Cuatro de cada cien siniestros declarados en Canarias en el año 2012 fueron un engaño, el doble que en 2009 y un 72 por ciento más que en 2011, según el segundo Barómetro del fraude en el seguro de autos de Línea Directa.
En España, la estimación del coste total del fraude para el ramo de autos ha aumentado en casi un 30% respecto al Barómetro anterior, superando la barrera de los 1.000 millones de euros, una cantidad que equivale a tres veces la suma de los cuatro planes PIVE de ayuda a la compra de vehículos.
Francisco Valencia, director de Gobierno Corporativo de Línea Directa, revela que de acuerdo con los datos que maneja la compañía, cada asegurado abona anualmente un 16% de más en su póliza por culpa de los conductores que defraudan al seguro. Esto supone que de los 230 euros que un conductor paga de prima media por un seguro a terceros (el más común durante la crisis), 38 euros corresponden a los costes asociados al fraude, un 52% más que hace dos años.
Intentar incluir dentro de un parte daños ajenos al accidente sigue siendo el fraude más común en España, alcanzando el 74% del total de los casos. Los fraudes cometidos por los proveedores (11%), los montajes (9%) y querer hacer pasar como un golpe una avería mecánica (2%) le siguen a más distancia.
En lo referente a las lesiones, la simulación de lesiones copan el 98% de los casos, mientras que declarar lesiones preexistentes al accidente suponen un 2% de total de los intentos de estafas.
Por debajo de la media
Sin embargo, lo que más preocupa a las compañías de seguros es el fraude organizado a gran escala, tanto por su elevado coste económico como por su gran peligrosidad social. Además, este tipo de fraude organizado precisa de la connivencia de determinados proveedores como talleres de reparación, peritos, médicos o abogados y aunque el número de partes fraudulentos de bandas organizadas sea menor, su cuantía económica es mucho mayor.
En cuanto al perfil del defraudador, se mantiene estable respecto al estudio de 2011: jóvenes menores de 26 años y pymes, dos colectivos muy afectados por la crisis. Sin embargo, su evolución es diferente: mientras que la frecuencia de jóvenes que engañan al seguro sube 6 puntos, las empresas bajan alrededor de 5.
Por meses, julio, que coincide con un periodo vacacional, es el que más fraude registra, con un 12%. Por el contrario, febrero es el menos con menos estafas, con apenas un 5,7% del total.
A nivel nacional, Jaén, Ciudad Real y Murcia son los territorios donde esta práctica es más habitual, mientras que Ávila y Huesca son los que menos estafas registran. Por debajo de la media nacional también se sitúan las provincias de Santa Cruz de Tenerife (3,9%) y Las Palmas (4%).
El importe medio de cada intento de estafa ronda los 885 euros, una cifra que superan once provincias. Entre ellas, destaca Pontevedra, con un coste que triplica la media nacional: 2.858 euros. En el lado contrario vuelve a estar Ávila, con una media de 110 euros, ocho veces menos que la media general.
Las provincias canarias también se sitúan por debajo de la media nacional con un importe medio de 448 euros en el caso de Santa Cruz de Tenerife y de 470 euros en el de Las Palmas.
Opinión sobre el fraude
Casi 3 millones de conductores (10,7%) reconocen haber cometido un fraude al seguro alguna vez en su vida, un tanto por ciento algo más bajo en el caso de Canarias (9,9%), y cerca de 9 millones (33%) no lo consideran especialmente grave, un porcentaje que desciende hasta el 28,4% en el archipiélago.
Asimismo, otros 8 millones de conductores españoles (30%) no dudarían en participar en esta estafa si tuvieran la seguridad de quedar impunes, un 28,2% en el caso de los canarios. Las razones de ello, son, en opinión de los conductores españoles, de índole cultural, ya que el 70% de los encuestados achaca a nuestra idiosincrasia la tendencia a engañar a la compañía de seguros.
Sin embargo, los niveles de fraude son equiparables al detectado en otros países, como Reino Unido o Estados Unidos, donde, según la Coalition Against Insurance Fraud, el 66% de los conductores consideran que no es especialmente grave defraudar al seguro.
En cuanto a los objetivos de los defraudadores, el 26% para arreglar un daño para el que no se tenía cobertura, mientras que el 11% encuentra una “sólida” justificación moral en que “lo hace todo el mundo”.