Hay tres tipos de artrópodos más en la isla de Fuerteventura. Y han aparecido en el Saladar de Jandía, único humedal canario reconocido en el mundo. Se trata de tres nuevas especies de invertebrados descubiertas en este singular paraje natural del sur de la isla de Fuerteventura, y dados a conocer como una de las principales conclusiones del Estudio de la Fauna de Artrópodos del Saladar de Jandía, realizado por dos biólogos canarios.
Los responsables del estudio, el biólogo del Laboratorio de Entomología Aplicada del Centro de Investigaciones Forenses (CIFOR) y del Grupo de Investigación Tarha de la Universidad de las Palmas, Néstor López, y la bióloga del Laboratorio de Entomología Aplicada del Centro de Investigaciones Forenses, Clara Patiño, estuvieron desde julio a octubre de este año recogiendo muestras en el Saladar de Jandía.
Néstor López explica que entre los objetivos de este trabajo, encargado por la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura, estaba “realizar por primera vez un estudio sistemático de los artrópodos del saladar”. El proyecto permitiría sacar a la luz las especies endémicas existentes y también detectar las invasoras “cuya presencia es común por la proximidad del saladar a un núcleo turístico en el que se están introduciendo plantas ornamentales”.
Otro de los objetivos era detectar especies que, por sus singularidades ecológicas, pudieran ser utilizadas como bioindicadores zoológicos para actuar como termómetro y conocer el estado de salud del saladar. También se colocaron trampas especializadas para cazar el mosquito Aedes aegypti, trasmisor de enfermedades como el dengue, después de que en diciembre de 2017 se decretara la emergencia sanitaria al encontrar mosquitos de esta especie en el barrio de Las Granadas, en Puerto del Rosario. “Se capturaron otro tipo de mosquitos en el saladar, pero no el Aedes aegypti”, explica el biólogo.
Tras cuatro meses de trampeo y búsqueda de artrópodos, los dos biólogos regresaron a Gran Canaria con muestras de 152 especies distintas de las que 28 son endémicas del archipiélago. La principal sorpresa ha sido poder citar tres tipos de artrópodos desconocidos hasta ahora en Canarias: la avispita Meria vonizongo, natural de Madagascar, el coccinélido o mariquita Parexochomus nigromalucatus de distribución Paleártica y el escarabajo del género Protaetia sp.
Para Néstor López poder citar estas tres especies de artrópodos por primera vez en el archipiélago canario supone “un gran descubrimiento y más si tenemos en cuenta el poco tiempo que duró el muestreo, tres meses, y lo restringido del área prospectada”.
A la espera de resultados definitivos, el biólogo se atreve a citar en el Saladar de Jandía nueve especies de las que hasta ahora se desconocía su existencia en la isla. Por delante aún quedan horas de laboratorio, pero de algunas de ellas ya no hay lugar a dudas como la avispita parásita de las cucas (Evania appendigaster), un grillo endémico, el Cycloptiloides canariensis, el ichneumónido Syzeuctus baezi, hormigas del género Lepisiota sp. y dos especies distintas de embióteros.
También han encontrado algunos candidatos para ser utilizados como bioindicadores zoológicos para conocer la salud del saladar. “Tenemos algunos candidatos aunque aún no podemos aventurarnos a determinar si podrían ser utilizados ya que, entre otras cosas, deben ser fácilmente identificables. Seguiremos trabajando”, apunta el biólogo.
Durante el muestro para el que se utilizaron trampas de luz, mangueo, paraguas japonés y trampas de caída también se recogieron muestras de especies invasoras como la hormiga argentina (Linepithema humille) y otras de los géneros Lepisiota sp.
Especies en peligro
El biólogo de la Universidad de Las Palmas asegura que la cercanía de los complejos hoteleros del núcleo de Morro Jable, donde se han introducido especies vegetales de interés ornamental en sus jardines, puede ser el origen de la presencia de estas especies en el Saladar de Jandía. Según López algunas “resultan potencialmente invasoras”.
El especialista alerta del peligro que suponen para el saladar y las especies endémicas que en él habitan. “Desarrollan una notable influencia sobre las especies locales con las que compiten por los recursos disponibles en un saladar con pocos recursos alimenticios”, subraya.
Otro de los problemas a los que se enfrenta el saladar, único humedal canario reconocido dentro del Convenio Ramsar, es la introducción de grandes poblaciones de mamíferos, especialmente de ardillas morunas, “cuya alimentación se basa, en parte, en el consumo de artrópodos y otros invertebrados”, recogen los biólogos en el estudio.
A ellos se suman otros vertebrados que campan a sus anchas por el saladar como el erizo moruno, “cuya presencia constituye un problema a destacar ya que preda sobre todo tipo de invertebrados”, señala López. Tampoco se libra el Saladar de Jandía de otros inquilinos como el gato, que no suelen predar sobre pequeños invertebrados pero sí sobre los de mayor tamaño, los conejos, ratas y ratones que “influyen directamente sobre las especies vegetales y las características fisiográficas del entorno ya que excavan galerías que alteran la configuración natural del lugar”.
Néstor López comenta cómo estas especies invasoras no solo atacan a los artrópodos y otros invertebrados sino también a otros grupos de animales que habitan en el lugar como reptiles y aves. Algunas especies de aves tienen como parada obligatoria el saladar en su viaje de Europa al continente africano.
El biólogo del Laboratorio de Entomología Aplicada del CIFOR reconoce que la flora del saladar se ha recuperado desde la puesta en marcha del proyecto Life para la recuperación ecológica del humedal. Sin embargo, no ha ocurrido la misma suerte con las aves que no terminan de nidificar en la zona por la presencia de ardillas y ratas a las que se suman aves invasoras como el bulbul o cotorras que alteran el espacio y rompen sus huevos
Tampoco se libran los habitantes del saladar de las molestias ocasionadas por los seres humanos. La presencia de visitantes (algunos de ellos no terminan de respetar el perímetro protegido del saladar) y la contaminación derivada de la actividad humana suponen peligros añadidos para este espacio natural y para quienes en él habitan. López explica el riesgo que suponen “los plásticos y materiales ligeros que vuelan, se tiran al saladar o llegan allí a través del aire y quedan retenidos por la vegetación”.
A todos estos males se une la contaminación lumínica que ejercen los complejos hoteleros próximos al espacio natural que, “de alguna manera, también alteran la fauna que habita en el Saladar de Jandía”.
Los investigadores esperan que el estudio de la fauna de artrópodos del Saladar de Jandía tenga continuidad y puedan regresar en otras estaciones del año a seguir recogiendo muestras. Están seguros de que la lista de artrópodos conocida para el saladar seguirá creciendo y dando sorpresas a la comunidad científica.