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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La etnia peul clama por el fin del genocidio de su pueblo en Malí: “Todos los días violan mujeres, matan niños y queman aldeas”

Decenas de hombres armados irrumpieron el pasado 23 de marzo en la localidad de Orossogo, en Malí, para acabar con más de 130 personas y herir a otras cincuenta. Iban vestidos con prendas de cazadores, el atuendo propio de la etnia dogon. Todas las víctimas formaban parte de la etnia peul, también llamada fulani. Estos indicios conducen a vincular la masacre con un conflicto interétnico que asola el país africano desde hace seis años entre los peul, un pueblo agrícola y ganadero, y los dogon, cazadores. “El gobierno maliense, con la colaboración de las autoridades francesas, ha hecho creer a la población que los peul están relacionados con el yihadismo”, asegura Hamath Samba, miembro de la asociación Tabital Pulaaku . Esta organización, que agrupa a la diáspora peul en todo el mundo, también está presente en Canarias y ha protagonizado este sábado una concentración en la Plaza de la Feria, en la capital grancanaria, bajo el lema “Stop Genocidio en Malí”.

Samba explica que los peul han sido históricamente ganaderos, sin cobertura social ni seguridad. Además, insiste en que no están dispuestos a aceptar que el gobierno francés se lleve la gran cantidad de recursos con los que cuentan en los territorios donde se asientan mientras venden armas a las autoridades malienses para que “acaben con su gente” y lograr así conquistar esas zonas. “Violan a las mujeres y luego las asesinan, igual que matan a los niños, a los hombres y los ancianos”, lamenta el miembro de Tabital Pulaaku .

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se pronunció ante la masacre del pasado mes de marzo, afirmando que se encontraba “horrorizado”. Además, pidió a las autoridades del país que hicieran una rápida investigación para identificar y entregar a los perpetradores. Por su parte, el representante de Francia en la organización internacional, François Delattre, calificó lo sucedido como un ataque “atroz”, en una comparecencia en la capital de Malí, Bamako.

Otra de las reivindicaciones de la asociación versa sobre el “control” que ejerce Francia, antigua metrópoli del país africano, sobre las decisiones del gobierno maliense y sobre la estructura social del Estado. “El actual presidente no puede hacer nada sin el permiso de las autoridades francesas”, señala Samba. La permanencia del franco CFA como moneda de Malí y del francés como lengua oficial son para el activista ejemplos de la herencia que la colonización ha dejado en el continente.

Sin embargo, considera que la relación que existe entre la antigua colonia y el país europeo es “aún peor” que la colonización y que se fundamenta en el expolio de recursos, cuyos beneficios económicos no redundan en la población. “La etnia peul no quiere formar parte de este vínculo que pretende anular la riqueza cultural del país y lucha por mantener sus particularidades”, apunta.

Fosas comunes, aldeas incendiadas e intentos diarios por acabar con la etnia peul es la rutina que denuncia la asociación. Según Tabital Pulaaku, este pueblo ya ha sido perseguido y reprimido en otros países del Sahel, como Mauritania o Guinea-Bisáu. “No hay día que no haya crímenes para perpetuar este genocidio”, concluye Samba.