Con un lapsus que ha originado incluso una crisis interna en Coalición Canaria (CC), El Museo Canario ha ocupado durante los últimos días la actualidad en el Archipiélago, lo que conviene a sus regidores para denunciar el olvido al que han sido sometidos por parte de las administraciones públicas.
Un grupo de intelectuales encabezados por el doctor Gregorio Chil y Naranjo fundó en 1879 El Museo Canario, que pronto se convirtió en templo de desarrollo científico y cultural y en uno de los atractivos turísticos de la ciudad. Menos de un siglo después, en la década de los 50, la situación económica por la que pasaba el organismo derivó en que las administraciones públicas comenzaran a aportar unos fondos que volvieron a acercar su actividad al pueblo y le ayudaron a obtener la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1980 y el Premio Canarias de Acervo Histórico en 1996.
Con el paso de los años, las administraciones han ido desentendiéndose de un Museo que, según señala el vicepresidente de la entidad, Manuel Lobo, presta un servicio público. A pesar de que el Cabildo grancanario es el único que ha mantenido su aportación, Lobo recuerda que en la época en que José Miguel Pérez ocupaba la Presidencia de la Institución insular y Luz Caballero dirigía el área de Cultura y Patrimonio “intentaron ahogar el Museo”. Algo que no ocurrió, tras “una batalla que dio buenos resultados”.
No sucedió así con la inversión del Ayuntamiento capitalino, que disminuyó considerablemente, – aunque, según Lobo, tiene visos de ascender a los 100.000 euros el próximo año - pero no tanto como la del Gobierno de Canarias, que directamente la suprimió.
Para poder sobrevivir, la institución no solo llegó a acuerdos con empresas privadas, sino que además acometió en 2010 un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que contó con una duración seis meses. “Logramos sobrevivir ese año, que fue el peor de todos”, apostilla el director del centro, Diego López.
Otra de las fuentes de financiación de la entidad pasa por su patrimonio. De hecho, gracias a la expropiación de parte de una de las fincas donadas por el doctor Chil y Naranjo para construir la carretera de Agaete “vamos tirando”.
Lobo señala que, en la actualidad, las cuentas del organismo están saneadas y, aunque la actividad del centro es menor que hace unos años, las puertas se mantienen abiertas de 09.00 a 22.00 horas casi todos los días del año. “Hemos recortado en publicaciones, conferencias, cursos, entre otras cosas”, puntualiza López.
Hay que tener en cuenta que el centro, pese a cobrar entrada para su visita, ofrece servicios de biblioteca, hemeroteca y además funciona como el único museo arqueológico de la isla. Con lo que todos los años sus paredes albergan hasta 250 cajas repletas de hallazgos.
Sin embargo, la meta de la directiva no pasa por seguir dependiendo de las administraciones públicas. En ese sentido, López afirma que “seguimos buscando financiación privada, estamos recibiendo ayudas que antes no recibíamos, como la de patrocinadores particulares”.
De hecho, López apunta que “estamos a punto de conseguir vías alternativas de financiación importantes”. “Nuestro interés es no seguir dependiendo, en una medida tan importante, de la financiación pública”, añade.
La corrección de Rojas
López indica que hasta el año 2008, la Administración regional aportaba 255.000 euros, cantidad que se rebajó a los 150.000 dos años después, a 75.000 en el 2012, mientras que en el pasado y presente año se suprimió.
La consejera de Cultura del Gobierno regional, Inés Rojas, no solo ha tenido que desdecir que mantuviera contacto con el fundador de El Museo Canario, sino que además ha incorporado al parecer, según dice Lobo, una partida de 22.000 euros en los presupuestos destinada a la entidad. Una cifra que el vicepresidente califica de “tomadura de pelo”.
López asegura haber trasladado a Rojas en una reunión celebrada el pasado mes de junio que “el museo no viene a pedirle limosna, ni una subvención porque sí, les pido que nos retribuyan por el servicio que le presta el Museo al Gobierno”, en referencia a la recepción, tratamiento y almacenamiento de los hallazgos arqueológicos insulares.
Un material que “tenemos que custodiar, conservar, poner a disposición de los investigadores, revisar los inventarios y las memorias de las entregas y eso tiene un coste”. “Lo que yo le pido a Rojas no es que me reponga la subvención, ni que me de una limosna, sino que nos retribuya por ese servicio que prestamos”, insiste.
El director puntualiza que también se ha puesto en contacto con la viceconsejera de Educación para pedir una ayuda, puesto que no cobran entrada a los cerca de 12.000 niños que componen las visitas escolares del Museo, sin embargo, “me dio la callada por respuesta”.
Tema a parte es la ampliación de las instalaciones del Museo, que se encuentran adaptadas a todo tipo de visitantes y no se han podido abrir, en gran parte, porque el Ayuntamiento capitalino no ha ingresado su parte de financiación apalabrada en la época en que Josefa Luzardo estaba al frente del Consistorio.
“El Museo Canario está ahora mismo tratando de vender una propiedad que tiene para terminar la primera fase de la obra. Es una operación que pensábamos reservar para hacer la tercera fase”, señala López. El director cree que una vez abiertas las instalaciones “la gente se entusiasmará y volverá a venir al Museo. Es comprensible que no venga tanto ahora, porque siempre tenemos la misma sala y la misma exposición”.