Las circunstancias que rodean la sentencia de muerte de Fernando Gómez González en la causa 193 del año 1936 nunca han quedado claras a su familia. Albañil de profesión, la falta de trabajo en Málaga en aquella época le motivó a trasladarse junto a su mujer y su hijo a Sidi Ifni, donde tuvieron otra niña. Tras el golpe de estado, fue condenado a pena de muerte al mismo tiempo que otros 20 hombres que fueron llevados desde la que era colonia española hasta Gran Canaria y fusilado en el campo de tiro de La Isleta el 22 de octubre de ese año. Su nieta Ana trata de recomponer todos los entresijos de la historia y su hija Isabel, de 82 años, mantiene la esperanza de encontrar los restos mortales de su padre.
Por los testimonios de otros compañeros que estuvieron en Sidi Ifni se conoce que Fernando Gómez tenía el carné de sindicalista de la CNT, algo que en la República era totalmente legal. Aparte de ese detalle, Isabel no entiende en qué se basaron para apresarlo y condenarlo después a muerte. Del Consejo de Guerra que se le llevó a cabo, se desprende que tanto él como otros seis civiles y catorce militares fueron condenados por el delito de “rebelión” a la pena máxima. Su nieta Ana lamenta que en realidad eran los golpistas quienes habían conspirado contra el sistema, pero a su abuelo lo acusaron precisamente de ello, de conspirar.
Gracias al blog del historiador canario Pedro Medina Sanabria, la familia ha podido conocer más de la historia de la ejecución de Fernando Gómez, como a su vez relata el mismo autor en el libro Isleta, Puerto de La Luz: campos de concentración. Durante la vista que se celebró a los conocidos como los 21 de Sidi Ifni el fiscal subrayó que estos hombres no se sumaron a la causa nacional y destacó los “intentos para que el batallón de Tiradores y Caides del Territorio siguieran fieles al Gobierno de la República”.
Según se recoge en ese mismo libro, este fusilamiento fue el mayor de los que tuvieron lugar en el campo de tiro de La Isleta, donde incluso se asesinaron a dos hermanos juntos. Otro de los hechos escalofriantes es la manera en la que fueron transportados: en un camión desde el lugar de la ejecución hasta la fosa común del Cementerio de Vegueta de Las Palmas de Gran Canaria. En total, un camino de unos siete kilómetros en los que el vehículo pasó por delante de las principales calles de la capital, como Juan Rejón, Albareda, León y Castillo o Triana tiñéndolas de la sangre que iba derramando a su paso. Un recorrido que llenó de miedo a las personas que lo presenciaron.
Ahora, con el estudio que está elaborando una comisión de expertos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria con el fin de exhumar esta fosa, la familia espera recuperar los restos mortales de Fernando Gómez. Ya se han hecho las pruebas de ADN con el fin de crear un banco que más adelante permita constatar si Fernando Gómez está entre las víctimas enterradas en este cementerio.
Años de incertidumbre
La mujer de Fernando Gómez había abandonado Sidi Ifni unos meses antes del golpe de estado debido al estado de salud de su hija, que necesitaba ser valorada por un especialista. Se trasladó a Málaga con sus dos hijos y al llegar a Andalucía supo que estaba embarazada de Isabel, que nació el 14 de noviembre de 1936 y nunca llegó a conocer a su padre.
Fueron unos años muy duros para la familia, durante un tiempo se dio a Fernando como desaparecido hasta que más tarde llegó el certificado de defunción, que apenas explicaba las circunstancias de la muerte pero en el que sí que se recogía que se había celebrado un juicio y que había recibido sepultura en Las Palmas de Gran Canaria. Más tarde, su madre tuvo que pelear para conseguir la pensión de orfandad de los niños ya que el matrimonio se había casado por lo civil, y estos casamientos no eran válidos por el franquismo.
Isabel asegura que su madre le hablaba con cariño de él. Le contaba que era un hombre justo, bueno y avanzado para la época. Explica que nunca se sintió discriminada por crecer sin padre, además, otras niñas de la época estaban en su misma situación, aunque sí reconoce que le daba cierta envidia cuando veía a otras niñas que sí iban de la mano de un padre. Con mucho sacrifico, su madre trabajó interna de cocinera para que sus tres hijos pudieran ir al colegio.
Ana subraya que es necesario mantener vivas las historias de represaliados del franquismo para que no se vuelvan a repetir. Lamenta que al vivir tan lejos de Canarias les haya sido más difícil dar con toda la información y recuerda que su comunidad autónoma, Andalucía, cuenta con una ley muy avanzada de Memoria Histórica y se han llevado a cabo exhumaciones de fosas comunes. En su caso, solo le queda esperar noticias de lo que ocurra en la de Las Palmas de Gran Canaria.
La historia de la familia Gómez es muy parecida a la de Jesús Moreno. Ambos eran civiles que residían en Sidi Ifni y fueron condenados en el mismo juicio militar junto a otros 19 hombres por el delito de “rebelión”. Otros militares y civiles fueron condenados ese mismo día a entre 8 y 24 años de prisión.
La hija y la nieta de Moreno están siguiendo con interés todas las novedades de la fosa común de Las Palmas, ya que esperan poder recuperar los restos mortales de su familiar para darle una sepultura digna, cerrar el círculo de esta historia y sobre todo, para que algo así nunca vuelva a suceder.