Desde que pisan el recinto ferial de IFEMA, los familiares de las víctimas del avión de Spanair siniestrado este miércoles en Barajas se enfrentan a un duro proceso para el reconocimiento de los cuerpos de sus allegados, y cualquier pista puede ayudar a los forenses en las labores de identificación.
Tras entrar por el acceso norte de IFEMA, los familiares son conducidos a una de las cuatro salas que están divididas por orden alfabético, y allí les espera un psicólogo que les intenta poner en situación tras explicarles que deben aportar la mayor cantidad de datos posibles sobre el familiar para facilitar la identificación del cuerpo a los expertos forenses.
Un psicólogo del Samur-Protección civil ha explicado en declaraciones que “cualquier dato” puede servir para la identificación del cadáver, de manera que un tatuaje, una prótesis dental o un simple anillo, pueden ser pistas que posteriormente son contrastadas con la información que poseen los forenses.
Posteriormente, uno de los familiares o un algún allegado a la familia se ofrece como voluntario para acudir al pabellón 6 de IFEMA, en el que están depositados los cadáveres, y después de observar el cuerpo calcinado debe confirmar si es o no la persona que busca la familia.
Según ha comentado un testigo presencial, en el pabellón seis de IFEMA hay cerca de un centenar de cadáveres que están distribuidos a lo largo de la zona con dos o tres metros de separación entre ellos, algunos están cubiertos y otros totalmente descubiertos, por lo que se pueden observar los restos calcinados.
Otros familiares menos afortunados tendrán que reconocer cuerpos seccionados y mutilados en varios pedazos que se encuentran en estado casi irreconocible, relata este testigo, quien también asegura que algunos de los cadáveres yacen en bolsas plásticas que apenas sobrepasaban el medio metro.
Frente a los cadáveres se han colocado sillas, y dentro del pabellón 6, que mide más de 7.000 metros cuadrados, hay suficiente espacio para improvisar un laboratorio policial en el que los vehículos y furgones de los servicios funerarios y policía científica entran y salen constantemente.
Pero “el calvario psicológico”, frase utilizada por algunos de los psicólogos, empieza cuando la persona asume que ha perdido a un familiar, y a medida que avanza el tiempo se agudizan más las crisis emocionales.
Mientras algunos familiares aún caminan desconcertados por el interior del recinto en busca de algún tipo de consuelo, otros parecen haber asumido el duro trago y descansan en un área habilitada en la parte superior de las afueras del pabellón 8, en una zona que cuenta con un 'catering' improvisado y en la que decenas de psicólogos, voluntarios, médicos y asistentes sociales están a disposición de los afectados.
Otra improvisación, consecuencia de este trágico accidente, ha sido la misa celebrada hoy por la mañana a las 11.30 horas, poco antes de la visita de los Reyes de España, y que ha estado oficiada por el obispo auxiliar de Madrid, César Franco, el obispo de Canarias, Francisco Cases, y una veintena de sacerdotes.
La misa se ha celebrado sin la presencia de autoridades políticas conocidas, a excepción del consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados.