Granadilla, el puerto más polémico de Canarias, se limita a reparaciones y mercancías sin contenedores casi cinco años después de su inauguración
En febrero de 2020, el presidente de Puertos del Estado, Salvador de la Encina, confió en que el puerto industrial de Granadilla estaría a pleno rendimiento este año. La polémica infraestructura ubicada en el sureste de Tenerife se inauguró de manera oficial en marzo de 2018 con la presencia del expresidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy. La obra tardó 17 años en ejecutarse, pues tuvo enfrente una de las mayores luchas en Canarias por la protección de la naturaleza y en contra del despilfarro de dinero público. La sociedad civil logró que las dimensiones del macropuerto se redujeran hasta la tercera parte del proyecto previsto inicialmente y que no se pudiera destinar a albergar una regasificadora para introducir el gas como combustible en la Isla. Hoy, el puerto de Granadilla continúa “inacabado”, tal y como reconoce la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, y registra escasos trabajos porque “no es posible que esté en disposición de acoger la actividad que alberga un puerto completamente ejecutado”.
La razón que esgrimieron las instituciones canarias que impulsaron y defendieron el proyecto fue la necesidad de descongestionar el puerto de Santa Cruz de Tenerife, alegando que este no era ampliable (aunque posteriormente se llevó a cabo el aumento del tamaño de la línea de atraque y la dársena del este). Sobre el papel, el muelle de Granadilla era la ubicación más idónea para captar parte del tráfico de mercancías que llegaba a la capital, además de asumir otros nuevos al estar situado junto a un polígono industrial y mirando hacia la provincia oriental de Canarias. Pero la realidad es que en los seis años que lleva activo es el muelle con menor movimiento de mercancías de los 11 que gestionan las dos autoridades portuarias provinciales.
Por ejemplo, el puerto de Arinaga (sureste de Gran Canaria), que también nació con rechazo social por su afección al medio ambiente, estuvo años inactivo y planteaba albergar una regasificadora, supo reiventarse y registra una gran actividad, con todas sus líneas de atraque ocupadas por empresas. En 2022, se movieron 266.508 toneladas de mercancía, mientras que en Granadilla fueron 61.515 toneladas. En conjunto, desde 2017 al año pasado, el muelle del sureste de Tenerife registró un movimiento de 167.520 toneladas de mercancía, según datos facilitados por la Autoridad Portuaria de la provincia occidental. En concreto, “carga de chatarra y operativas de descarga de piezas de aerogeneradores eólicos y de gas propano, en general mercancías especiales que no pueden ser contenerizadas debido a su gran tamaño”.
Además, el Puerto de Granadilla también ha acogido algunas reparaciones navales. En octubre de 2019 atracó en el muelle el mayor buque del mundo en mercancías: el Pioneering Spirit, que nunca había podido atracar en ningún puerto debido a sus gigantescas dimensiones. Durante cuatro meses, se acometieron trabajos de reparación naval, como ampliación de la capacidad de carga o el mantenimiento de seis de sus hélices. Para ello, el armador del buque contrató a la empresa Tenerife Shipyards, del grupo Hidramar, que reconoció que el muelle era el lugar idóneo por su inactividad, ya que permitía la maniobrabilidad sin afectar a la operatividad.
La Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife también ha recordado que el muelle de Granadilla ha acogido “estadías en larga estancia”, citando la plataforma petrolífera Ocean Greatwhite y la de mantenimiento Q7000. “Sus armadores eligieron dicha instalación para diferentes puesta a punto de dichas unidades”, indica el ente público. A ellos se suman la escala que hizo el Global Mercy, el mayor buque hospital existente de la organización humanitaria Mercy Ships, para poner a punto sus servicios y equipamiento antes de partir a Dakar (Senegal).
Que no está acabado no es el único motivo por el que el muelle ha registrado tan poca actividad desde 2018, cuando tuvieron lugar las primeras operativas. El fuerte viento de la zona dificulta el atraque de los barcos o las reparaciones navales. A mediados de 2019 surgió la polémica porque la Autoridad Portuaria quería trasladar de Santa Cruz de Tenerife tareas de mantenimiento y reparación a Granadilla ante el rechazo de trabajadores de Tenerife Shipyards por las malas condiciones climatológicas y el hecho de que el muelle no estuviese finalizado. Incluso el alcalde de Granadilla, José Domingo Regalado, (Coalición Canaria) ha reconocido que con el puerto “se ha engañado a la gente”, durante una entrevista el pasado mes de diciembre en Diario de Avisos.
Completar el muelle de Granadilla costará 457 millones de euros
Cuando se concibió, la infraestructura estaba pensada para ocupar cinco kilómetros de la costa, con diques que se adentraban hasta el mar más de un kilómetro y medio. Tras las protestas sociales sus dimensiones se redujeron considerablemente y, actualmente, las obras ejecutadas comprenden el dique de abrigo, el contradique o las del propio muelle, que han supuesto una inversión de 225 millones de euros. Durante una exposición en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife el pasado mes de diciembre, el presidente de la Autoridad Portuaria, Carlos González, señaló que en superficie el área portuaria ocupa 60 hectáreas, a la que se suma la zona de reserva de 180 hectáreas -donde se proyecta una urbanización y cuyos terrenos aún están por expropiar- y, colindante, se ubica el área industrial del polígono de Granadilla, de unas 700 hectáreas.
Durante los últimos tres años, se están ejecutando en el área portuaria el desvío del cauce de un barranco, las obras viarias, la instalación de redes básicas o la construcción de los edificios administrativos y de inspección, cuya inversión asciende hasta los 35 millones de euros. Además, aún está pendiente el cierre del muelle de ribera y el relleno de los anexos, que requiere un gasto de 65 millones de euros. Y, por último, quedaría la expropiación de suelo en la zona de reserva para construir una urbanización, que estaría conectada con la autopista del sur y el muelle a través de una carretera que discurriría frente a la central eléctrica de Endesa, en terreno de dominio público, por lo que aún se está a la espera de que otorgue la concesión correspondiente.
