'Guanarteme', un periódico sin firmas
El 22 de junio de 1954 se imprimió el primer número del periódico bisemanario Guanarteme. Esta semana se cumplirían 68 años de una cabecera que ha pasado desapercibida en la historia del periodismo de Canarias, porque sólo estuvo catorce meses en el mercado. Sin embargo, desafió la férrea dictadura en la que estaba inmersa España con sutileza en sus titulares y, algo insólito, ocultado el nombre del director en su mancheta y publicando reportajes sin su firma. El protagonista de esta heroicidad editorial fue Domingo del Toro Santana, un obrero ilustrado, de profesión tipógrafo, y anarquista. Hoy, rescatamos su memoria de la mano de sus hijos y de su nieta, la periodista Carolina del Toro.
Domingo del Toro siempre estuvo vinculado al universo de las imprentas, al olor a tinta. Era un adolescente cuando empieza a trabajar en la imprenta que editaba el Boletín Oficial del Estado para la provincia de Las Palmas. Durante muchos años, trabajó en la sala de máquinas que imprimía, con letras de plomo, el matutino La Provincia. Siete años antes de embarcarse en la aventura de Guanarteme, crea, junto a su hermano José, “una pequeña imprenta artesanal, Gráficas del Toro”, nos cuenta Manuel, el menor de los hijos de don Domingo, en la calle Armas, en el corazón del casco antiguo de la capital. Desde Vegueta, nació Guanarteme. Es en ese año, en 1954, cuando deja su trabajo de asalariado en La Provincia.
El origen de este periódico que se vendía a una peseta y media no se puede desvincular de la trayectoria vital de Domingo del Toro Santana. Nació en Las Palmas –cuando la ciudad se denominaba así, a secas, sin el añadido de Gran Canaria-, el 18 de marzo de 1910, en el seno de una familia trabajadora. Eran tiempos convulsos en la España de principios del siglo XX. El jefe del Estado era el rey Alfonso XIII, había una democracia pero la inestabilidad predominaba por encima de otras consideraciones. Un año antes del nacimiento de Del Toro, aconteció la Semana Trágica de Barcelona.
En ese ambiente, enrarecido aún más por la sublevación militar de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), se larva la conciencia política del fundador de Guanarteme. “Con 14 años, participó en su primer mitin, en la Plaza del Pueblo”, recuerda el menor de sus hijos, Manuel. Trabajó en Diario Las Palmas en 1928 y a partir de 1930 como linotipista en La Provincia, cuando Otto Krauss, padre del inmortal Alfredo Krauss, era el director gerente del periódico. Permaneció en esa empresa hasta 1954.
Paralelamente a su trabajo en la imprenta, escribía artículos para la Voz Obrera. En ese periódico sindicalista aflora su vocación periodística y empieza a publicar sus primeros artículos. Uno de ellos, en el que critica a la cúpula de la Guardia Civil, le cuesta una condena de tres años de cárcel, en plena Segunda República. En 1932, ingresa en la cárcel ubicada en la calle López Botas. Su hijo José, heredero de su activismo político, nos cuenta que “hubo muchas muestras de solidaridad para pedir la libertad de mi padre. El Eco le dedicó un artículo pidiendo su libertad, pero fue Domingo Guerra del Río, un diputado de derechas, quien presentó una enmienda de Amnistía en el Congreso de los Diputados y le rebajaron la pena”.
Con esos antecedentes y tras estallar la Guerra Civil, continúa con su relato Manuel del Toro, pasa la contienda militar “escondido, durante largas etapas, en el sótano de la actual Casa Colón” –institución creada en 1952- , “donde estaba la imprenta de La Provincia”. Estuvo protegido por sus dos hermanas mayores, Soledad y Rita, que, a diferencia de él, eran muy religiosas.
Periódico sin firmas
La edición y dirección del semanario Guanarteme fue su mayor hito en el universo del periodismo. La famosa actriz italiana Silvana Pampanini protagonizó la foto de portada del primer ejemplar, con dedicatoria incluida. Pampanini estaba en Gran Canaria para el rodaje de Tirma. Fue todo un acontecimiento.
El Guanarteme tenía ocho páginas. Los nombres de las secciones eran metáforas. La página de sucesos, por ejemplo, se denominaba Crónica del delito, mientras que la información internacional se publicaba bajo el cintillo Los ruidos del mundo. La Unión Deportiva, naturalmente, tenía su cuota de protagonismo, pero lo más sorprendente es que bajo la cabecera no aparecía el nombre del director. Las noticias carecían de firma. Tan sólo figuraban los nombres de los autores de los artículos de opinión. ¿Por qué? La respuesta nos la da su nieta Carolina del Toro. “Mi abuelo estuvo muy vigilado, incluso por sus propios vecinos de puerta. Uno de ellos perteneció a la inquietante Brigada del Amanecer. Por eso no firmaba sus noticias ni figuraba su nombre como director, para pasar lo más desapercibido posible”. Después de la República, continúa la nieta que heredó el periodismo, “mi abuelo no militó en ningún partido. Quizás, eso le salvó la vida. Pero no la represión franquista”.
Domingo del Toro era un hombre ilustrado y educado, pero libertario. Se casó en 1949, trece años después de conocer a la que sería su esposa, María Augusto Barbosa -natural de Portugal- y con cinco de los ocho hijos que tuvo. Su nieta imagina que pasaron por la vicaría “por la presión social”. Eran tiempos de dictadura férrea y catolicismo extremo. Algunos de sus hijos fueron “bautizados de estraperlo por mis tías, que eran muy religiosas”, señala su hijo Manuel.
Este hombre singular también fue un buen empresario. En 1967, Gráficas del Toro dio un salto sustancial. De la vieja imprenta, en Vegueta, pasó a una nueva sede en el polígono industrial de Miller Bajo, pero mantuvo el local de la calle Armas y lo convirtió en una papelería. Su hija Nereida estaba al frente del pequeño negocio, en el que trabajaba su nieta Carolina en verano, para ganarse literalmente unas perras, que así se denominaban coloquialmente las monedas de 10 céntimos de peseta.
Don Domingo del Toro falleció joven, por culpa de un cáncer de pulmón. Tenía 65 años aquel 7 de julio de 1975. No pudo ver el final de la dictadura. Aunque a penas tenía seis años, su nieta periodista lo recuerda como si fuera hoy, “con su batín de color morado. Lo veía casi a diario porque vivíamos cerca. Tengo la imagen de mi abuelo siempre leyendo”. Cuando murió, tenía seis nietas, “entre ellas yo, una niña que con cinco años se sentaba a su lado para leerle el periódico”.
Un día, cuando el periódico ya no estaba en los kioscos porque la publicidad no daba para pagar el salario de los artesanos del papel y la tinta, una horda de fascistas entró en la casa familiar y se llevaron todos los papeles y libros que estaban en una repisa. Entre ellos, seis obras escritas por el protagonista de esta noticia. Nunca más se supo de su obra literaria y poética. Esta semana se cumple el 68 aniversario del nacimiento de aquel periódico que nació con una diva en su portada. Su fundador ya no está con nosotros, pero su memoria jamás nos abandonará. De ello da fe Guanarteme, un periódico sin firmas.
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