La inmensa mayoría de los varones que durante las fiestas de carnaval se disfrazan de mujer lo hacen por humor y como una forma divertida de interactuar con mujeres, según dijo en una entrevista Juan Capafons, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de La Laguna.
El que un varón se disfrace de mujer no siempre ha estado bien visto, y de hecho la iglesia católica lo condenó durante muchos años y en los carnavales de Santa Cruz de Tenerife la alcaldía aplicó una disposición aprobada el año anterior por la cual se prohibió que los hombres se disfrazasen con trajes de mujer.
Juan Capafons explicó que hay tres niveles en cuanto a motivos por los que los varones se disfrazan de mujer, uno, el minoritario, por tener algún problema patológico, otro está relacionado con la homosexualidad, que no presenta disfunción alguna, y el mayoritario el de los heterosexuales que lo hacen por jocosidad.
El ámbito minoritario es el del nivel patológico, el de hombres para los que su gran atracción sexual, su gran excitación, casi la única, arranca cuando se ven vestidos de mujer, indicó el catedrático de Psicología Clínica.
Esto se llama trasvestismo como alteración sexual, y se trata de una parafilia que se estudia en Psicología Clínica Y Psiquiatría, señaló Juan Capafons, quien afirmó que hay un sector de varones que sólo se excitan sexualmente cuando se visten de mujer.
Se trata de unas personas que precisan de ayuda psicológica o psiquiátrica para que puedan disfrutar de una sexualidad sana.
Otro grupo de varones que se disfrazan de mujer lo forman miembros del colectivo gay, algo que no tiene nada de patológico ni de alteración sexual. Al contrario, se trata de una opción que, en este grupo de personas se valora mucho.
El travestido disfruta sintiendo que excita a varones -tanto homosexuales como heterosexuales- cuando se viste deslumbrantemente de mujer.
En las fiestas del carnaval, recordó Juan Capafons, es habitual encontrar a varones homosexuales con un nivel elevado de belleza, de trabajo físico y de vestuario para deslumbrar a otros hombres.
Y la inmensa mayoría, el colectivo enorme de varones que se disfrazan de mujer está formado por heterosexuales que encuentran extraordinariamente simpático, que es distinto de atractivo, el vestirse de mujer, añadió Juan Capafons.
Estos varones saben que a través del humor y la simpatía de vestirse de mujer pueden flirtear con una mujer, pues la jocosidad es un medio extraordinariamente útil para conseguir una sonrisa y acercarse a otra persona.
Así, es habitual encontrar durante los carnavales a hombres disfrazados de enfermeras, monjas o con otras ropas, y normalmente exagerando todas las formas femeninas, en una búsqueda de lo chocante, de lo digamos extraordinario que provoca el humor muchas veces en los seres humanos.
Además, agregó Juan Capafons, en los países latinos la masculinidad está muy ligada a los uniformes, ya sean de bomberos o militares, y nada es más antagónico a esa sobriedad que el disfraz jocoso de mujer.
El catedrático de Psicología Clínica también señaló que la acción inversa, que una mujer se disfrace de hombre, es poco habitual, ya que, entre otras cuestiones, no encuentran jocoso o chocante vestirse de varón.