de edad, que esperaba a coger el ascensor, a quien inmovilizó; con facilidad debido a la escasa envergadura de la citada correspondiente a su corta edad. Al tiempo que le ponía un destornillador en la garganta le advirtió que guardara silencio, arrastrándola escaleras arriba hasta el piso 11. Una vez en dicho lugar la conminó a que le besara viéndose obligada a acceder a dicha exigencia.
Esa misma tarde, sobre las 17.00 horas, el acusado se dirigió al edificio sito en la Avenida Mesa y López introduciéndose en el portal. Al llegar a coger el ascensor una de las vecinas, J. H. de 14 a?os de edad, ambos subieron en el mismo hasta llegar a la planta 16, en cuyo momento, el acusado, aprovechando la corta edad y la correspondiente escasa fuerza y envergadura de la citada, rodeó con un brazo su cuello al tiempo que con la otra mano esgrimía un destornillador, inmovilizándola y cubriéndole la boca con la mano. Al llegar a la planta 24 el acusado sacó a la fuerza del ascensor a J. quien fingió que se desmayaba. El acusado le dijo que no le iba a hacer nada y la dejó marchar, llegando, J. hasta su domicilio. El acusado, mientras tanto, se dio a la fuga.
Sobre las 22.00 horas del día 3 de mayo de 2005, el acusado se dirigió al edificio sito en la Avenida de Canarias. Una vez allí contactó con I. G., que se disponía a tomar el ascensor. Tras mantener con ésta una conversación se abalanzó sobre la citada, le rodeó el cuello con un brazo y con la otra mano esgrimió un cuchillo con el que la inmovilizó además de hacerle una herida incisa en la barbilla, trasladándola hasta un cuarto cercano de contadores. Una vez en su interior el acusado, tapó la boca a I. con un trapo, la desnudó, y mientras seguía esgrimiendo el cuchillo, tumbó a I. en el suelo y le penetró vaginalmente varias veces, previo intento de penetración anal que no consiguió realizar. En todo momento el acusado puso su mano en la boca de Isabel para impedir que gritara.
Antes de abandonar el lugar, el acusado, aprovechando que I. continuaba inmovilizada por el temor a una agresión se apoderó de 40 euros y su teléfono móvil.
Sobre las 14.30 horas del 30 de marzo de 2005, el acusado abordó a A.M.C. cuando transitaba por el descampado sito en las cercanías de la Loma de Ingeniero Salinas, en esta ciudad. Tras trabar conversación con la citada, el acusado cogió una piedra y la esgrimió contra A.M., obligándola a acompañarlo hasta una chabola, donde la mantuvo durante unos quince minutos, diciéndole que si no callaba le cortaba la cabeza. A.M. ofreció en todo momento entregar al agresor los objetos de valor que portaba, haciendo éste caso omiso al ofrecimiento. De la chabola el acusado quiso llevarla a una casa abandonada que se encontraba cerca de allí. Cuando el acusado la iba ayudar para que entrara a la casa, ella echó a correr, consiguiendo zafarse de su agresor y emprender la huida.