El presidente del Cabildo, Antonio Morales, ha subrayado este sábado el “firme compromiso” de la Institución insular en coordinación con ayuntamientos, población local y el conjunto de las entidades y colectivos de la cumbre para “fijar a la gente al territorio” a través de la dinamización socioeconómica en el seno del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, además de para preservar los valores “que nos identifican como pueblo”.
“Sin gente, esta riqueza no tiene futuro, porque podemos quedarnos con la postal del paisaje, pero habremos perdido el alma de las personas y la fuerza de esta cultura”, agregó Morales en la Plaza de San Matías de Artenara ante casi trescientas personas. Pertenecían en su mayoría a pueblos y pagos de la cumbre, que acudieron a la celebración del tercer aniversario de la declaración del 7 de julio de 2019 en el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco celebrado en Bakú, capital de Azerbaiyán.
“El Patrimonio Mundial no es solo un mérito o un diploma, sino un enorme compromiso de futuro, y por eso estamos trabajando de manera unida”, declaró Morales, que agradeció la implicación de los ayuntamientos de Artenara, Tejeda, Gáldar y Agaete e indicó que están en marcha proyectos e inversiones por más de 12 millones de euros “para seguir haciendo posible esto”.
El presidente del Cabildo matizó que “lo que más asombró al mundo es que siguen vivas muchos de estos elementos” e instó a aferrarse a la importancia de conservar este patrimonio e impulsar nuevos proyectos. En este punto, recordó la figura de personas emprendedoras como el fallecido Miguel Medina, “que ya forma parte de la memoria de estas Montañas Sagradas”, alusión que fue recibida con una cerrada y emotiva ovación. También tuvo palabras de agradecimiento para Pedro Melián, que traspasó al Cabildo la icónica cueva número 6 del yacimiento de Risco Caído, el marcador lunisolar, o a Juan Cubas, “por entregarnos como un tesoro la Cueva de la Paja”, junto a otras familias que hicieron un punto y aparte en su herencia familiar para dejarla en manos del conjunto de la ciudadanía isleña.
El alcalde de Artenara, Jesús Díaz, agradeció la colaboración del Cabildo y del Instituto del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera y coincidió en que “son las personas las que han hecho el Patrimonio Mundial” y destacó la necesidad de la colaboración institucional para que este territorio “resalte y salga adelante”. Su homólogo de Tejeda, Francisco Juan Perera, confesó que aquel 7 de julio casi se le saltaron las lágrimas. “Ahora es el momento de decirle a la gente que estamos con ellos y con ellas para que las medianías altas y la cumbre no se vengan abajo”, resaltó. El concejal de Agaete Julián Rosario se unió a estos mensajes.
Por su parte, el alcalde de Gáldar, además de consejero de Presidencia y Patrimonio Histórico del Cabildo, Teodoro Sosa, proclamó que “este legado nos anima a seguir adelante. Los que se quedan a vivir aquí son los valientes que mantienen una forma de vivir. Tenemos una vasija llena de oro que conservar con la coordinación de todas las instituciones, pero lo más importante es la unión ciudadana”.
“Este Patrimonio Mundial que nos sitúa junto a las pirámides de Egipto o las cuevas de Altamira lo han hecho fundamentalmente ustedes y sus ancestros”, insistió el director técnico del Paisaje Cultural, José de León, ante la audiencia, en su mayor parte habitantes de El Carrizal, Juncal, Los Hornillos, Lugarejos y prácticamente todos y cada uno de los pagos de la cumbre.
Además, se hizo la entrega simbólica a los municipios de los cuatro ayuntamientos que integran el Patrimonio Mundial, Artenara y Tejeda en su totalidad y los altos de Gáldar y Agaete, de los diplomas oficiales de la Unesco, además de al Instituto, recogido de manos de su gerente, José Armengol.
El Cabildo otorgó a la cita un carácter festivo y centrado en dar protagonismo a las personas que habitan el Paisaje Cultural y que mantienen el territorio, su esencia y tradiciones centenarias. En algunos casos, estas costumbres mantienen un hilo directo con la antigua sociedad canaria, que alumbró una particular cultura atlántica que evolucionó aislada durante más de 1.500 años a partir de su origen amazigh. Y lo hizo con los pies en la tierra, su hogar en la matriz de las montañas y barrancos, y la mirada en los astros para medir el tiempo.
No en vano, esta huella prehispánica, y su continuidad a través de manifestaciones culturales, de la agricultura a la alfarería, explica el Cabildo en una nota, resultó clave en la decisión de la Unesco. Además de en la etnografía, el sello se aprecia en el extraordinario conjunto de yacimientos arqueológicos que abarcan poblados en cueva, templos, graneros fortificados, cuevas pintadas y áreas de grabados. Es el libro de piedra que relata esta odisea, un testimonio de las ancestrales culturas insulares del planeta.