El tren de Gran Canaria continúa avanzando para ser una realidad que una a la capital de la isla con Maspalomas, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, en un tramo ferroviario de 57 kilómetros, con 11 estaciones. Todos los proyectos están acabados y solo falta la aprobación de la totalidad de los planes, estudios o diseños para poder pasar a una siguiente fase en la que comenzaría la ejecución material, es decir, el inicio de la expropiación del suelo, tanto rústico como urbano, por el que pasaría el tren.
El punto de partida es el parque de Santa Catalina con destino a San Telmo, Jinámar, Telde Aeropuerto, Ingenio, Agüimes, Vecindario, San Agustín, Playa del Inglés y Maspalomas. El trayecto en algunos puntos, como en la ciudad capitalina cuando confluye con la GC-1, será subterráneo y unirá en unos 40 minutos Las Palmas de Gran Canaria con Maspalomas, en el caso de la línea que pare en todas las estaciones; la línea directa recorrería ese trayecto en 20 minutos.
Dado que el proyecto aún está pendiente de ser aprobado en su totalidad, no es posible estimar cuando empezarían las obras. Lo que sí se sabe es el coste total de la inversión: alrededor de 1.500 millones de euros, una cantidad que aún se desconoce de donde se obtendría, lo que convierte la financiación en uno de los principales problemas para llevar a cabo la obra. Hasta ahora, fruto de un convenio entre el Ministerio de Fomento y el Cabildo de Gran Canaria, desde 2009 se han invertido más de 20 millones de euros en estudios y análisis de mercado.
La idea de construir un tren en Gran Canaria comenzó a tomar forma durante el mandato de 2007 a 2011 del socialista José Miguel Pérez y el entonces vicepresidente Román Rodríguez (Nueva Canarias), quien también ocupaba la Consejería de Desarrollo Económico, Obras Públicas e Infraestructuras.
En 2009 se constituyó desde el Cabildo la empresa Ferrocarriles de Gran Canaria dentro de la Autoridad Única de Transporte de Gran Canaria y se empezaron a hacer los primeros esbozos concernientes al diseño, el recorrido, las estaciones, el coste o la viabilidad. Ese mismo año, cuando Rodríguez y Pérez presentaron la maqueta del ferrocarril en el parque de San Telmo de la capital grancanaria, se atrevieron a anunciar que la obra que uniría la capital con Maspalomas sería una realidad en 2015.
Un proyecto deseado y criticado
“El tren no vio la luz en 2015 porque lo impidió la crisis económica, en la época en la que yo participaba en el gobierno del Cabildo de Gran Canaria tropezamos con una crisis que adquirió dimensiones históricas y falló la financiación pública” recuerda el líder de Nueva Canarias, Román Rodríguez.
El también diputado regional explica que, como consejero de Desarrollo Económico, Obras Públicas e Infraestructuras, inició junto al equipo de gobierno “un debate en Gran Canaria” y “la planificación territorial, que quedó concluida en esa etapa”, también firmaron el convenio con el Ministerio de Fomento “y como consecuencia se nos transfirieron 24 millones de euros” y crearon “una entidad pública para la gestión de este gran proyecto”, es decir, Ferrocarriles de Gran Canaria.
Rodríguez rememora que su equipo de gobierno encargó “el proyecto de trazado y el de estaciones”, pero no le dio tiempo de hacer lo mismo con “el proyecto del parque eólico que sustenta la energía renovable 100% que tendría la obra”. Pues en 2011 finalizaría su etapa en la Corporación insular y entraría el Partido Popular.
Antes de llegar a la presidencia del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna consideraba que el tren no era una prioridad, pero durante su mandato al frente de la Corporación (2011-2015) los proyectos continuaron avanzando a pesar de no contar con la declaración de impacto medioambiental del Gobierno de Canarias. Cuando el fundador de Unidos Por Gran Canaria fue acercándose al final de su gobierno, habló de la necesidad de relanzar el tren tras años estancado debido a la crisis económica y la falta de fondos públicos previstos para destinarlo a su desarrollo.
En 2015 entraba a gobernar el Cabildo el tripartito formado por Nueva Canarias, PSOE y Podemos, con Antonio Morales al frente, quien anunciaba al inicio de su mandato que no se podría continuar con el proyecto por falta de recursos económicos. Sin embargo, en 2016 ya todos los proyectos estaban finalizados sobre el papel y ahora están pendientes de algunas modificaciones para ser validados.
El propio Morales reconocía en una charla-coloquio en Canarias7 durante el pasado mes de febrero de este año que era contrario al tren y que tenía dudas en cuanto a su necesidad, pero cambió de idea porque ahora lo ve “como una oportunidad”, ya que una parte del recorrido del tren “se movería con energía limpia con la creación de una planta fotovoltaica en Arinaga”.
El consejero de Transportes del Cabildo de Gran Canaria, Juan Francisco Trujillo, tiene claro que el tren es “vital” para el futuro de la movilidad en la isla porque cree que ayudará a descongestionar la GC-1, que a su juicio está al borde del colapso y es insostenible.
Por otro lado, voces contrarias al proyecto se han alzado durante estos años en contra del proyecto. Ben-Magec Ecologistas en Acción organizó incluso un seminario para debatir la viabilidad del tren en Gran Canaria y “todos coincidían en que no tenía encaje en la isla por los costes o el impacto territorial”, recuerda el portavoz de la organización, Eugenio Reyes.
Desde Ben-Magec consideran que el tren no servirá para mejorar la movilidad porque concentrará a la población en las estaciones donde pare pues “nuestra orografía es compleja y los trenes no suben a San Mateo ni a Santa Brígida”. Además, “el proyecto actual no está planteado con renovables, sino que depende de la central eléctrica”.
Reyes apuesta por usar las infraestructuras ya existentes y apostar sobre todo por las guaguas porque “es un sistema de movilidad flexible, genera más empleo y da mayor accesibilidad a la población, porque la reparte por el territorio y evita la congestión”.
En cualquier caso, se trata de una obra que, aunque hay un gran trabajo de años por parte de la empresa Ferrocarriles de Gran Canaria, está solo sobre el papel y sin fecha para empezar a ejecutar la parte material del proyecto. No se sabe con seguridad si la isla tendrá o no su tren, pero sí que, de realizarse, precisa un gran desembolso económico que aún se desconoce de donde vendría porque, como recuerda Román Rodríguez, la obra del tren “estaría finiquitada en cuatro años una vez empezada; ahora han acabado los proyectos y solo queda la financiación”.