Dejadme cumplir mi sueño, soy africano como ustedes

Un trabajo de investigación del diario marroquí Al Sabah realizado hace sólo un año y que recoge el libro El 2007 visto por los árabes de Pedro Rojo (Ed. Icaria) revela el método de acceso de las pateras a las costas canarias y da voz a los que viajan en ellas: “Las bellas islas españolas no están lejos de aquí, según me han dicho los traficantes. Estoy cerca de realizar mi sueño. Dejadme cumplir los deseos de mi familia. Soy un africano como ustedes. Nuestros hermanos marroquíes emigran también a España desde el norte. Nosotros no podemos llegar hasta allí porque hay muchas barreras de seguridad”.

Fatim Zohra Bouaziz ha desentrañado al castellano las palabras del anónimo inmigrante, uno más de los que cada año intenta acercarse a las costas del archipiélago. El diario Al Sabah encabeza su investigación, publicada en agosto de 2007, con un expresivo y largo título: “La muerte en el camino hacia Las Palmas. Emigrantes que mueren en los campos de minas, otros en el mar y los supervivientes están detenidos en un campo de Dajla”.

El diario marroquí cuenta cómo “algunos emigrantes han recorrido 4.000 kilómetros y atravesado más de cuatro países para llegar a un lugar que les pueda conducir al edén español. Algunos han muerto en el camino. Otras han dado a luz a uno o dos hijos desde que salieron de su país hasta llegar al punto de partida hacia las islas de la seguridad”.

Sólo hablan de Las Palmas

“Los emigrantes africanos sólo hablan de Las Palmas y cómo llegar a ellas. Optaron por cruzar desde Mauritania a Marruecos. Algunos han estado detenidos más de tres meses. Otros lograron emigrar clandestinamente a las islas españolas. Otros emigrantes han muerto ahogados; sus cadáveres fueron hallados por la Marina Real o la Guardia Civil española. También están los que fueron víctimas de las minas plantadas en la frontera entre Marruecos y Mauritania”, señala el texto.

Un sheij saharaui que vive en Dajla, donde las autoridades retienen a los emigrantes clandestinos africanos detenidos por los militares, la Gendarmería Real o las Fuerzas Auxiliares, sea en la frontera con Mauritania o en las costas de Dajla, ofrece su testimonio: “Juro por Dios hermano que su sufrimiento nos parte el alma. Los han reunido en aquel campo. Algunos están enfermos. Otros quieren regresar a su país, pero su Estado no los quiere. Y otros se dedican a la mendicidad a través de los huecos que hay en los polideportivos donde los retienen. Hay personas que les dan dinero”.

Tres miembros de las Fuerzas Auxiliares hacen guardia ante la puerta del polideportivo en Dajla. Otros se pasean dentro del campo para impedir a los emigrantes escaparse o para disolver alguna riña. Según un responsable del centro, estos emigrantes africanos dan pena porque son víctimas de las redes internacionales de emigración clandestina que les roban su dinero. Hay emigrantes que recorrieron 5.000 kilómetros para llegar a Dajla ayudados por los traficantes que operan en las zonas fronterizas entre los países del Sahel y el Sáhara.