Solo una de cada cuatro personas con discapacidad consigue empleo en Canarias

Imagen de archivo de una mujer trabajando en una cafetería

Natalia G. Vargas

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Las personas con discapacidad en Canarias aún se enfrentan a los estigmas en el mercado laboral. En 2020 se contabilizaron en las Islas 67.600 personas de entre 16 y 64 años con certificado de discapacidad. Aun así, la tasa de empleo de este colectivo es de un 20,2% en el Archipiélago, un 46,6% más baja que la del conjunto de la población. “Los sesgos hacen que todavía quede mucho talento por descubrir”, apunta la directora regional de Inserta Empleo en Canarias, Emma Fernández Manrique. Esta entidad de la Fundación ONCE trabaja en la formación y el empleo de las personas con discapacidad. Este miércoles, se ha presentado en Lanzarote el programa Talentos a través de un encuentro con empresarios en Lanzarote para fomentar la contratación y romper prejuicios. 

Los últimos datos del Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo en España evidencian que Canarias sigue a la cola tanto en formación como en empleo de personas con discapacidad. El Archipiélago es una de las comunidades autónomas donde es más bajo el porcentaje de contratos firmados con personas con discapacidad, solo por delante de Madrid, Baleares, Valencia, Murcia, Andalucía, Aragón y Navarra.

“Estamos hablando del entorno laboral, pero antes de llegar a él las personas pasan por un proceso educativo donde tampoco hay una inclusión plena”, advierte Fernández en una entrevista concedida a Canarias Ahora. Tampoco en el trabajo basta solo con incluir, sino que es fundamental adaptar los puestos de trabajo y también los procesos de selección. “Ahora las empresas tienen sus propias páginas webs para iniciar los procesos de contratación. Por ejemplo, si esa página no está adaptada para las personas ciegas, ¿cómo podrán participar en ese proceso?”, cuestiona la directora. 

Existen diferentes ventajas económicas para las empresas que incluyen personas con discapacidad en sus plantillas. Sin embargo, Emma Fernández insiste en que la principal rentabilidad es la social. “El mundo es diverso. Si las empresas se asemejan a la sociedad diversa podrán adecuarse a las necesidades de todos”, apunta. “Cuando una persona con algún tipo de discapacidad entra en un empleo revela la importancia de ajustar el servicio a la totalidad de la población. Puede darle una vuelta de tuerca al proceso productivo”, propone. 

Aunque las compañías sensibilizadas en este aspecto cada vez son más, los datos revelan que aún hay mucho por hacer. En Canarias, solo una de cada cuatro personas con discapacidad ha encontrado un empleo. El acceso a la formación es una de las causas. “La educación superior en personas con discapacidad está por debajo en casi un 10% con respecto a la formación superior en la población en general. Si bien es cierto que, a medida que la cualificación es mayor, los niveles de empleabilidad se asemejan mucho más a los datos de la población en general”, apunta Fernandez. 

Esto les empuja, en muchas ocasiones, a acceder solo a empleos no cualificados. “El número de personas con discapacidad que solo tiene estudios primarios es muy superior a la tasa de la población sin discapacidad”, añade. Las dificultades son aún mayores en el caso de las personas migrantes, de las mujeres y de las víctimas de violencia de género.

El estigma sobre la salud mental

Después de la discapacidad física, la psicosocial es la segunda más habitual en Canarias, con un 34,2%. En este grupo se incluyen los trastornos mentales y los problemas de ansiedad o depresión, que han aumentado después de la pandemia de coronavirus especialmente entre los jóvenes. “Nos estamos planteando que debemos hacer un proyecto de acompañamiento para que todas estas personas certifiquen de forma oficial su discapacidad. Es una realidad que está ahí. El sesgo con las personas con discapacidad psicosocial es mucho mayor”, afirma la directora regional de Inserta Empleo.

Según Fernández, esta realidad sigue siendo invisible y se topa con la falta de conocimiento. “Este repunte nos hará ver que es algo habitual, casi todo el mundo tiene hoy en día alguien cerca que toma ansiolíticos por diferentes razones. Lo que está claro es que una persona con un problema de salud mental que está recibiendo tratamiento no tiene ningún problema para trabajar”, subraya. “Hay empresarios que dicen que no quieren contratar personas con ansiedad sin saber que entre sus trabajadores hay quienes la sufren en silencio”, recuerda. 

Junto a la discapacidad psicosocial, la intelectual es una de las más estigmatizadas. “Hay que trabajar de manera diferente. La empresa tiene que estar muy concienciada y adaptar un puesto para estas personas”, resalta Fernández. En las Islas, las personas de este grupo son un 10,7%. En este caso, es clave la figura de un preparador que acompañe a la persona en el puesto y le enseñe las tareas. “Las empresas piden un reponedor que al mismo tiempo atienda en caja y rellene partes en los ordenadores. Algunas personas no pueden tener tantas tareas al mismo tiempo de inmediato, sino que necesitan un proceso”, advierte.

En los últimos años, Inserta Empleo también ha desarrollado un programa de emprendimiento dirigido a aquellas personas que no encuentran empleo o que, por una discapacidad sobrevenida, han tenido que abandonar su puesto habitual. “Intentamos potenciar esa parte. Se les asesora en la creación de empresas, en la búsqueda de ayudas, en la presentación de las mismas. Pero en ningún caso se les dice que tienen que emprender sí o sí. Son las personas interesadas las que toman la decisión final”. 

En las jornadas también ha estado presente el consejero de Empleo del Cabildo de Lanzarote, Jorge Peñas, que ha propuesto que las administraciones no solo contraten a quien ofrezca el servicio más barato, sino a la empresa que realice el trabajo de manera más sostenible, inclusiva y diversa. 

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