Todo el que visita la cumbre de Gran Canaria se sobrecoge al contemplar al otro lado del mar la majestuosidad del Teide, aun a cien kilómetros de distancia, pero pocos saben que sobre el suelo que pisan se levantaron durante millones de años dos volcanes de unas proporciones muy similares.
La revista Geomorphology acaba de publicar un trabajo de cinco investigadores del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia y las Universidades de Budapest, Complutense de Madrid y Las Palmas de Gran Canaria que han logrado reconstruir en 3D los míticos volcanes de Fataga (desaparecido hace 8,8 millones de años) y del Roque Nublo (que se desmoronó hace 2,9 millones de años).
Los responsables de esta investigación han identificado en diferentes puntos de Gran Canaria una serie de restos geológicos de aquellos dos volcanes que permiten reconstruirlos en el ordenador a partir de técnicas avanzadas de geomorfología y que revelan dos colosos de entre 3.300 y 3.000 metros de altitud (más de un kilómetro por encima del Pico de las Nieves, el techo de la isla).
En realidad, aquellos dos volcanes llegaron en segundo y tercer lugar a la historia geológica de Gran Canaria, porque se apoyaban sobre los cimientos de otro mucho más antiguo, el que construyó el “escudo” que hizo emerger del océano Atlántico a la isla.
Las proyecciones de tamaño que estos investigadores dan a conocer en Geomorphology muestran dos conos cuyo volumen ronda los 1.000 kilómetros cúbicos, “comparable con las dimensiones de los mayores estratovolcanes terrestres existentes en la actualidad”.
Es decir, con un volumen muy semejante al de volcanes como el Etna, en Sicilia (Italia, 3.550 metros), el Shiveluch (Rusia, 3.307 metros), el Teide (Tenerife, 3.718 metros) o del propio monte Fuji (Japón, 3.776 metros), ha señalado el geólogo Jorge Yepes, del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, uno de los firmantes del artículo.
De hecho, los responsables de esta investigación calculan que los conos volcánicos del Fataga y el Roque Nublo tendrían por sí solos más volumen que todo el territorio emergido actual de la isla de Gran Canaria, que se cifra en unos 818 kilómetros cúbicos.
El último de esos volcanes, el Roque Nublo, desapareció del mapa medio millón de años antes de que los primeros individuos del género “Homo” pisaran el planeta, como consecuencia de unas sucesión de explosiones tan violentas, que consiguieron resquebrajar su ladera y provocar que toda la montaña se derrumbara.
“Sin embargo, todavía hoy se reconocen grandes bloques procedentes de esa catástrofe en Ayagaures, Arguineguín y Jinámar e, incluso, mar adentro, a 15 kilómetros de la costa”, apunta Yepes.
Con el patrocinio de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), los responsables de este trabajo sobre la geología de Gran Canaria han volcado sus descubrimientos en una georruta que permite a cualquier visitante de la isla seguir los vestigios de los antiguos volcanes con la ayuda del móvil.