Desescalada con la bici como vehículo: el plan de Las Palmas de Gran Canaria para la nueva movilidad

Los planes del ayuntamiento responden a las advertencias del Gobierno de España de que la “nueva normalidad” podría repetir viejas costumbres: un resurgimiento del uso del coche en perjuicio del transporte colectivo y en contra de los objetivos medioambientales

Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Los problemas de movilidad han sido una cuestión central del desarrollo urbano los últimos años, buscando maneras más eficientes y limpias de conectar a la población. Ahora, las medidas de distanciamiento social para controlar la pandemia de COVID-19 obligan a replantearse las estrategias establecidas, reduciendo la dependencia del transporte colectivo para dar mayor espacio a otros medios de transporte sostenibles.

Durante el confinamiento, el parón de los transportes ha hecho palpable en ciudades de todo el mundo la reducción de la contaminación del aire. En Canarias, la restricción del movimiento redujo en hasta un 70% la concentración de dióxido de nitrógeno. Sin embargo, la tregua del confinamiento puede revertirse bruscamente con la desescalada. Tras años buscando sacar el coche del centro de las ciudades por su alto impacto ambiental, el miedo al transporte público amenaza con volver a alzarlo como el medio favorito de los urbanitas. El ministro de Transportes y Movilidad José Luis Ábalos dijo este lunes que durante el paréntesis de la desescalada “es una opción” pero que “no es sostenible a largo a plazo”.

“Prevemos que cuando comience el desconfinamiento, es posible que se produzca un pico del uso del vehículo privado por temor al transporte público”, dice el José Eduardo Ramírez, concejal de Movilidad del ayuntamiento de la capital Gran Canaria. “Nuestra responsabilidad es ofrecerle alternativas al coche a los ciudadanos.”

La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ya avisó en una carta a las entidades locales que el vehículo privado no debía ser la única manera de desplazarse con seguridad durante la pandemia, pidió que aprovecharan la oportunidad para crear promover nuevas costumbres en movilidad, y recordó que varios estudios científicos relacionan la contaminación del aire con una mayor mortalidad de la COVID-19.

El transporte colectivo suele formar la base de las estrategias de movilidad de las ciudades, pero la necesidad del distanciamiento social las relega a un segundo plano. Guaguas Municipales, la empresa pública de transporte urbano de Las Palmas de Gran Canaria, cuyo volumen ha descendido de un promedio de casi 140.000 pasajeros diarios a solo 17.000 durante la cuarentena, tendrá que adaptarse a la nueva situación modificando rutas y horarios para atender mejor a la demanda reduciendo la ocupación para que se pueda seguir respetando la distancia de seguridad. Ramírez confía en poder satisfacer la demanda durante los meses de desescalada ya que muchos ciudadanos querrán evitar la cercanía física con otras personas a la que obliga el transporte público. Una vez se alcance la denominada “nueva normalidad” y se reabran los centros educativos, el concejal piensa que pueden empezar a darse problemas de capacidad, ya que no hay guaguas disponibles para mantener la capacidad del sistema con una reducción de entre un 30% y un 50% de la capacidad de cada vehículo.

Para hacer frente a esta situación, el Ayuntamiento de la ciudad se está planteando quitar espacio al coche para promover métodos de movilidad alternativos. “No queda otra opción que reducir el espacio destinado al vehículo privado”, dice Ramírez. “Esta es una ciudad diseñada para el coche y a menudo su espacio cuadriplica el reservado para los peatones. Tenemos que compensar el espacio de los peatones y otros métodos de movilidad personal – incluyendo bicicletas, patinetas, etc. – que ahora cobran un protagonismo fundamental.”

La capital grancanaria dispone ya de un carril bici y un servicio de bicicletas públicas, la Sitycleta, que, aunque despertaron mucha polémica durante su desarrollo hasta el punto de convertirse en bandera de los partidos de la oposición durante la última campaña electoral de 2019, Ramírez califica de “esenciales” para la desescalada. Ahora, el Ayuntamiento espera ampliar el espacio dedicado a los ciclistas a través de zonas con la velocidad máxima reducida a 30 kilómetros por hora. También busca adelantar la creación de un carril bici en la parte alta de la ciudad, con la consiguiente implantación de las bicis eléctricas dado el pronunciado desnivel de Ciudad Alta. El plan está previsto inicialmente para los próximos dos o tres años, balizando partes de la calzada para el uso de ciclistas sin necesidad de obras. 

Con estas medidas en cartera, Las Palmas de Gran Canaria se une a otras ciudades europeas que han hecho una fuerte apuesta por el transporte a pedales tras el confinamiento. París, una ciudad que ha visto cómo se ha doblado el uso de la bicicleta durante el confinamiento – que en Francia sí permite salir a pasear y hacer ejercicio – ha prometido ampliar su red de carril bici con 650 kilómetros adicionales, incluyendo algunos carriles balizados temporales, para cuando reabra el país galo el 11 de mayo. Berlín también ha experimentado con una ampliación de sus infraestructuras para ciclistas, descongestionando sus carriles bici redibujando sus líneas divisorias sin afectar al tráfico en coche.

Desde el colectivo Mejor en bici de promoción y formación del transporte en bicicleta en la ciudad, aseguran que este es el momento para adoptar el uso de este vehículo. “En medio de un momento social duro, es un lugar fantástico para que la gente que tiene miedo a circular lo pruebe con las calles vacías”, dice su portavoz, Yeray Bombín. Sus beneficios son triples, explica, ya que “es más sostenible, más sano y permite despejarse pedaleando en un momento de estrés generalizado”.

Como siguiente paso para que se extienda el uso de la bicicleta en la ciudad, Bombín pide que se cree una red de aparcamientos seguros para bicicletas para que aquellos con apartamentos pequeños o muchas escaleras puedan dejar sus bicis en la calle sin miedo a que se la roben.

Más allá del ciclismo, la ciudad de Las Palmas también quiere promocionar que sus habitantes se muevan a pie, pero preocupa que se creen aglomeraciones en las aceras. Con eso en mente, se plantea también crear un corredoro peatonal que cruce la zona baja de la ciudad de punta a punta, que Ramírez asegura será “amplio y cómodo”. Además, los cruces de peatones de la ciudad podrían pronto dar prioridad a los ciudadanos que se mueven a pie para evitar que se acumule gente esperando a la luz verde del semáforo.

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