Un científico de La Palma forma parte del grupo de trabajo que ha determinado la causa del evento estelar más brillante de la historia. El astrofísico palmero Javier Méndez, miembro del consorcio Isaac Newton Group of Telescopes, ha colaborado con el equipo internacional que, liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y de la Universidad de Barcelona (UB), ha descubierto que la explosión de la supernova del año 1006 se produjo probablemente por la fusión de dos estrellas enanas blancas. El trabajo es portada esta semana de la prestigiosa revista Nature. Esta publicación está considerada la biblia de la ciencia.
En este tipo de objetos se basa el hallazgo de la energía oscura y la expansión del universo que, el año pasado, le valió al astrónomo norteamericano Saul Perlmutter la obtención del premio Nobel de Física. Méndez también ha colaborado con Perlmutter quien, en los años noventa, observó el universo desde los telescopios del Grupo Isacc Newton ubicados de El Roque de Los Muchachos.
El espectacular fogonazo cósmico, cuyas causas han sido esclarecidas, tuvo lugar hace ahora más de 1006 años. Exactamente, según informa el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en un comunicado, “entre el 30 de abril y el 1 de mayo del año 1006 se produjo el evento más brillante registrado jamás en toda la historia: una supernova o explosión estelar que pudo ser observada por distintas civilizaciones en diferentes lugares del globo terrestre”. Más de mil años después, añade, “un equipo liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), de la Universidad de Barcelona (UB) y del CSIC ha descubierto que la supernova SN1006 se produjo probablemente como consecuencia de la fusión de dos estrellas enanas blancas.
La supernova del año 1006, explican, “fue observada por distintas comunidades de astrónomos en todo el mundo”. Algunos de ellos, añaden, “como los astrónomos chinos, resaltaron que el acontecimiento astronómico fue visible durante tres años”. El registro más explícito, detallan, “realizado por un astrónomo egipcio, señala que el fenómeno fue aproximadamente tres veces más brillante que Venus o que emitió luz en una cantidad equivalente a casi una cuarta parte del brillo de la Luna”.
El investigador del IAC que lidera este trabajo, Jonay González Hernández, explica: “Hemos realizado una exploración exhaustiva en torno al lugar donde se produjo la explosión de la supernova de 1006 y no hemos encontrado nada, lo que invita a pensar que este evento se produjo probablemente por una colisión y fusión de dos estrellas enanas blancas de masa similar”. Las enanas blancas, precisa, “son estrellas que se encuentran en la última etapa de su vida y que, al agotar su combustible, se van enfriando muy lentamente”.
La SN 1006, dice, “pertenece al tipo de supernovas que se producen en sistemas binarios, aquellos constituidos por dos objetos astronómicos ligados entre sí por su fuerza gravitatoria”. Estos sistemas, continúa, “pueden estar formados por una enana blanca y una estrella compañera 'normal' que le aporte la materia necesaria para alcanzar una masa crítica de 1,4 veces la masa del Sol, la llamada masa límite de Chandrasekhar”. La enana blanca, abunda, “va aumentando su densidad y su temperatura y, una vez alcanza esta masa, estalla como supernova”. Otra opción, sintetiza, “es que el sistema esté compuesto por dos enanas blancas que acaben por fusionarse en una supernova”.
A 7.000 años luz de la Tierra
La pista definitiva que llevó a los investigadores a concluir que en este caso se había producido la fusión de dos enanas blancas, subraya el comunicado del IAC, “fue que esta supernova, a unos 7.000 años luz de la Tierra, no posee una estrella compañera de la enana blanca progenitora”. La explosión producida por la fusión de dos enanas blancas, destaca, “de hecho, no deja ningún rastro, salvo el remanente de supernova que puede ser estudiado hasta siglos después, como en el caso de la supernova de 1006, una de las únicas cuatro supernovas históricas de este tipo ocurridas en la Vía Láctea”.
Para el estudio, se usó el espectrógrafo de alta resolución UVES instalado en uno de los cuatro telescopios europeos de 8 metros de VLT, perteneciente al Observatorio Europeo del Sur (ESO, Chile), con el que se observaron las estrellas en torno al lugar de la explosión. Los datos espectroscópicos y fotométricos obtenidos fueron analizados en detalle por González Hernández. “El análisis de las estrellas de la zona de la explosión las descarta como posibles compañeras de la estrella progenitora de la supernova de 1006”, señala el investigador del IAC.
Junto a Jonay I. González Hernández , el equipo lo integran Pilar Ruiz LapuenteHugo Tabernero, David Montes, Ramón Canal, Javier Méndez y Luigi R. Begin.