Esta última actuación implica el mayor desembolso de las obras que quedan por acometer, con 137 millones de euros. En total, el coste para completar el Puerto de Granadilla y sus anexos ascendería hasta los 457 millones de euros. La Autoridad Portuaria asegura que ya hay inversores privados que se han comprometido a instalarse en el puerto de Granadilla, “con avales del 2% ya aportados, que ascienden a cerca de 615 millones de euros”.
El futuro del puerto: almacenamiento de combustible, renovables y reparaciones navales
El pasado 9 de enero, la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias anunció la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto de construcción de un parque de almacenamiento y distribución de combustible en el Puerto de Granadilla. La empresa Petrocan presentó el proyecto, ya aprobado, que cuenta con una superficie concesionada de 119.000 metros cuadrados en tierra y supone una inversión de 100 millones de euros.
La iniciativa está vinculada con el desmantelamiento de la Refinería de Cepsa en Santa Cruz de Tenerife, al trasladarse las instalaciones de la capital a Granadilla. La construcción ocupará 46.680 metros cuadrados e incluye once tanques de almacenamiento de combustibles (gasolina, gasóleo y queroseno), dos tanques de almacenamiento de Marpol y un cargador de cisternas, ademas de todas las instalaciones auxiliares y anexas necesarias. Todo ello, “permitirá el desarrollo de actividades logísticas con hidrocarburos, abarcando su recepción, almacenamiento y suministros de fuelóleos y gasóleos a busques; y servirá también para la comercialización de esos productos”, señala la Autoridad Portuaria.
Otra iniciativa tiene que ver con la descarbonización de la central eléctrica de Endesa, que está muy cerca del muelle. Esta infraestructura funciona principalmente a través de la quema de combustibles fósiles y ha sido incluida entre las más contaminantes de España; además, también ha sufrido fallos que han generado ceros energéticos. Con una potencia brutal total de 744,3 MW (el pico máximo de demanda de Tenerife es de 500 MW), es una de las dos centrales de ciclo combinado existente en las Islas, es decir, puede operar también con gas natural.
La compañía energética ya ha anunciado que en su estrategia de transición hacia los renovables abandonará el uso del gas en 2040, cuando se ha marcado alcanzar cero emisiones de gases de efecto invernadero, pero hasta esa fecha aboga por emplear el combustible -menos contaminante que el fueloil- y progresivamente combinarlo con recursos como el hidrógeno verde. El Gobierno de Canarias, que en la actual legislatura ha rechazado en numerosas ocasiones el gas como recurso hacia la descarbonización, no se opone a su uso para la generación de centrales eléctricas, siempre y cuando no suponga la construcción de resgasificadoras. La Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife explica que para suministrar gas natural licuado a la central, una unidad flotante atracará en el dique de abrigo y enviará el combustible por tuberías hasta la central. “Se plantea una ocupación de superficie de aproximadamente 60.000 metros cuadrados, de los que 41.000 corresponden a la superficie de agua”, añade.
En el mismo sentido, la empresa Sampol Ingeniería y Obras S.A. ha proyectado la instalación de una central eléctrica de gas natural e hidrógeno verde, con capacidad para generar 120 MW de potencia eléctrica (ocho motores de 11,5MW y cuatro de 7MW). La entidad pretende invertir 150 millones de euros y ha solicita el otorgamiento en concesión administrativa de una superficie de 78.530 metros cuadrados en el puerto. En junio del año pasado, la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife publicó en el BOE el anuncio correspondiente al inicio de los trámites de concesión administrativa.
Pero dónde más quiere apostar la Autoridad Portuaria es en las renovables. Las empresa BlueFloat y Capital Energy lideran una iniciativa para instalar un parque compuesto por cinco aerogeneradores de 10MW cada uno, ubicados a profundidades de entre 15 y 50 metros en las proximidades del puerto. El proyecto ya ha iniciado el procedimiento para la concesión administrativa de la lámina de agua y, con ello, se ha convertido en el primer parque de eólica marina que se tramita en España. Con una inversión de 125 millones de euros, se espera destinar la energía que genere al autoconsumo de las instalaciones portuarias y sus concesionarios.
Además, la Autoridad Portuaria quiere colaborar con la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) para llevar a cabo proyectos de I+D+i relacionados con las renovables marinas y la economía azul, de forma similar a como se desarrolla en la costa este de Gran Canaria. El muelle quiere ofrecer a agentes del sector público y privado la posibilidad de ensayar dispositivos, tecnologías, servicios y actividades compatibles con la actividad portuaria en las zonas designadas por Puertos de Tenerife relacionadas con la eólica offshore, la undimotriz, fotovoltaica flotante o el hidrógeno verde.
Y otro de los puntos fuertes que la Autoridad Portuaria quiere para Granadilla son las reparaciones navales. “Tenerife Shipyards prevé instalar uno de los mayores elevadores de buques para su reparación en seco”, con una inversión de “120 millones de euros”. También en este ámbito, resalta el potencial del muelle para el ensamblaje de molinos eólicos marinos, cuyas grandes dimensiones no permiten ser transportados por carretera. González finalizó su exposición sobre el puerto en en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife señalando que “sin empezar aún el partido, porque se tienen que resolver procesos administrativos, se están posicionando las empresas”. Y, bajo estas perspectivas de futuro, añadió que “si no existiera el puerto de Granadilla habría que pensar y buscar un sitio en el que construirlo”.
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